La captura y almacenamiento de carbono (CCS por sus siglas en inglés) ha experimentado un aumento prometedor en proyectos en casi toda Europa. En la actualidad, existen 73 instalaciones en distintas etapas de desarrollo en la UE y el Reino Unido, pero la carrera por liderar este nicho de negocio se ha disparado, según datos del último informe de Global CCS Institute.
Pero sólo es el principio. Desde 2020, ha aumentado el número de proyectos financiados a través del Fondo de Innovación de la UE, un programa de subvenciones que tiene como objetivo apoyar los objetivos de neutralidad climática de la Comisión para 2050.
Pero ¿en qué consiste esta tecnología? Hay dos tipos principales de captura y almacenamiento de carbono. Por un lado la que captura el CO2 producido en la fuente, como una chimenea, y por otra la captura directa de aire (DAC), que elimina el dióxido de carbono (CO2) que ya se ha liberado a la atmósfera. Además, suele ir asociado a algún sistema de almacenamiento que puede estar incluso a varios kilómetros de la instalación
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El CO2 debe separarse de otros gases producidos en procesos industriales o durante la generación de energía, y una vez capturado, debe comprimirse y transportarse a sitios para su almacenamiento, a menudo a través de tuberías. Después de eso, debe inyectarse en formaciones rocosas subterráneas, generalmente a 1 kilómetro o más, bajo tierra, para almacenarlo durante décadas.
Esta tecnología no es nueva. Ha estado en funcionamiento desde la década de 1970 con más de 200 millones de toneladas de CO2 capturadas y almacenadas a gran profundidad en todo el mundo, según el Global CCS Institute, pero hasta ahora no ha dado los resultados que prometía.
Aún así, es una alternativa que cuenta con partidarios y detractores. Un informe de un panel de científicos de la ONU dice que puede ayudar al mundo a alcanzar los objetivos climáticos globales, sin embargo, otros dicen que es como regalar cigarrillos a alguien que intenta dejar de fumar.
Se cuestiona la eficacia con la que la captura de CO2 puede frenar las emisiones, ya que la tecnología permite a las empresas de combustibles fósiles operar durante más tiempo y puede permitir recuperar más petróleo y gas de campos antiguos.
Dinamarca
Uno de los países más avanzados en Dinamarca. El Gobierno ha aprobado un plan para asignar 3.600 millones de euros en ayuda estatal durante 15 años para proyectos que capturen y almacenen 2,3 millones de toneladas de CO2 por año.
El país se ha fijado el objetivo de alcanzar cero emisiones netas de carbono en 2045 y considera que la tecnología de captura y almacenamiento de carbono es clave para alcanzar ese objetivo. Para 2030, esta tecnología debería ayudar a reducir al menos 3,2 millones de toneladas de emisiones de CO2 en el país nórdico.
En mayo, Dinamarca otorgó más de 1.000 millones de euros al grupo energético Ørsted para capturar y almacenar 0,4 millones de toneladas de CO2 al año procedentes de dos centrales térmicas y eléctricas durante un período de 20 años. Ahora prevé dos licitaciones más (este año y en 2025) para capturar y almacenar 0,9 millones y 1,4 millones de toneladas de CO2 respectivamente.
En febrero, otorgó sus primeras licencias para la exploración de almacenamiento de CO2 a gran escala en el Mar del Norte danés a TotalEnergies, para inyectar hasta 3 mtpa de CO2 en un yacimiento de petróleo y gas agotado a partir de 2027, y alcanzar los 5 millones de mtpa en 2030. También a un consorcio formado por INEOS Energy y Wintershall Dea. Su proyecto tiene como objetivo comenzar a inyectar 1,5 millones de toneladas por año (mtpa) de CO2 bajo el lecho marino en 2025-2026, aumentando la capacidad a 8 mtpa para 2030.
Sin embargo, el consejero delegado de Ørsted, Mads Nipper, ya ha advertido de que "el almacenamiento de CO2 tiene el mismo perfil de riesgo que la energía eólica marina".
Norte de Europa
De manera similar, en Países Bajos, el Plan de Subvenciones para la Transición de la Energía Sostenible (SDE++), en virtud del cual los proyectos de CAC pueden recibir financiación, aumentó de 5.000 millones de euros a 13.000 millones de euros sólo en el último año.
Por su parte, Noruega acaba de conceder una licencia de almacenamiento de carbono a la energética Sval, que se asociará con Neptune y Storegga. La zona de Trudvang tiene potencial para almacenar hasta nueve millones de toneladas de CO2 al año durante al menos 25 años (un total de 225 millones de toneladas), y los análisis indican que el potencial de almacenamiento podría ser incluso mayor.
La licencia de almacenamiento de Trudvang está situada en el Mar del Norte de Noruega, al este del campo Sleipner y a unos 200 kilómetros de la costa. El depósito de almacenamiento se encuentra a una profundidad de aproximadamente 850 metros, en la formación Utsira.
Varios países de Europa están entrando por primera vez en el mercado de CCS, entre ellos Bélgica, Bulgaria, Polonia y Finlandia. El programa de subvenciones del Fondo de Innovación de la UE permite que puedan financiarse estos proyectos.
Reino Unido
Por último, en Reino Unido, a través de su CCUS Infrastructure Fondo (CIF), el Gobierno se ha comprometido a desarrollar dos plantas para mediados de la década de 2020 y dos más para 2030.
Su objetivo es aumentar la cantidad de CO2 capturado hasta los 20 o 30 millones de toneladas para 2030.
España
En nuestro país, sólo hay proyectos pilotos de plantas de captura de CO2, como el Proyecto CO 2 FUNNELS, en Almería. Se trata de utilizar el dióxido de carbono de una refinería para el cultivo de especies vegetales de crecimiento rápido y fertilización carbónica.
O el proyecto de captura de CO2 mediante el uso de caliza como sorbente en la central de Hunosa, en La Pereda. Pero esto sólo es el principio.