Hidrógeno verde (renovables) o hidrógeno rosa (nuclear). He ahí la cuestión para ver quién se lleva el gato al agua entre Francia y España, esto es, quién finalmente venderá el hidrógeno a Alemania, el motor económico de Europa, muy dependiente del gas para su industria.
El embajador galo, Jean-Michel Casa, en nuestro país, ha abierto la guerra con España al publicar un tuit en el que ha dicho que "a nosotros no nos gustan algunas maneras de expresarse de la vicepresidenta tercera del Gobierno español y ministra de Transición Energética".
Hace unos días, la vicepresidenta para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, dijo en un encuentro con la prensa que "hay que ser razonables y ser pragmáticos, y no incluir como hidrógeno renovable lo que no lo es", en referencia a la propuesta de Francia de considerar la nuclear como una tecnología renovable.
Y el objeto de deseo de ambos países es quien suministrará el hidrógeno por el polémico hidrogenoducto H2Med, que pretende unir la Península con Francia a través de un tubo submarino que saldrá de Barcelona para llegar a Marsella.
"Este debate pervierte y distorsiona algo que es fundamental para el futuro del sistema energético y las señales en torno a la innovación", continuó hace unos días la ministra Ribera.
"Francia aspira a producir hidrógeno con centrales nucleares, y esto nunca lo ha ocultado, y nos parece razonable, pero no que lo considere como renovable, porque no lo es", señalaba.
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"No peligra el futuro del hidrogenoducto, pero no me gustan las maneras de expresarse de Francia, y si ha cambiado de opinión que lo diga. En cualquier caso, siempre hemos dicho que la nuclear no puede computar como renovable para cumplir con los objetivos europeos".
Polémica por la nuclear
Una fuente del gabinete de Agnès Pannier-Runacher, ministra francesa de Transición Energética, señaló hace unos días que "la viabilidad económica del proyecto H2Med corre el riesgo de ser cuestionada si los resultados de las negociaciones europeas no tienen en cuenta el hidrógeno bajo en carbono", refiriéndose al producido por nuclear.
No es extraño. Mientras que en España el 49,6% de la generación elécrica se produce con renovables, en Francia solo es el 26%, y mientras que la nuclear en España representa el 21,5% del total, en Francia sube hasta el 69%, con datos de 2021.
Ahí está el quid de la cuestión. Porque Francia sabe que ha perdido la carrera para liderar la construcción de parques renovables en Europa, mientras que España la está liderando.
"España se ha convertido en un país muy atractivo para el hidrógeno verde", dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, en Madrid a mediados de mayo, elogiando el surgimiento de un sector "competitivo a gran escala".
Para España, la situación es envidiable porque tiene un sector renovable ya desarrollado y recursos solares y eólicos muy importantes. El Gobierno lanzó en mayo de 2021 un plan de apoyo de 1.500 millones de euros al sector, financiado por el plan de recuperación europeo. La inversión privada podría sumarse con 8.900 millones para 2030.
Sector de excelencia, la energía nuclear es también el tercer sector industrial de Francia. Con 3.000 empresas en todo el país, más de 220.000 trabajadores (el 6,7% del empleo industrial), esta industria podría generar muy pronto una nueva ola de empleos, si se impulsan los nuevos planes nucleares del presidente del país, Emmanuel Macron. En febrero de 2022, anunció la creación de una nueva flota de seis reactores EPR, cuya construcción comenzará en 2023.
De seguir adelante, se requeriría la contratación de nada menos que 30.000 personas más (10.000 en operación y mantenimiento y 20.000 en las obras de construcción de reactores).