El euro digital está cerca de convertirse en una realidad. Tras tres años de análisis, el Banco Central Europeo (BCE) ha decidido hace escasas semanas lanzar la fase final para poner en marcha este proyecto, que suscita muchas inquietudes, pero sobre el que ya existen unas bases.
"Acabamos ahora de entrar en una nueva fase, la de preparación, que tendrá una duración inicial de dos años. El objetivo es sentar las bases de un potencial euro digital, finalizando los trabajos necesarios para estar en disposición de desarrollarlo, si así se decidiese", explicaba hace unos días Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, durante una conferencia pronunciada en la convención anual de la Asociación de Mercados Financieros (AMF).
Hay que recordar que el máximo responsable de la institución forma parte del Consejo de Gobierno del BCE, responsable de la emisión del euro y, lógicamente, también de la puesta en marcha del euro digital.
Ahora será, por tanto, cuando se comience a concretar el diseño del euro digital y se cree el rulebook, es decir, el conjunto de las reglas de funcionamiento. Además, se seleccionará a los proveedores que desarrollarán la plataforma necesaria para la actividad de esta divisa digital, aunque, según el gobernador, "por el momento, no hay ninguna decisión sobre el tipo de tecnología que debería darle soporte".
Además, se tratarán otras cuestiones, como cómo garantizar la privacidad de los usuarios, que exista una buena experiencia de usuario o que llegue a todos los ciudadanos, independientemente de su grado de inclusión financiera o digital. Pero ¿cómo funcionará el euro digital en términos prácticos?
Operaciones offline
Para empezar, con el euro digital se podrán realizar pagos en toda el área de la zona euro, es decir, en los 20 países en los que esta divisa es la oficial.
En concreto, la moneda digital permitirá realizar pagos entre particulares, en tiendas físicas, en comercios online y hacia y desde las Administraciones públicas.
Uno de los elementos más llamativos es que permitirá también hacer pagos en modalidad offline. Así, se podrán realizar operaciones sin conexión, pese a lo cual el pago se abonaría inmediatamente (a cualquier hora del día y cualquier día de la semana).
Todos los ciudadanos de la zona euro podrán acceder a su dinero en euro digital través del móvil o de una tarjeta y su uso sería gratuito para las operaciones más básicas, como abrir una cuenta o los propios pagos.
Saldos limitados
Otra de las principales características de esta divisa de efectivo digital es que su tenencia no será infinita. Las autoridades limitarán el saldo máximo que se puede poseer en euros digitales.
Una medida con la que se mitiga el miedo de los bancos a que se produzca un trasvase de los depósitos hacia esta divisa. Es decir, a que se utilice el euro digital como un depósito de valor. Eso no va a suceder. En el BCE no saben aún cuál será el importe límite de esos saldos, pues es algo que se debatirá más adelante. No obstante, en algunos momentos del proyecto se ha hablado de unos 4.000 euros por persona.
[El BCE sopesa limitar la tenencia de euros digitales a 4.000 por persona para no dañar a la banca]
Para que estos límites no hagan poco útil el uso del euro digital, el objetivo de las autoridades es que la divisa incluya una funcionalidad (voluntaria para el usuario) para que ningún pago se pueda rechazar aunque se supere el límite de tenencia y que se puedan realizar operaciones por un importe superior a ese saldo máximo.
En estos casos, si el usuario recibiera un pago con el que excediera el saldo máximo, se traspasaría automáticamente el exceso a una cuenta de pago vinculada. Y, al revés, si un usuario quisiera hacer un desembolso que superara el saldo máximo, el pago se vincularía automáticamente a una operación previa de recarga de euros digitales desde la cuenta de pago asociada.
Distribuido por entidades de pago
El BCE ha querido desde el principio que la banca estuviera implicada en el proyecto, de ahí que haya despejado sus temores en relación con una hipotética salida de depósitos. Además, quiere que el sector tenga un papel activo y que el euro digital sea distribuido por los proveedores de servicios de pago regulados. Lo que se busca es replicar la distribución de tareas que se sigue en el mercado de pagos.
"Como pueden imaginar, las entidades están mucho mejor posicionadas que nosotros, los bancos centrales, para gestionar las relaciones con los clientes, por lo que serían las más indicadas para ocuparse de su alta en el ecosistema, proporcionar el instrumento de pago y canalizar las órdenes de pago hacia la plataforma de liquidación del Eurosistema", explicó el gobernador.
Comisiones entre bancos
Sin embargo, utilizar a los bancos no saldrá gratis. De hecho, el diseño inicial del euro digital pasa por establecer un modelo de compensación para las entidades de pago con el objetivo de incentivarlas a formar parte del proceso.
Esto quiere decir que se prevé crear un procedimiento por el cual las entidades podrán cobrar comisiones a los comercios por el servicio y, a la vez, pagárselas al banco del cliente dueño de esos euros digitales. Algo así como el modelo que se utiliza con las tarjetas de crédito y los datáfonos.
Con el objetivo de evitar abusos y como ocurre en el negocio de pagos, lo suyo es que las autoridades se aseguren de que existe un nivel de comisiones razonable. Eso sí, el Eurosistema no cobraría a las entidades por la gestión del esquema o la liquidación de operaciones, de forma que se haría cargo de sus propios costes.
Con todo, el gobernador explicó hace unos días que "la gratuidad de los servicios básicos no sería óbice para que los intermediarios pudiesen desarrollar servicios de valor añadido y cobrar por ellos". Es decir, que la banca tendrá libertad para crear servicios alternativos que sí sean de pago, como ocurre con las tarjetas.
¿Remuneración?
El tema de la remuneración de esta nueva forma de poseer dinero también se ha tratado, si bien el BCE ha concluido que "no hay elementos que justifiquen suficientemente su introducción".