En concreto, la sucursal española del portugués Haitong Bank ofrece ese interés en depósitos a un plazo de dos años, un 4,1% a doce meses y un 3,81% a tres y nueve meses, según los datos de la plataforma Raisin, a través de la cual se pueden contratar depósitos de entidades europeas. Unas rentabilidades que están muy por encima de las que se ofrecen en España.

El interés promedio que se paga a los depósitos a un año o menos en España es del 2,22%, mientras que los de entre uno y dos años se remuneran con un 2,28%. A más de dos años, con un 0,83%, de acuerdo con los datos provisionales del Banco de España. Y hay que tener en cuenta que los bancos extranjeros con sucursal en este país coadyuvan a elevar esa media, compensando en cierta medida la falta de remuneración de los grandes bancos españoles.

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A un plazo de dos años también pueden encontrarse en Raisin depósitos de entidades europeas con intereses más elevados, como los del italiano Banca Progetto (al 4,22%), los del lituano Fjord Bank (al 3,86%), los del sueco Klarna (al 3,85%) o los del estonio LHV Pank (al 3,55%).

A un año, la rentabilidad máxima es el 4,2% de Banca Progetto, mientras que el letón BluOr Bank paga un 4,02% y Fjord Bank, un 3,97%. A nueve meses se encuentra un interés máximo del 3,81% (Haitong Bank) y a seis meses, del 3,85% (del portugués BAI Europa).

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Entre los bancos españoles las rentabilidades que se pueden encontrar son más bajas. La más elevada es del 3,75% y corresponde a un depósito a 25 meses que comercializa Banco Finantia, aunque es cierto que requiere una inversión mínima de 50.000 euros.

Entre la oferta disponible para importes de entrada menores, el retorno más alto se encuentra en Renault Bank, que ofrece un depósito al 3,65% TAE con un plazo de 24 meses, contratable desde 500 euros.

Presión a la banca española

Unas rentabilidades que solamente se encuentran en los bancos digitales (Openbank, ING, MyInvestor...) y pequeños (EBN Banco, Banco BiG...), porque las grandes entidades siguen sin ofrecer depósitos a plazo, aunque sí otros productos de ahorro conservadores, como cuentas remuneradas, que pagan hasta el 5% TAE, aunque exigiendo vinculación.

Se resisten a hacerlo a pesar de la presión que reciben tanto de las autoridades como de sus propios clientes, a los que incentivan a llevar su dinero a productos más rentables, pero también con mayores comisiones, como los fondos de inversión.

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La vicepresidenta Nadia Calviño ha mandado varios mensajes en este sentido a los bancos. Tras afirmar a mediados de junio que "es evidente que los bancos deben empezar a remunerar los depósitos de los ciudadanos", la ministra de Asuntos Económicos anunció a finales de mes que había encargado un informe a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y al Banco de España sobre por qué no se están trasladando los tipos de interés a los depósitos.

Cani Fernández, presidenta de la CNMC, por su parte, desveló que la autoridad de Competencia vigila este tema para comprobar si la falta de oferta de depósitos por parte de la gran banca constituye una "colusión tácita.

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Pese a todo, los bancos españoles siguen estando entre los que menos intereses abonan a sus clientes particulares por los depósitos en Europa, aunque es cierto que también están entre los que cobran menores intereses por las hipotecas.

También lo es que las críticas que reciben las entidades españolas se producen en otros países, como Italia, donde esta circunstancia, unida al aumento de los beneficios de los bancos tras la subida de los tipos de interés, ha llevado al Gobierno de Giorgia Meloni a crear un nuevo impuesto extraordinario al sector inspirado en el del Ejecutivo de Pedro Sánchez. El anuncio del mismo provocó un terremoto bursátil en la banca italiana, que se contagió también al resto de Europa.

La actitud de la gran banca española, con todo, no cambia. Sus gestores ya dejaron claro durante la última presentación de resultados, celebrada a finales de julio, que el exceso de liquidez del sistema sigue desincentivando la toma de depósitos de los clientes, es decir, que no les merece la pena ofrecer una remuneración. Es previsible que las dinámicas competitivas acaben llevando a las entidades a recuperar estos productos, si bien cuándo se producirá esta situación continúa siendo impredecible.