El efecto de rebote disparado que la subida de los tipos de interés ha tenido sobre el Euríbor va a tener consecuencias sobre la renta de las familias y también sobre su disposición a consumir. De hecho, el mayor coste de las hipotecas para los hogares podría llevarse un punto porcentual del consumo entre finales de este año y principios del siguiente.
Así lo estiman los expertos de BBVA Research, que lo recogen en su informe Situación España de diciembre de este año. "La actualización de las cuotas hipotecarias traerá incrementos en la cantidad de recursos destinados al pago por intereses. Esto afectará particularmente al gasto a final de año y principios del siguiente, cuando el efecto sobre el consumo podría rondar en torno a un punto porcentual", apuntan.
Durante los últimos diez meses, el Euríbor a doce meses ha vivido un auténtico rally tras seis años en negativo. Si en febrero aún cotizaba bajo cero, en el -0,3%, en diciembre la media mensual se sitúa ya por encima del 3%. En el mismo mes del año pasado el nivel era el -0,5%, en el que había estado prácticamente todo 2021.
Así, este año ha experimentado una subida repentina que, lógicamente, se traduce en un aumento de las cuotas de las hipotecas variables, que son aquellas que por contrato están vinculadas a la evolución del Euríbor. Estas se revisan cada seis o doce meses (dependiendo de lo firmado con el banco), momento en el que se compara la evolución actual del índice con su nivel seis o doce meses antes.
Por tanto, muchas familias se van a encontrar con que sus cuotas se encarecen fuertemente, un aumento de la carga financiera que va a tener consecuencias en el dinamismo de su consumo, pues afectará negativamente a la renta disponible de las familias. Algo a lo que, como subrayan desde el servicio de estudios, hay que sumar la incertidumbre relacionada con el contexto geopolítico y con la política económica en un contexto de cambio de ciclo electoral.
El consumo es el motor de la actividad económica y ha estado en la cuerda floja en varios momentos durante los últimos dos años debido a las incertidumbres que han ido surgiendo con la pandemia, las consecuencias de las restricciones sanitarias y la invasión rusa de Ucrania, que ha llevado a la inflación a cotas que no se veían desde hace treinta años. No obstante, siempre ha aguantado.
Ahora, confirmado oficialmente el frenazo de la economía, todos los ojos están puestos en qué pasará con el consumo y la actividad el próximo año. Y las previsiones son algo discordantes.
El servicio de estudios de BBVA estima que el consumo privado avanzará un 3,7% este año y apenas un 0,1% el que viene (un 1% en el caso del consumo público). Un estancamiento que también proyectan los expertos de CaixaBank Research, según los cuales el consumo real se anotará probablemente una tasa de crecimiento negativa en 2023, que podría ser algo superior al –0,5%.
Las previsiones del Banco de España, sin embargo, apuntan a un avance del consumo privado del 2,1% este año y del 1,9% el próximo. El consumo público, según sus últimas proyecciones, retrocederá este año un 1,6% y en 2023 avanzará apenas un 0,3%.
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