El mercado lo tiene claro. La oferta pública de adquisición (opa) que BBVA ha lanzado sobre la mitad que no controla de su filial turca, Garanti BBVA, tiene sentido financiero, pero incrementa el riesgo del grupo al aumentar su exposición a un país emergente, Turquía, cuya divisa está sometida a una constante volatilidad. Con todo, la entidad defiende que esta operación será muy positiva para sus accionistas y más vale que así sea, pues tras la transacción el negocio de Turquía aportará al beneficio del grupo lo mismo que el de España.
Cogiendo a contrapié al mercado, BBVA anunció el lunes su intención de lanzar una opa sobre el 50,15% que no controla de su filial turca, una operación en la que desembolsará algo más de 2.200 millones de euros, de acuerdo al tipo de cambio actual, que procederán de las plusvalías generadas con la venta de su filial de Estados Unidos. Unas plusvalías que también darán lugar al pago de un dividendo y a su histórica recompra de acciones.
Una operación que, en opinión de sus gestores, incrementará un 13,7% el beneficio por acción de la entidad en 2022 (según los analistas, no tendrá un efecto de dilución de las acciones del resto de inversores) y tendrá un consumo máximo de capital de 46 puntos básicos sobre la ratio CET1 fully loaded. Esto se traduce en que, pese a invertir unos 2.200 millones de euros en la operación, el impacto en capital será de unos 1.400 millones, una diferencia a favor del banco que tiene su origen en el tipo de cambio.
Dudas en el mercado
Los gestores del banco han defendido a capa y espada que la operación supondrá una inyección de valor para los accionistas, si bien algunas grandes casas de análisis manifiestan dudas sobre la opa. Y los inversores, por su parte, llevaron a la acción de BBVA a caer un 4,28% en la sesión bursátil del lunes.
La clave se encuentra en el perfil de riesgo de la entidad, que según los analistas empeorará tras esta operación. Como explica Nicolás López, director de Análisis de Renta Variable de Singular Bank, tras la compra el 53% de los activos de BBVA va a proceder de países emergentes, así como el 70% de su beneficio atribuido. No en vano, Turquía va a pasar a aportar a las ganancias del grupo prácticamente lo mismo que España: un 24,6% en el caso de Garanti versus un 25,8% de su filial española.
"El perfil de riesgo de BBVA por su exposición a emergentes es alto comparado con un banco europeo promedio. Esto le da a BBVA un crecimiento potencial más alto, pero también más riesgo en etapas de incertidumbre", apunta este experto, según quien la noticia ha sorprendido al mercado debido al actual "contexto de ciertas turbulencias en Turquía por la situación de la pandemia, el contexto político y la depreciación de la lira".
Un mayor riesgo que también suscita dudas en el seno de Barclays. Sus analistas creen que, de completarse la transacción, "algunos inversores podrían potencialmente requerir al banco un capital CET1 más alto que un 12%", de forma que "el coste de capital podría aumentar hasta el 13,6%". En el lado positivo, para los expertos de Barclays la operación daría al banco "flexibilidad" sobre su participación, dado que tendría el control total sobre Garanti BBVA.
En el departamento de Análisis de Sabadell también opinan que la compra "incrementará el riesgo geográfico del banco", al tiempo que no observan "sinergias" en la operación. Además, creen que, de empeorar la situación en Turquía, se pondría en riesgo el segundo tramo de la recompra que BBVA iniciará a partir de este jueves (en la que invertirá hasta 3.500 millones de euros, también procedentes de la venta de la filial de Estados Unidos).
Desde Renta 4, por su parte, valoran el sentido financiero de la operación. "Se ha realizado a múltiplos razonables con un impacto no demasiado elevado en capital", apuntan sus expertos, si bien reconocen que "a pesar del potencial de crecimiento que presenta Turquía como región, la inestabilidad política y la situación macroeconómica suelen generar incertidumbre en los inversores".
Riesgo de emergentes
La vulnerabilidad que genera la exposición de los bancos españoles a países emergentes (entre ellos Turquía) ha sido motivo de alerta por parte del Banco de España en varias ocasiones durante los últimos años, si bien desde el supervisor valoran que la diversificación geográfica fue un elemento positivo para el sector financiero en la pasada crisis y lo ha sido también durante la pandemia.
"La diversificación, per se, es buena porque se diversifica el riesgo, pero hay que valorar adecuadamente la jurisdicción y el mercado en el que se invierte", alertaba, no obstante, Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, el lunes en un evento, en el que rechazó referirse a ninguna entidad concreta.
Quien no tiene dudas sobre la operación es Carlos Torres, presidente de BBVA, que valoraba el lunes que "Turquía es un mercado estratégico" para el grupo y que, "a pesar de la volatilidad a la que está sometida en el corto plazo, tiene un gran potencial".
Lo ha sido desde que BBVA comenzó su aventura en Turquía, en 2011, cuando se lanzó a su primera compra de capital de Garanti, ya bajo los mandos de Torres, que en aquel momento era director de Estrategia del grupo. Una apuesta que elevó durante los años siguientes y que quedó patente en 2018, cuando se convirtió en presidente y el consejo de administración eligió en su lugar a Onur Genç como consejero delegado, un directivo entonces procedente de la filial de Estados Unidos que se había curtido en la filial turca.
La escalada de BBVA en Garanti se ha producido por fases. La primera compra fue de casi un 25% del capital en 2011, la segunda de casi un 15% en 2015 y la tercera de otro 10% en 2017. Con una participación cercana al control, BBVA ha decidido ahora lanzarse a por el 100% aprovechando la debilidad de la lira turca. Habrá que esperar unos años para comprobar si cambiar Estados Unidos por Turquía redunda en un mayor valor del banco. En la entidad tienen claro que sí.