El pasado 16 de agosto el Ministerio de Defensa comunicó que dos aviones ponían rumbo a Dubái. Tras la toma de control de Kabul por parte de los Talibanes, el objetivo era repatriar a trabajadores de la embajada, españoles que quedaran en el país y afganos que hubieran colaborado con el Ejército español. En un primer momento la misión preveía la repatriación de unas 400 personas.
Ayer, 11 días después de que despegara el primer avión desde Zaragoza, se dio por concluida esta operación después de repatriar a 2.200 personas. Un ingente y exitoso esfuerzo en el que una aeronave ensamblada en España, concretamente en la planta de San Pablo de Airbus en Sevilla, ha desempeñado un papel fundamental: el A400M.
Un avión de transporte militar turbohélice de cuatro motores que se está destacando como el más avanzado del mundo. El A400M puede volar a distancias de hasta 8.700 kilómetros, a una altitud de crucero de 37.000 pies y una velocidad de hasta 0,72 Mach, cercana a la de un avión con motor a reacción. Con un espacio interior útil de cuatro metros de ancho y otros cuatro de alto, y una longitud útil de casi 18 metros, este fuselaje le permite transportar numerosos tipos de carga de gran tamaño.
Unas características que le otorgan una gran versatilidad a la hora de cubrir diferentes tipos de misiones como se ha demostrado durante los últimos meses. Si durante la pasada semana los A400M han sido los encargados de entrar y salir en el corazón de Kabul en medio de una situación militarmente muy copleja, en 2020 cruzaron medio mundo en busca de material médico para hacer frente a la primera ola de coronavirus.
Prueba de fuego en Kabul
Durante la misión española en Afganistán estos aviones realizaron 17 rotaciones Dubai-Kabul-Dubai. Un volumen de vuelos muy importante si se tiene en cuenta que se hicieron en, tan sólo, 11 jornadas. Pero no sólo España se ha apoyado en el A400M. Francia también los eligió para realizar la misma ruta en sus misiones durante la pasada semana.
Del mismo modo, Alemania puso en marcha un dispositivo con un puente aéreo entre Kabul y Uzbekistán que ha sido operado por aeronaves A400M. Una estrategia también seguida por Reino Unido o Turquía, entre otros. En total, 20 aeronaves de esta familia han podido trasladar a casi 10.000 personas a lo largo de los días que ha estado en marcha la misión.
Pero no todo se ha centrado en el transporte de pasajeros, los A400M han permitido nutrir a las tropas de los diferentes ejércitos involucrados del material necesario para hacer frente a todas las necesidades a las que se han enfrentado en Kabul. Unas acciones claves que han tenido que ir improvisándose casi sobre la marcha en jornadas con un nivel altísimo de incertidumbre.
Además de cuestiones básicas como el material médico o militar, las capacidades de estas aeronaves permitieron poner en marcha misiones mucho más llamativas. Entre ellas destaca como al Ejército alemán transportó en el interior de sus A400M dos helicópteros para complementar las operaciones de apoyo en el aeródromo afgano.
Rol clave en la primera ola del coronavirus
Pero si importante ha sido el A400M durante la misión en Afganistán, tanto o más a la hora de hacer frente al primer impacto del coronavirus. A comienzos de marzo de 2020, el ejército español se apoyó en estas aeronaves para realizar viajes a China en los que se transportaron 26 toneladas de material sanitario. Estos vuelos permitieron que los centros sanitarios españoles contaran con mascarillas, epis o test rápidos en un momento de tremenda escasez.
Las tareas no se han limitado a las conexiones con el gigante asiático. El A400M también fue utilizado para trasladar material médico de Lituania o respiradores de Hamburgo. Unas campañas que el ejército combinó con otras en las que, por ejemplo, transportaron a un soldado infectado por coronavirus en Yibitu o trasladar un helicóptero Cougar a Irak.
Al igual que en el caso de Afganistán, el A400M no sólo fue utilizado por el ejército español. La propia Airbus durante la primera semana de confinamiento trasladó cerca de 2 millones de mascarillas desde sus instalaciones de Tianjin en China a las de Toulouse en Francia. Desde allí gran parte de estas están fueron enviadas a España a bordo de uno de los A400M que la compañía usa para realizar pruebas.
Por su parte, las fuerzas armadas turcas enviaron un A400M con 25 toneladas de material sanitario a España durante los primeros días de abril. Del mismo modo, el ejército alemán se apoyó en este gigante para realizar una misión de rescate en Estrasburgo. El objetivo fue transportar a pacientes hospitalizados hacia la ciudad alemana de Ulm para liberar al sistema sanitario francés. Un tipo de misión que también puso en marcha el Reino Unido apoyándose en estas gigantes aeronaves.
Dos reválidas con nota
El desempeño del A400M durante las misiones en el aeropuerto de Kabul y las semanas más duras de la crisis del coronavirus llega en un momento complejo para el programa de aviación militar. La crisis económica de 2008 y algunos cambios geopolíticos han dificultado la comercialización de estas aeronaves.
Con un precio que ronda entre 125 y 150 millones de euros, dependiendo de las equipaciones que soliciten los países, estos aviones cuentan con 174 pedidos en firme, una cifra lejos aún de los volúmenes que llevaría al programa a la rentabilidad. En la actualidad, un total de 100 aeronaves de esta familia ya han sido entregadas a sus ocho dueños y han completado 100.000 horas de vuelo.
Si para cualquier producto no hay mejor publicidad que el boca-oreja, en el caso del material militar la experiencia probada no puede compararse a cualquier otro elemento a la hora de valorar una adquisición. Ante dos crisis tan complejas como inesperadas, el A400M ha cumplido con nota. Un escaparate gracias al cual se espera que el interés por estas aeronaves crezca y lleven a las cuentas de resultados de Airbus las mimas alegrías que provocan al aterrizar en un aeropuerto tras finalizar una misión con éxito.