La inflación de la eurozona se redujo en febrero al 2,6%, frente al 2,8% registrado en enero, gracias a la caída de los precios de la energía y a la moderación de los alimentos, según la estimación inicial publicada este viernes por Eurostat, la oficina estadística comunitaria. El nivel de precios se acerca así al objetivo del 2% que persigue el Banco Central Europeo (BCE).

Por su parte, la inflación subyacente -que excluye energía, alimentos, alcohol y tabaco, los elementos más volátiles- también experimenta una bajada desde el 3,3% en enero al 3,1% en febrero. Este es un indicador estructural clave para la institución dirigida por Christine Lagarde a la hora de decidir sobre los tipos de interés. 

En España la inflación armonizada también se redujo desde el 3,5% en enero al 2,9% en febrero. Sin embargo, el nivel de precios en nuestro país se sitúa de nuevo por encima de la media de la eurozona, lo que implica una pérdida de competitividad.

[La inflación de la eurozona baja en noviembre al 2,4% y se acerca al objetivo del BCE]

Entre las grandes potencias de la eurozona, la inflación disminuyó tanto en Alemania (del 3,1% al 2,7%) como en Francia (del 3,4% al 3,1%), mientas que en Italia se mantuvo estable en el 0,9%.

Los países de la eurozona con una inflación más alta son ahora Croacia (4,8%), Estonia (4,4%) y Austria (4,2%). En el extremo contrario de la tabla, el nivel de precios más bajos corresponde a Letonia (0,7%) e Italia.

Si se analizan los principales componentes del IPC de la eurozona, los alimentos son el factor que más ha subido en el último año (aunque se desaceleran desde el 5,6% en enero al 4% en febrero). En segundo lugar, están los servicios (con una subida del 3,9% en febrero frente al 4% en enero).

Por su parte, los precios de los productos industriales no energéticos suben un 1,6% en febrero frente al 2% en enero. Finalmente, la energía cae un 3,7% en comparación con hace un año (frente a un -6,1% en enero).

Tasa de inflación en los países de la eurozona en febrero de 2024

En su último discurso en la Eurocámara la semana pasada, la presidenta del BCE señaló que no habrá recorte de los tipos de interés, que se encuentran en máximos históricos del 4,5%, en la próxima reunión del Consejo de Gobierno del 7 de marzo. Christine

Lagarde admite que la eurozona se encuentre en un proceso de desinflación tras las tasas máximas del 10,6% registradas en octubre de 2022, pero insiste en que antes de rebajar el precio del dinero necesita más confianza en que se alcanzará el objetivo del 2% de forma sostenible.

Al BCE le preocupan en particular la subida de los salarios las presiones salariales siguen siendo "fuertes", hasta el punto de que el crecimiento salarial "se convertirá en un motor cada vez más importante de la dinámica de la inflación en los próximos trimestres", según ha dicho la presidenta.

Por ello, los dirigentes del BCE defienden esperar a tener todos los datos sobre las negociaciones salariales de los primeros meses de 2024 antes de decidir sobre un recorte de tipos. Una información que sólo estará disponible para la reunión de junio.

El Consejo de Gobierno considera que el riesgo de rebajar los tipos demasiado pronto es ahora mismo mucho mayor que el de tardar demasiado pronto. Para Lagarde, el peor escenario sería tomar una decisión precipitada, que a continuación la inflación vuelva a subir y que el BCE se vea obligado a aumentar los tipos de nuevo, lo que además de perjudicar a la economía dañaría quizá de forma irremediable su reputación.