Pekín y Washington se dieron 90 días, tres meses, diciembre, enero y febrero, para negociar sus 'asuntos' comerciales. La tregua expira en marzo, y la proximidad de este límite cada vez resulta más inquietante. Como siempre, las expectativas basadas en el sentido común esperan un acuerdo. El que sea, pero un pacto de última hora que evite una auténtica guerra comercial entre las dos grandes potencias económicas mundiales. El problema es que el mundo lleva años asistiendo a acontecimientos aparentemente improbables, como el Brexit o la propia elección de Donald Trump como presidente de EEUU, con lo que todo es posible.
Esta opción es la que causa escalofríos. Porque la cruzada comercial de Trump está generando efectos económicos evidentes, ya que el asunto viene de largo. Nada más tomar posesión de su cargo a comienzos de 2016 empezó con sus 'recados' a China y Alemania, dos de los tres países -el otro es Japón- con los que EEUU tiene un agujero comercial mayor. Así, desde un primer momento, marcó el territorio para confirmar que en su objetivo de 'Hacer Grande América otra vez' -'Make America Great Again'- la cuestión comercial ocupa un lugar principal.
Desde entonces, las acusaciones a ambos paises sobre la manipulación de sus divisas para mantenerlas artificialmente bajas han sido continuas, así como las críticas a su propio banco central, la Reserva Federal (Fed), por fortalecer al dólar con sus subidas de los tipos de interés y la reducción de su balance. Tampoco han faltado las amenazas sobre las sanciones o tarifas que EEUU podría aplicar a determinados productos chinos o europeos.
EN LA MISMA 'TRUMPA'
Y así, entre declaraciones, amenazas y tuits, Trump ha generado una telaraña comercial en la que China y Alemania han caído. Sus economías, desde luego, así lo evidencian, puesto que están sufriendo un frenazo notable que irá a más en caso de que marzo llegue sin acuerdo alguno entre Pekín y Washington.
En 2018, China creció un 6,6% y para este año el Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula un ritmo del 6,2%. Parece mucho, pero teniendo en cuenta el historial del gigante asiático, acostumbrado a crecimientos de doble dígito o casi. no lo es. De hecho, son las cifras más discretas desde 1990. Y eso si se dan por buenas las estadísticas oficiales, que en el caso de China siempre generan sospechas.
"Sin necesidad de una 'guerra oficial', China está creciendo a sus ritmos más bajos desdee 1990 y Alemania crecerá, con suerte, poco más de un 1% en 2019"
En lo que respecta la principal economía europea, ya se llevó un susto considerable en el tercer trimestre, periodo en el que su economía se contrajo un 0,2% con respecto al anterior, algo que no pasaba desde 2015. Aunque la Oficina de Estadísicas alemana ya anticipó a mediados de enero que la economía volvió a crecer, aunque "ligeramente", en el cuarto trimestre, el parón que está experimentando resulta evidente.
Tanto es así, que los recortes a sus previsiones de crecimiento para 2019 están siendo constantes. El FMI las rebajó en enero del 1,9% al 1,3% y la Comisión Europea las ha reducido esta semana del 1,8% al 1,1%. Es decir, el principal motor económico de la Eurozona firmará este año su menor crecimiento desde 2013.
Aunque en cualquier caso se esperaba un menor crecimiento de China y Alemania en 2019, los ajustes a la baja están siendo más acusados por la incertidumbre comercial, que están enredando especialmente a Pekín, cuando el gigante asiático tiene que lidiar con otros asuntos financieros internos, como las dudas sobre la auténtica solvencia de la banca china y la deuda con la que cargan las empresas y los hogares. La cuestión comercial, por tanto, viene a ser un agravante, con todo lo que ello supone, puesto que tiene su lado negativo, en caso de que las negociaciones comerciales no acaben bien, y positivo, en caso de que sí se salden con un acuerdo.
"Nosotros esperamos que se llegue a algún tipo de acuerdo", exponen desde Amundi. Eso sí, con matices. "Es probable que perdure la incertidumbre, particularmente en torno a las negociaciones bilaterales porque en el núcleo del debate hay problemas estructurales, como la protección de propiedad intelectual, los subsidios o las empresas estatales, que probablemente no se tratarán plenamente a corto plazo", añaden desde la gestora. "Pensamos que una ruptura completa de las negociaciones es improbable porque el nerviosismo de los mercados, combinado con la desaceleración económica en EEUU y China, mantendrán a ambas partes en la mesa de negociación", opina Dave Lafferty, estratega jefe de mercados en Natixis Investment Managers.
EFECTOS SECUNDARIOS
En ambos casos, los diagnósticos son similares porque sus destinos, como países de claro perfil exportador, están vinculados. El avispero comercial de Trump está afectando a sus exportaciones y a los pedidos que sus compañías reciben a la espera, precisamente, de saber qué ocurre con las relaciones entre China y EEUU.
Ahora bien, en los cálculos de Washington también deben entrar los efectos secundarios que EEUU se puede encontrar. Con una Alemania más débil y, por extensión, con una Eurozona menos vigorosa en lo económico, el Banco Central Europeo (BCE) tendrá imposible subir los tipos de interés, con lo que el euro podría prolongar su depreciación contra el 'billete verde'. Hace un año, el euro compraba 1,25 dólares. Ahora, para enojo de Trump, se cambia a 1,13 dólares.
Y la misma realidad es aplicable al yuan chino, aunque en su caso con el matiz de que su evolución no viene determinada en exclusiva por el mercado, puesto que persiste el tutelaje de Pekín sobre su divisa. Hace un año el dólar compraba a 6,26 yuanes y ahora adquiere 6,74 yuanes.
Sin olvidar que EEUU tampoco sería inmune a los efectos de una guerra comercial real, que añadiría problemas a una economia que este año también crecerá menos -en torno a un 2,5%-. Como, además, Trump aspirará a la reelección en 2020 y pretende llegar con un crecimiento fuerte, tampoco parece probable que quiera romper por completo la cuerda comercial.
Pero el caso es que el tiempo sigue corriendo. Y marzo ya espera. Está previsto que el responsable comercial de EEUU, Robert Lighthizer, y el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, viajen esta semana a China para proseguir con las reuniones. El mercado confía en que se anuncien progresos. Y la economía mundial también.
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