Más que buena sintonía: Álvarez (UGT), Garamendi (CEOE) y una relación que choca con los ataques de Yolanda Díaz
- En el sindicato no sentaron bien las palabras de la vicepresidenta segunda contra los empresarios en el congreso de UGT celebrado en Barcelona.
- Más información: Díaz y Garamendi, historia de un desencuentro: del "querido Antonio" a la confrontación por la jornada laboral y la DANA
Las relaciones en el diálogo social son más complejas de lo que parecen; o, como poco, no son tan sencillas como se suele creer. La patronal y los sindicatos no siempre están enfrentados y la postura del Gobierno, claro está, no es la de mediador. En este tiempo, ha ido aflorando una sintonía cada vez mayor entre UGT y CEOE que, en según qué cuestiones, ha terminado por chocar con los ataques y la actitud beligerante de Yolanda Díaz hacia las empresas.
La historia viene de lejos, pues la buena relación entre Pepe Álvarez, secretario general de UGT, y Antonio Garamendi, presidente de CEOE, es de sobra conocida. Pero se ha ido haciendo más evidente en el último año. Y esta misma semana, en el congreso de UGT que se ha saldado con la reelección del asturiano como líder del sindicato, el choque con la líder de Sumar ha llegado a una nueva cota.
El cónclave ugetista acogió a numerosos representantes institucionales, políticos y empresariales. Entre ellos, el presidente del Gobierno, la vicepresidenta segunda o el líder de la patronal española. En estos encuentros, los invitados, cuando intervienen, suelen enarbolar un discurso en positivo, con parabienes para los anfitriones y dejando a un lado los conflictos en curso.
Un pacto no escrito que Yolanda Díaz decidió romper con una dura intervención en la que interpeló directamente a la patronal y al PP —Alberto Núñez Feijóo también se encontraba en el congreso— a razón de la reducción de la jornada laboral.
Menos de una semana después de dar por terminada la negociación tripartita, la ministra de Trabajo quiso aprovechar la presencia de Garamendi y el presidente de los populares para cargar contra ellos por su posición respecto a la rebaja del tiempo de trabajo.
"En democracia, el derecho de veto no es legítimo", espetó Díaz a los empresarios en su discurso. La alusión no sentó bien entre las filas de la patronal y desde UGT trataron de aplacar los ánimos, ya que no esperaban un discurso combativo. Pero Garamendi, en cambio, optó por reivindicar los acuerdos con los sindicatos y su capacidad para, incluso, "pactar los desacuerdos".
Y es que en CEOE cada vez molesta más la intromisión del Gobierno en el diálogo social. Más cuando consideran que esa amalgama de confrontación y acuerdo entre sindicatos y empresarios es un bien muy valioso para el conjunto del país. En su discurso, el líder de la patronal agradeció la "paz social" social de los últimos tiempos, y lo cierto es que el acuerdo entre ambos es la tónica general.
Tanto es así que no es ningún secreto que los sindicatos prefieren que CEOE esté en los grandes acuerdos. Pasó con la reforma laboral y las centrales querrían que sucediera igual con la reducción de la jornada. Es algo mutuo: fuentes cercanas aseguran que las conversaciones entre Álvarez y Garamendi son habituales y el ugetista siempre prefiere que los cambios lleguen de la mano con los empresarios.
La sintonía va más allá. Las medidas para incluir nuevos actores en el diálogo social impulsadas por Yolanda Díaz también son rechazadas tanto por CEOE como por UGT.
En este caso, la sintonía es total. Los movimientos del Gobierno para introducir en diversos órganos a Pimec o la asociación de la que forma parte, Conpymes, han sido o rechazados, en numerosas ocasiones, tanto por CEOE como por UGT.
Y es que, en este sentido, el peligro asoma para ambas organizaciones, que podrían ver diluido su poder de representación si más actores entrarán en los órganos de diálogo social. Abrir la puerta a Conpymes podría suponer hacerlo también para nuevos sindicatos. El riesgo es mutuo.
Lo cierto es que, a día de hoy, hay más enfrentamiento entre patronal y Gobierno que con los sindicatos. Una paz duradera que tiene su origen en el acuerdo salarial firmado en 2023, el AENC.
¿Seguirá el hacha de guerra enterrada cuando negociaciones mucho más peliagudas que las actuales, como la reforma del despido, se tengan que iniciar? Quedamos a la espera.