El sector empresarial español está enfrascado en los debates sobre la atracción de talento, la falta de mano de obra o el desacople entre la formación universitaria y las demandas del mercado laboral. Los economistas constatan que se ha descuidado la adecuación de la oferta formativa a las necesidades productivas y observan un exceso de titulación entre los trabajadores, pero no tanto de cualificación.
Los datos de Eurostat, correspondientes a 2022, sitúan la tasa de sobrecualificación de España en el 35,9%, muy por encima del 22,2% de la media de la Unión Europea. Con ese porcentaje, España lidera la sobrecualificación en Europa, seguido de Grecia, con un 32,4%, y Chipre, con un 31,8%.
Aunque estas cifras ofrecen un panorama del mercado de trabajo y de la formación de los empleados, los economistas prefieren analizarlas con detalle y cuestionarse si el problema sólo es el exceso de cualificación o si hay otras causas. Así, concluyen que tener varios títulos no implica estar sobrecualificado para una profesión.
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La miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales Montserrat Gomendio ve como "una paradoja" esa brecha entre la acumulación de titulaciones y el bajo nivel de competencias, tal y como expuso en un acto sobre educación organizado por el Consejo General de Economistas de España (CGE) y la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).
"La sobrecualificación es la consecuencia de que los titulados universitarios aceptan trabajos que no requieren esa titulación, pero no tienen un nivel de conocimientos y competencias superior al que el trabajo demanda", detalló la experta.
Esto se traduce en que los egresados pueden contar con una buena formación, pero terminan aceptando "trabajos para los que sus estudios no son relevantes". Por tanto, no están sobrecualificados para el puesto laboral que ocupan, sino sobretitulados.
Para Gomendio, el bajo nivel competencial de los titulados españoles responde a la "baja calidad del sistema educativo" y al hecho de que muchos alumnos "estudian grados que la economía no demanda".
Sin embargo, el catedrático emérito de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona, Martí Parelleda, también presente en el acto, sostuvo que "la universidad no tiene la responsabilidad en exclusiva" de reducir los desajustes entre la oferta formativa y las demandas del personal cualificado.
Al final, las empresas demandan los perfiles que exige "el modelo productivo español", por lo que Parelleda aboga por una colaboración universidad-empresa "más efectiva". Para salvar esos desajustes, el economista aboga por "la aplicación de las microcredenciales y la introducción y desarrollo de la mención dual" en el sistema universitario.