Los jóvenes españoles agrupan a poco más de 7 millones de personas de entre 16 y 29 años. Una franja de edad amplia y heterogénea, atravesada por la precariedad salarial, un mercado inmobiliario inaccesible y expectativas que se quedan por el camino. Antes o después, estos problemas alcanzan a todos y les obligan a postergar sus planes de futuro.
Los jóvenes se mueven en la propia indefinición de su etapa vital, pero también del concepto de juventud. El debate sobre quién es joven existe. Unos defienden que se trata de un estilo de vida que se extiende hasta los 35 años mientras que otros se oponen a que la precariedad prolongue la definición de joven pasados los 30, como comenta a EL ESPAÑOL-Invertia, el portavoz de Revolución Ugetista (RUGE-UGT), Eduardo Magaldi.
El secretario confederal de Juventud de CCOO, Adrià Junyent, por su parte, admite que la juventud en España se ha extendido hasta los 35 años. "Está subiendo la edad, tenemos que analizar la precariedad y por qué", reconoce a este periódico.
El empleo, que durante décadas ha sido precario y temporal, es una de las razones por la que los adultos jóvenes viven como jóvenes más tiempo del que habrían querido. A pesar de tratarse de una tendencia arraigada en el país, la realidad laboral empieza a cambiar.
En 2022, el número de contratos indefinidos entre los menores de 30 años creció un 300,23%, hasta los 2.572.384, como muestran los datos del Informe del Mercado de Trabajo de los Jóvenes, elaborado por el Ministerio de Trabajo. De esos, 888.266 fueron a jornada completa, 782.471 a jornada parcial y 901.64 fijos discontinuos.
Por su parte, los temporales se contrajeron un 32,82% en 2022 respecto a 2021, hasta los 4.224.814. Pese a la caída, todavía representan un 62,16% del total de los 6.797.198 de contratos firmados por menores de 30 años el ejercicio pasado.
"Estamos observando que hay un cambio, tanto en la incorporación como en la calidad del empleo. Estamos viendo datos inéditos entre los jóvenes", sostiene Magaldi.
El mercado laboral refleja este comportamiento desde la entrada en vigor de la reforma laboral, en 2022. El objetivo de la nueva normativa era reducir la temporalidad y la precariedad y, a juicio de Magaldi y Junyent, lo ha conseguido.
"La precariedad es un monstruo con varias cabezas. Con la reforma laboral, hemos cortado parcialmente la cabeza de la temporalidad", afirma el secretario confederal de Juventud de CCOO.
No obstante, los sindicatos también llaman la atención sobre la tasa de parcialidad, que en 2022 cerró en el 36,53% entre los menores de 30 años.
Aunque los datos españoles mejoran, con más de 3 millones de afiliados jóvenes a finales de 2022, en el contexto europeo siguen sonrojando. España registró una tasa de paro juvenil del 27,4%, la más alta de los Veintisiete, por delante del 23,6% de Grecia y del 21,3% de Suecia, según las estadísticas de Eurostat correspondientes a julio.
Del mileurismo al SMI
La incorporación al mercado laboral no garantiza un sueldo que dé para vivir. Los salarios en España son bajos y más cuando se trata de los jóvenes.
"Existe un mito en torno a que los jóvenes tienen que ganarse la vida, pasar un periodo de penuria… Esto no deja de ser discriminación (salarial) por edad", lamenta el portavoz de RUGE-UGT.
El salario medio bruto anual en España fue de 25.896,82 euros en 2021, último dato disponible de la Encuesta Anual de Estructura Salarial. En el caso de los menores de 20 años, esa cantidad era de 9.180,17 euros al año, y va creciendo, aunque levemente, en la franja de 20 a 24 años, hasta 13.224,95 euros anuales, hasta pasar a los 19.089,06 euros entre los 25 y los 29 años.
Un trabajador menor de 20 años ganó en 2021 un 64,5% menos que la media nacional, como reflejan estos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Para los empleados de entre 25 y 29 años, esa diferencia con la media española fue del 26,3%, y para los de 20 a 24 años, cercana al 49%.
"No está justificado que los jóvenes entren con salarios bajos. Existe una doble escala salarial respecto a los jóvenes. A igual trabajo, igual salario, independientemente del género y la edad", critica Junyent.
El secretario confederal de Juventud de CCOO también ve como un "sinsentido" que los trabajadores de más edad, o incluso los jubilados, tengan más renta disponible que los jóvenes, que son quienes "más liquidez necesitan" para independizarse, iniciar sus procesos vitales o criar.
Los jóvenes también se han beneficiado en los últimos años de las sucesivas subidas del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), que este 2023 ha quedado en 1.080 euros. Así, el mileurismo, que hasta hace no tanto era una meta para muchos trabajadores, es ahora la renta mínima.
Además, las perspectivas salariales de los trabajadores, no sólo de los jóvenes, se presentan más halagüeñas tras la firma del V Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC). Este pacto recomienda un incremento del 4% para 2023, del 3% para 2024 y de otro 3% para 2025, y una cláusula de revisión salarial con alzas de hasta el 1% adicional si la inflación superaba esos niveles.
Sin vivienda
La emancipación es un sueño cada vez más inalcanzable para los jóvenes españoles. Los sueldos no dan, el mercado inmobiliario no ayuda y la banca tampoco da facilidades.
En el Consejo de la Juventud Española (CJE) lo tienen claro: los jóvenes ya no se emancipan. La edad media para salir de la casa familiar son los 30,3 años, por lo que los jóvenes ya no son estrictamente jóvenes cuando consiguen un hogar, ya sea en alquiler o en propiedad.
El informe sobre emancipación del CJE constata que sólo el 15,9% de toda la población joven de España vive fuera del domicilio familiar, lo que supone menos de la mitad de la media europea, que se sitúa en 31,9%.
Independizarse en España implica, en la práctica, quedarse sin sueldo. Los alquileres rondaban en el segundo semestre de 2022 los 912 euros al mes, el equivalente al 83,7 % del sueldo neto de una persona joven. A tener un techo hay que sumarle una media de 141 euros al mes para suministros. El CJE estima un saldo restante de 36,93 euros para alimentos, ropa y ocio.
La compra tampoco se presenta como una opción. La entrada media de una vivienda en España estaba cercana a los 50.000 euros a finales de 2022. Eso se traduce en 3,8 años completos de sueldo de una persona menor de 30 años. Tras la entrada, el importe medio de la primera cuota de hipoteca era de 661,33 euros, el 60,7 % del salario medio.
"Las implicaciones son obvias: el proyecto de vida se retrasa. Cuando te emancipas tarde, todo empieza más tarde. Esto va relacionado con los proyectos vitales que tenga una persona joven", señala a EL ESPAÑOL-Invertia la presidenta del CJE, Andrea Henry.
En RUGE-UGT apuestan por "dar una revisión a la Ley de Vivienda", para que las casas dejen de ser "un bien de lujo" y se pueda acceder a ellas "como un bien básico". Más allá de la normativa, Magaldi entiende "la frustración" de los jóvenes ante la imposibilidad de emanciparse.
"Hay un discurso estigmatizador que dice que queremos vivir con nuestros padres. El número de personas que se queda porque quiere es residual. A partir de una edad, tenemos necesidades de independencia. Nos vemos incapacitados para ello", asegura el portavoz de RUGE-UGT.
Expectativas truncadas
Magaldi cree que este retraso en la edad de emancipación termina creando "sentimientos de desafección y falta de pertenencia con la sociedad". No es el único que interpreta así la falta de independencia. Henry comparte esa sensación de "frustración" entre los jóvenes al toparse con un futuro que no es el que esperaban.
"Se nos ha inculcado que hay que formarse y luego nos hemos encontrado con mucha frustración al salir porque no encontrábamos trabajo, no se nos paga lo que se debería... Son unas expectativas que al final no se han visto cubiertas y afectan mucho a la salud mental de los jóvenes", advierte Henry.
Junyent también alude a esas "expectativas truncadas". La referencia de muchos jóvenes españoles son los años de la burbuja inmobiliaria, cuando "se vivía bien", aunque con matices, como aclara el secretario confederal de Juventud de CCOO.
"Se ha roto la promesa de estudia y te irá bien. No está siendo así. Hay que analizar por qué no está siendo así. El tejido productivo es incapaz de absorber el talento que hay en España", explica.
Para Junyent, el futuro de la juventud española pasa por impulsar la creación de empleos de alto valor y atender la salud mental. Algo en lo que coinciden también Henry y Magaldi, que aprecian cierta relación entre la precariedad y la ansiedad. "Cuando hablamos de salud mental, también es socioeconómica: empleo, vivienda y condiciones de vida", recuerda.