El Banco Central Europeo (BCE) juega el juego de la espera. En su primera reunión del año, el Consejo de Gobierno ha seguido este jueves el guión previsto y ha mantenido sin cambios los tipos de interés en un nivel récord del 4,5%. Es la tercera vez consecutiva que la institución dirigida por Christine Lagarde opta por el modo pausa tras el ciclo de subidas del precio del dinero más agresivo de su historia.
Pese a que la eurozona se halla al borde de la recesión y el proceso desinflacionista ha avanzado más rápido de lo previsto, el BCE considera que todavía es pronto para cantar victoria. A Lagarde todavía le preocupa la evolución de los salarios y el riesgo de un nuevo repunte de precios por la crisis en el mar Rojo.
En los días previos a la reunión de este jueves, la presidenta del BCE ha alejado el recorte de tipos al menos hasta el verano, contradiciendo las expectativas del mercado, que esperaba la primera bajada ya en marzo. Los 'halcones nórdicos' todavía van más allá y avisan de que quizá el precio del dinero no disminuya en 2024 si se materializan los riesgos inflacionistas.
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"El Consejo de Gobierno tiene la determinación de asegurar que la inflación vuelva a situarse pronto en su objetivo del 2 % a medio plazo. Las decisiones futuras del Consejo de Gobierno asegurarán que los tipos de interés oficiales se fijen en niveles suficientemente restrictivos durante el tiempo que sea necesario", señala el comunicado hecho público al término de la reunión.
En todo caso, el BCE admite que los altos tipos de interés están provocando los efectos deseados. "La tendencia a la baja de la inflación subyacente ha continuado y las subidas anteriores de los tipos de interés siguen transmitiéndose con fuerza a las condiciones de financiación. Las restrictivas condiciones de financiación están frenando la demanda, lo que está ayudando a reducir la inflación", subraya el comunicado.
Con la decisión de este jueves, el tipo de interés general se mantiene en el máximo histórico del 4,5%. La facilidad marginal de crédito (lo que pagan los bancos por la financiación a un día) se queda en el 4,75%; mientras que la facilidad de depósito (la remuneración a las entidades por aparcar su dinero en Fráncfort) seguirá en el 4%, su nivel más alto desde la creación del euro.
A la hora de mantener los tipos sin cambios, el BCE ha tenido en cuenta que la inflación subió cinco décimas en diciembre hasta situarse en el 2,9%, debido a la retirada de las ayudas energéticas en algunos países y al efecto escalón de comparación con el año anterior. La inflación subyacente -que excluye energía, alimentos, alcohol y tabaco, los elementos más volátiles- siguió reduciéndose desde el 3,6% en noviembre hasta el 3,4% en diciembre.
Al mismo tiempo, la economía de la eurozona retrocedió un 0,1% en el tercer trimestre del año pasado y probablemente siguió en territorio negativo en los meses finales de 2023. Eurostat publicará los datos preliminares el martes 30 de enero, pero ya se sabe que Alemania, la locomotora europea, se contrajo un 0,3% el año pasado.
En el lado positivo, el mercado de trabajo mantiene su fortaleza, con una tasa de desempleo en mínimos históricos del 6,4%, aunque empiezan a aparecer señales de enfriamiento. España sigue siendo líder en paro con el 11,9%.
Por su parte, las subidas de tipos decretadas por el BCE en el último año siguen transmitiéndose con fuerza al conjunto de la economía. La demanda de créditos para empresas y hogares continua reduciéndose de forma sustancial y los bancos endurecen las condiciones de concesión de préstamos, según la última encuesta trimestral del BCE.