Poco a poco, casi sin hacer ruido, el arroz va haciéndose pequeño en el campo español. Afectado especialmente por la sequía desde hace cinco años, este 2023 le reserva el golpe más difícil a un grano que es base de la gastronomía nacional, y cuyo cultivo está en mínimos no vistos en 18 años. Tanto ha bajado que por primera vez importamos más de lo que exportamos.
La crisis en la que está sumido el arroz ha obligado a aumentar de forma continuada en el último lustro las importaciones para poder atender la demanda, pero al menos la balanza seguía jugando a favor de nuestro país: el valor del arroz que exportábamos era superior al que importábamos. Las cuentas eran positivas.
Hasta el año pasado, cuando por primera vez las importaciones adelantaron. Así lo constata el informe de comercio correspondiente a 2022 del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).
Gastamos entonces 262,7 millones de euros en comprar arroz a otros países, un 70% más que el año anterior, frente a 226 millones que ingresamos por venderlo fuera de nuestras fronteras.
En consecuencia, también subió considerablemente el volumen de arroz que se compró a otros países: un 44% más, hasta las 414.899 toneladas de arroz. Un 54% superior a la cantidad que exportamos.
Compramos más porque cada vez producimos menos. Los datos del MAPA apuntan a un fortísimo desplome de la producción en 2022, con 381.300 toneladas; es casi la mitad de lo conseguido el año anterior.
La sequía lo explica. Es la causa de que la superficie del cultivo esté en mínimos de 18 años, según apunta el Ministerio en su informe anual sobre superficies y rendimientos de cultivos, y será la causa para que este año todos estos números empeoren.
El Bajo Guadalquivir, clave
La clave para ver este futuro reside en las provincias de Sevilla y Cádiz. En el Bajo Guadalquivir se produce hasta el 45% del grano nacional -más del 90% de esta cantidad sale de los cultivos sevillanos- y con el recorte de dotación de agua decretado por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir por la sequía, se ha renunciado a sembrar esta primavera.
"Estamos sufriendo una sequía muy prolongada, sin arroz en Sevilla y que se agrava mucho porque en la campaña pasada solo pudimos sembrar un 30% de superficie. Pero es que en 2021 solo pudimos sembrar un 50%", expone a este periódico Eduardo Vera, gerente de la Federación de Arroceros de Sevilla.
Si se le suman las importantes pérdidas de los dos años anteriores por la alta salinidad del Guadalquivir, el balance que arroja es que la zona acumula varios años "tremendos". "Lo que se vive ahora es fruto de estos cinco años de sequía climatológica, aunque los tres últimos sean de sequía hidrológica", apunta.
Aunque también han impactado otros factores, como el encarecimiento de los costes de producción, que se ha duplicado para los arroceros. "Es la tormenta perfecta", lamenta Vera.
Renunciar a las 36.000 hectáreas que se podrían cultivar con arroz en Sevilla es tanto como perder 5.000 puestos de trabajo; 729 millones de euros en ventas o el 5,2% de la producción agrícola en Andalucía.
Todas estas cifras rumia Vera, que señala que en el caso de arroz la competencia internacional es feroz, especialmente de Asia, un mercado contra el que sostiene que los productores españoles, y europeos en general, están "en situación de indefensión".
Arroz cada vez más caro
"Nos preocupa que nos pueda entrar más arroz asiático", dice a continuación. El pasado enero, el Tribunal General de la Unión Europea emitió una sentencia en la que consideraba nulos los aranceles impuestos tres años antes por la UE a las importaciones de arroz provenientes de Camboya y Birmania.
Fue una medida que impulsó las exportaciones españolas del grano, pero ahora, sin el arancel y con una Europa que ha reducido un 15% la superficie de arroz desde 2010 por el clima, la balanza se invierte. Temen llegadas masivas de arroz asiático que mermen aún más a los productores españoles, que ven cada vez menos rentabilidad a su trabajo.
"No es que nos convirtamos en proteccionistas, somos conscientes de que estamos globalizados, pero ya que Europa es deficitaria de arroz, al menos pedimos ordenar esta entrada. Hay mercado para todos, pero hay que priorizar al productor europeo", sostiene Vera.
Producir poco, además, no solo afectará a los productores. También a los saldos comerciales, teniendo en cuenta los incrementos del precio del arroz en los mercados internacionales.
De ello daba cuenta la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en su último informe. Su índice de precios para todos los tipos de arroz aumentó un 2,8 % en julio -un 19,7 % en el año- y alcanzó su nivel nominal más alto desde septiembre de 2011.
¿El motivo? La prohibición de las exportaciones de arroz índica sin cocción previa impuesta por la India a finales de julio. La decisión aumentó las expectativas de aumento de las ventas de arroz de otros orígenes, y con ello la presión al alza que ya ejercían sobre los precios la mayor escasez estacional de suministros y las adquisiciones en Asia.
Si no se producen grandes cambios en el panorama, será más caro asegurar que sigue habiendo arroz suficiente para atender la demanda.