Además de alivio, la ansiada agua ha traído consigo nuevos daños para la agricultura de nuestro país. Dos semanas de lluvias, con inundaciones y pedriscos, dejan una situación de siniestro en 150.000 hectáreas de herbáceos, ajo, hortalizas, viña, fruta y cítricos. Sumadas a los daños por la sequía, con pérdidas irreparables en más de cinco millones de hectáreas de cereal, cierran un semestre para olvidar en el campo: el VAB (valor añadido bruto) agrario, incluso, ha recortado su crecimiento un 3,4%.
En total, la factura por indemnizaciones se estima ya en 400 millones de euros. De ellos, 300 corresponden a daños por sequía y los 100 restantes, a los siniestros provocados por las tormentas, según Agroseguro. Al menos por ahora.
El mal tiempo ha arrasado en decenas de miles de hectáreas de herbáceos, ajo, hortalizas, viña, fruta y cítricos, muy repartidos por varias comunidades autónomas.
Castilla y León es la que cuenta con más pérdidas declaradas hasta ahora al seguro. Los daños por pedrisco superan ya las 45.000 hectáreas aseguradas, la mayor parte cereal de invierno de Burgos y Valladolid, aunque los daños se extienden por otros cultivos asegurados de todas las provincias como leguminosas, girasol, remolacha, patata o uva de vino, entre otros.
En Murcia, se ha dado parte de siniestro en 14.000 hectáreas, de las que un tercio son producciones de fruta. Sandías de Lorca, albaricoques en Caravaca de la Cruz, Bullas y Cieza, albaricoque, limón y mandarina en Molina de Segura o melón y patata del Campo de Cartagena han salido damnificados por pedriscos e inundaciones. Puntualmente hay también daños en cultivos hortícolas, frutos secos o viñedo.
En Castilla-La Mancha han sido afectados cerca de 15.000 hectáreas. Sobre todo de ajo y en concreto en Albacete y Cuenca. Los frutales de la comarca de Hellín y los viñedos cercanos a Higueruela, Castillas de Martín de Arriba y Alpera, y en las zonas vitivinícolas del sureste de Cuenca también han sufrido daños.
En la Comunidad Valenciana hay más de 7.000 hectáreas dañadas. Las lluvias han provocado daños muy elevados en las explotaciones de cereza del norte de Alicante. Mientras que los pedriscos han dejado siniestros que se reparten por diferentes áreas de las provincias de Valencia, Castellón y Alicante y por producciones como la uva de vino, la uva de mesa, los cítricos y frutales como el albaricoque o el granado.
En el caso Aragón, se ha dado parte por 13.000 hectáreas. Los mayores daños se han producido a causa de las tormentas de pedrisco en herbáceos de Barbastro, Monzón, Sariñena y Grañén (Huesca), Villar y Herrera (Zaragoza) y Muniesa y la cuenca del Jiloca (Teruel). Además, también se han registrado daños en producciones de cereza de Calatayud y La Almunia (Zaragoza).
Y finalmente, Extremadura suma parte por daños en 8.000 hectáreas en dos grandes puntos: valle del Jerte, donde las lluvias han afectado 800 hectáreas aseguradas en variedades de cereza de media estación y tardías. Y por otro lado, en ambas vegas del Guadiana, donde el fuerte pedrisco ha dejado otras 3.500 hectáreas siniestradas, con daños en 1.400 hectáreas de viña y 1.000 hectáreas de tomate, así como en explotaciones de frutales, olivar o cereal.
Recorte en el VAB
Todo ello sin contar con el impacto de la sequía, que supondrán unas indemnizaciones estimadas de 300 millones. Al margen del seguro, el golpe se mide también en las cuentas macro del sector.
La escasez de lluvias ha disminuido el crecimiento trimestral de su VAB un 3,4% de enero a junio. El recorte, además, podrá empeorar sustancialmente al cierre de 2023 si la situación se mantiene: se proyecta para entonces que la brecha de crecimiento escale al 8,5% en el VAB agrario y al 2,2% en el empleo agrario.
Es una estimación recogida en el último informe del BBVA Research. Tomando como referencia el Índice Estandarizado de Precipitación y Evapotranspiración (SPEI), que el pasado abril marcó mínimos históricos, compara los niveles actuales de sequía con los niveles promedio registrados en el periodo 2017-2021.
Y el resultado es que este año supone "un revés importante para el sector agroalimentario", admite el informe. Cada trimestre el VAB ha mermado su crecimiento un 2,2%; en todo el semestre, se alza un 3,4% menos de lo que habría avanzado si se hubiera dado una sequía promedio, como la del periodo 2017-21.
El análisis deja, con todo, una rendija de esperanza: si la sequía revierte antes de Navidad, el recorte de crecimiento se reduciría a alrededor del 1% en el caso del VAB y del 0,4% en el empleo agrario.