La economía española creció un 2% en el tercer trimestre del año gracias al tirón de la demanda externa, según el avance de la Contabilidad Nacional elaborado por el INE. Se trata de un incremento nueve décimas superior al del segundo trimestre de 2021, pero es un vigor insuficiente para sostener el cuadro macroeconómico del Gobierno, ya que en el agregado del año, el PIB solo crece un 2,5% hasta septiembre, lejos del 6,5% previsto para el conjunto del año. La debilidad del consumo de las familias está detrás de este varapalo para las cuentas de la vicepresidenta, Nadia Calviño.
En contra de lo que se esperaba por el Gobierno, lejos de gastar más, los hogares moderaron su consumo entre julio y septiembre, con una caída del 0,5% frente al trimestre precedente. En un contexto de elevada incertidumbre, las empresas tampoco animaron la inversión con la fuerza necesaria para impulsar el rebote que necesita la economía española tras un 2020 marcado por la pandemia.
Este contexto, hace que sea inviable cumplir con las previsiones de crecimiento del Ministerio de Economía para 2021. En el primer semestre del año, la economía permaneció estancada, con una caída del 0,6% en los primeros tres meses y un avance del 1,1% después. Es decir, un tímido incremento del PIB del 0,5%, al que ahora se sumaría otro avance del 2%.
Son cifras que obligarán a revisar a la baja el cuadro macroeconómico con el que se han elaborado los Presupuestos Generales del Estado (PGE) que parten de un crecimiento de la economía española para 2021 del 6,5% que sería previo a un avance del 7% en 2022.
Calviño es consciente de la situación y en los últimos días ha comenzado a modular su discurso dejando abierta la puerta a una revisión de sus previsiones macroeconómicas. Los servicios de estudio nacionales están pronosticando crecimientos entre el 5,1% y el 5,5% para este año. Aún así, es difícil que se cumplan.
Y más, después de la mala sorpresa que ha dado la inflación al alcanzar (según el dato avanzado) el 5,5% en octubre, a la espera de tocar otro pico en noviembre.
Este dato de la Contabilidad Nacional publicado este viernes es el adelantado, lo que significa que tendrá que ser confirmado por el propio INE, que desde que comenzó la pandemia viene advirtiendo de la dificultad que tiene elaborar previsiones en un contexto sin precedentes estadísticos. Así, en el segundo trimestre del año, el dato definitivo rebajó al 1,1% -desde el 2,8%- el crecimiento, mientras que para el primer trimestre, la revisión restó otras dos décimas por un desvío en el cálculo.
El rebote, un espejismo
Si se miran los datos en términos interanuales, la fotografía no mejora y confirma que lo que sucedió en el tercer trimestre de 2020, con la desescalada y el fin del confinamiento, fue un espejismo.
Con los datos de septiembre de 2021, el PIB todavía se encuentra un 6,6% por debajo de los niveles previos a la pandemia.
La estadística del INE arroja otros datos preocupantes, como el de la productividad por horas trabajadas, que se redujo un 0,6% en el tercer trimestre frente al mismo periodo del año anterior. Esto a pesar de que el número de horas trabajadas creció un 0,3% frente al trimestre anterior, lo que supone un incremento inferior al que venía registrándose.
Por sectores, la agricultura, ganadería y pesca sufrieron un retroceso de 5,5 puntos, mientras la industria creció un 2%, la construcción otro 1,8% y los servicios otro 3,2% impulsados por el comercio, el transporte y la hostelería, así como por las actividades artísticas y recreativas.
Son datos decepcionantes para el trimestre en el que la vacunación empezó a devolver la normalidad a muchas actividades económicas.
El consumo público también se moderó con un avance del 0,1%, frente al 0,9% del trimestre precedente y al 1,1% del mismo periodo del año anterior.