El Gobierno está cada vez más solo en sus previsiones macroeconómicas. En los últimos días, los servicios de estudio han recortado en cascada sus estimaciones de crecimiento para 2022 y el consenso está ya más cerca de que España crecerá apenas algo más del 5% en 2021 que el 6,5% que estima el Ministerio de Economía.
Tras el error que reconoció el Instituto Nacional de Estadística (INE) el pasado septiembre, cuando recortó en un 1,1% el crecimiento que había calculado para el segundo trimestre de este año, era esperado que se produjera esta rebaja. Sin embargo, los motivos que están exponiendo los economistas para empeorar los escenarios que manejan van mucho más allá de esta corrección.
El encarecimiento de las materias primas, la crisis energética, los problemas de suministro en las cadenas de comercio internacionales, la menor inversión de las empresas y la confirmación de que las familias no van a gastar el dinero que ahorraron en la pandemia están presentes en estas revisiones a la baja. Y por encima de todo ello sobrevuela el fantasma de la inflación, hasta el punto de que algunos economistas, como los de la consultora Freemarket ya advierten con claridad que hay que tener presente el "riesgo real" de que la subida de precios que se está produciendo en los últimos meses haya venido para quedarse.
Esto tendría un efecto inmediato muy dañino sobre la economía real -la que afecta a familias y empresas en su día a día- y a medio plazo, provocaría un cambio de la política monetaria del BCE que está sosteniendo las compras de deuda pública para poder sostener la recuperación económica hasta que la pandemia remita.
De momento, la inflación ya ha tenido un impacto de 8.600 millones de euros en términos de pérdida de poder adquisitivo para los consumidores, según la Fundación de Cajas de Ahorro (Funcas).
Este miércoles, Funcas rebajó en 1,2 puntos, hasta el 5,1% su previsión de crecimiento para la economía española en 2021 y a cambio elevó en dos décimas -hasta el 6%- el rebote en 2022. Sin embargo, los economistas de este servicio de estudios advirtieron que su escenario es que la inflación siga presionando al alza hasta la primavera de 2022 sin que se pueda descartar que se mantenga más allá de esa fecha. Esto sería un golpe para la recuperación económica de hogares y empresas.
Rebajas en cascada
"El principal riesgo para estas previsiones radica en la continuación más allá de la primavera de los precios elevados de las materias primas, las dificultades de abastecimiento... Todo lo cual, además del impacto directo sobre la actividad industrial, supondría la permanencia de tasas de inflación por más tiempo de lo esperado con el impacto que esto conlleva sobre el consumo y con el riesgo de desanclaje de las perspectivas a largo plazo", explica la economista senior de Funcas, María Jesús Fernández.
El mayor pesimismo del servicio de estudios de las antiguas cajas de ahorro se suma al expresado en los últimos días por otras instituciones privadas, como BBVA Research, que recortó el PIB esperado para este año hasta el 5,2% y el de 2022 hasta el 5,5%.
Mientras, Freemarket es más pesimista y estima que el crecimiento del PIB este año sería del 5%, mientras que para el próximo dibuja dos escenarios. En el primero, España solo crecería un 5,1% y en el segundo esa recuperación sería del 6,1% impulsada por un mayor consumo de los hogares, un aumento del gasto público y un incremento de la inversión de las empresas.
También desde organismos públicos se ha rebajado el optimismo económico del Ejecutivo en los últimos días. La AIReF también ha rebajado esta semana sus previsiones. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal recortó su estimación de crecimiento hasta el 5,6% este año y hasta el 6,3%. Mientras, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, anunció que esa institución acometerá una "rebaja significativa" de las previsiones el próximo diciembre.
Alza salarial
Al temor a que la crisis energética que va a encarecer la vida de las familias este invierno perdure en el tiempo se suma la preocupación por la posibilidad de que los sindicatos comiencen a reclamar alzas salariales. Esto significaría que la inflación perduraría en un momento en el que la economía todavía no ha recuperado el nivel prepandemia.
"Si el IPC cierra este año en el entorno del 5% y su tasa interanual supera, como lo hará, el 3% en términos interanuales, las presiones de las centrales sindicales para incrementar los salarios y compensar o eliminar su pérdida de poder de compra serán muy altos, sobre todo, en un entorno de aparente recuperación de la economía", advierte la consultora que preside Lorenzo Bernaldo de Quirós.
En este contexto, el gobernador del Banco de España ya ha advertido del riesgo que supondría para la economía realizar indexaciones al IPC de partidas de gasto público para pagar pensiones y salarios por el impacto "retroalimentativo" que tendría sobre la inflación.
Así, algunas de las llaves para que la inflación sea realmente transitoria están en manos del Congreso y de los sindicatos. Sin embargo, la decisión no será sencilla, puesto que tendrá un coste político, ya que no subir los salarios al ritmo del IPC complicará la economía de las familias en un momento en el que todavía no están gastando el ahorro que hicieron en los meses de confinamiento entre otros motivos, por temor a que la economía no se recupere con la fuerza prevista.