Dicen que hace muchos siglos una ardilla podía recorrer la península ibérica sin tocar el suelo, por la gran cantidad de árboles que teníamos. Hoy podemos decir que hay tantos eventos sobre inteligencia artificial que podríamos pasarnos toda la semana de evento en evento, sin pisar la oficina.
Y esto, que puede parecer una crítica, no lo es, es una realidad que se corresponde con la necesidad de dar respuesta al tsunami que ha provocado la irrupción de la inteligencia artificial en nuestra vida profesional y personal. Un tsunami que no para de crecer y al que no podemos perder de vista ni un solo segundo.
Hay encuentros sectoriales de IA de todo tipo: marketing, gestión empresarial, salud, educación, movilidad, energía, finanzas, administraciones públicas, etc.…
Por ejemplo, esta semana me han invitado a tres eventos de IA, todos muy interesantes, el primero (cronológicamente) organizado por una revista de gran prestigio y muy enfocado al sector empresarial; el segundo es una iniciativa de una universidad privada, también muy reputada, que tratará el tema de IA y educación, los dos con ponentes de primer nivel, nacionales e internacionales. Y el tercero, unos de mis encuentros favoritos, el Summit de Inteligencia Artificial de Ametic (AI Summit 2024), que se celebra desde 2018 y, en mi opinión, el encuentro de referencia en inteligencia artificial de la industria digital.
Pero, ¿por qué creo son importantes estos encuentros? Primero porque se comparten casos de uso muy interesantes, que sirven de inspiración; segundo porque se comparte conocimiento sobre los últimos desarrollos y tendencias que nos ayudan a actualizarnos; tercero porque se abre un debate, siempre muy interesante, entre oportunidades y riesgos; y por último siempre hay participantes de las administraciones públicas lo que impulsa la colaboración publico privada en un tema de gran impacto para todos.
Hoy, en uno de estos encuentros, alguien ha dicho, creo que acertadamente, que estamos viviendo en una época como la del Renacimiento o la de la llegada de internet.
Y como en todos los cambios de época se generan muchas incertidumbres y temores, a los que tenemos que dar respuesta, como, por ejemplo, la sostenibilidad y la ética. En este sentido Europa está a la vanguardia en el desarrollo legislativo del uso ético de la IA. Además, en España somos pioneros con la creación de la primera Agencia de Supervisión de la Inteligencia Artificial en Europa (AESIA). Aunque de momento no está operativa, y todavía quedan muchas cosas por conocer, como por ejemplo qué criterios utilizará y cuan efectivos serán estos. No es una tarea fácil y menos siendo los primeros.
Otro de los temas que más se están debatiendo son los derechos de propiedad intelectual e industrial. A principios de año, un grupo de ochoperiódicos americanos denunciaron a las empresas desarrolladoras de IA Generativa alegando que utilizaban sus contenidos para entrenar a los algoritmos.
¿Y qué pasará con las pequeñas empresas, cómo y cuándo empezarán a utilizar de forma adecuada y segura esta poderosa herramienta… y la Administración?
Otro de los retos a los que nos enfrentamos como país, es la obligación de liderar soluciones de IA en aquellos sectores que más afectan a nuestra economía y sociedad, como son la industria del turismo, la agroalimentaria o la fabricación de Automóviles. Porque el que lidere las soluciones de IA en estos sectores, liderará el desarrollo industrial, comercial y tecnológico.
Por último, y no menos importante, la formación reglada. Habría que introducir conocimientos de IA aplicada en todas las carreras universitarias y cursos de formación profesional. Y en la no reglada, en la formación continua, que cada vez es más necesaria para aprender / desaprender y adaptarnos a los continuos cambios.
Por todo ello, creo que además de asistir a todos los debates que podamos para aprender, abrir nuestra mente a las posibilidades que la IA nos ofrece y conocer los riesgos que conlleva, deberíamos de fomentar esos debates en nuestro entorno profesional y personal porque la mejor forma de adaptarse a un cambio es conociendo bien y liderándolo.
En cuanto a la ardilla que cruzaba España sin tocar el suelo, no está claro el autor de la frase, se cree que fue el geógrafo griego Estrabón (64 ac - 24 dc), aunque hay cierto debate sobre si era real que la ardilla podría cruzar España sin tocar el suelo, o era un bulo. Paradojas de la historia que no dejan de repetirse.