El momento de profunda incertidumbre que vivimos en la actualidad está dejándonos notas cuanto menos insólitas. A pesar de ello, o quizás debido a ello, me costó creerme la noticia de que Bret Taylor abandonaba su posición de coCEO de Salesforce. Máxime cuando lo hace sin un rumbo claro y apenas una semana después de que también fuera despedido del consejo de administración de Twitter.
Si bien lo segundo era esperado, con un Elon Musk que ha entrado en la red social cual elefante en una cacharrería, su marcha de Salesforce ha sorprendido a propios y extraños. Hace apenas unos meses entrevistaba a Taylor en exclusiva para España, un encuentro en el que se mostraba ilusionado con el reto que había encarado apenas un año antes tras su paso por Google, Facebook o Quip. No había ninguna señal de alerta, ningún atisbo de duda sobre su futuro. Al contrario: manifestó -incluso con la grabadora apagada- sus ganas de construir cosas interesantes de la mano de Marc Benioff, coCEO y fundador de la multinacional.
De hecho, y según se rumorea en los mentideros de la industria, ni el propio Benioff se esperaría esta salida. No es habitual leer en un comunicado tan difícil como el de una marcha de este calibre leer que el 'gran jefe' firme lo que sigue: "No se puede mantener a un tigre salvaje en una jaula. Vamos a intentar que vuelvas de alguna manera".
En Dreamforce, el evento bandera de la compañía, Taylor tuvo un protagonismo absoluto, encargado de todos los grandes anuncios de negocio. Los gestos y palabras de complicidad entre ambos fueron sobresalientes, incluso en algunas ocasiones desmedidos; algo que se achacó a las ganas de Salesforce de acabar con cualquier duda sobre esta figura de dualidad en su liderazgo.
Recordemos que Salesforce no es nueva en esto de las bicefalias: Keith Block se unió brevemente al fundador Marc Benioff al frente de la multinacional hace unos años. Y tampoco en este caso la estructura funcionó a medio plazo.
El asunto podría quedarse en un movimiento personal de difícil comprensión o a causas personales de otra índole. La excusa oficial de que Bret Taylor quiere volver al emprendimiento podría ser válida. Pero aquí llega una nueva vuelta de tuerca a esas notas insólitas.
Esta semana conocíamos la marcha de otro de los grandes ejecutivos de Salesforce, ni más ni menos que el CEO y cofundador de Slack, Stewart Butterfield. La herramienta de colaboración, adquirida por el coloso de San Francisco a cambio de 28.000 millones de dólares, es la joya de la corona, el lazo con el que la firma quiere envolver sus crecientes aplicaciones de negocio, las nubes verticalizadas.
Su sustituta es Lidiane Jones, con apenas tres años de experiencia en la compañía, quien será la encargada de materializar algunos de los proyectos estrella que inició Butterfield, como Salesforce Customer 360. Y si bien el cofundador de Slack dejó claro en un mensaje interno que su salida no tiene nada que ver con la de Taylor, la coincidencia temporal hace que la rumorología se dispare.
¿Qué está pasando en Salesforce?, se preguntan muchos. Veremos cómo se calman las aguas durante 2023 y la forma que toma la alta dirección de la multinacional tras estos cambios de calado.