Nació en un verano de 1967 en Hyderabad, una de las grandes metrópolis de la India y uno de los grandes epicentros globales del comercio de las perlas. En tiempos más recientes, esta ciudad de nueve millones de habitantes también alberga HITEC City, conocida como el Silicon Valley de ese país. Quizás eso pueda entenderse como una señal premonitoria, pero lo cierto es que el gran hijo pródigo de esta urbe es hoy el consejero delegado de una de las mayores compañías tecnológicas del mundo: Microsoft.
Con apenas 21 años, Satya Nadella abandonaría la India para estudiar un máster en Informática en Estados Unidos. En 1992 ya estaba a las órdenes de Bill Gates en la todopoderosa creadora de Windows u Office. Estuvo a punto de no entrar en la compañía: durante el proceso de selección se le echó en cara una notable falta de empatía. Parece casi incompatible con la imagen del directivo cercano, afable y solidario que se nos ha presentado de Nadella. El punto de inflexión en su carácter hay que encontrarlo en el nacimiento de su hijo Zain, con parálisis cerebral, quien le mostró el duro -y al mismo tiempo extraordinario y sensible- universo de las personas con necesidades especiales.
En su carrera a través de Microsoft, Satya Nadella dirigió la división de servidores, la de servicios online, la de plataformas de búsqueda y la de nube. Cuentan los cercanos al ejecutivo que esta última posición fue casi una apuesta a cara o cruz: o fracasaba rotundamente o descubría una nueva mina de oro para los de Redmond. Salió cruz.
El resto, como suele decirse, es historia: en febrero de 2014 fue nombrado consejero delegado de Microsoft, el tercero en sus entonces 40 años de vida. El hombre que resucitaría la compañía con una visión abierta al código libre, a la colaboración con sus antaño archienemigos de Apple. El mismo que abrazó con fuerza la revolución de la nube pública con Azure y que vio, antes que nadie, el potencial de la inteligencia artificial generativa que desarrollaban Sam Altman y Greg Brockman en OpenAI.
"Cuando Microsoft fue creada, la tecnología estrella eran los PC; ahora son los modelos fundacionales de inteligencia artificial. Pero hay muchas cosas que han permanecido igual: seguimos siendo una empresa de plataformas que quiere dejar un impacto en el mundo que nos rodea. Y que lo es con una cultura dentro de la organización que nos permite actualizarnos continuamente en las nuevas tecnologías. Los últimos diez años realmente nos han ayudado a recuperar algo de esa esencia, pero la clave es que sucederá en el futuro, si seguiremos teniendo esa hambre, esa humildad y la confianza de seguir aprendiendo sin perder nuestra identidad".
Un diagnóstico claro y sincero, que Nadella ofrece en una entrevista exclusiva para España con D+I - EL ESPAÑOL. En sus oficinas centrales de Redmond, y rodeado de su séquito de confianza, el máximo directivo de la multinacional no elude ninguno de los grandes temas del momento: la explosión omnipresente de la IA generativa, el futuro de OpenAI, la regulación en la escena digital, su controvertida presencia en China e, incluso, hay tiempo para una pequeña lección de filosofía vitalista.
El futuro de OpenAI
Vaya por delante que esta entrevista tuvo lugar el jueves 16 de noviembre. Fue el último día tranquilo en OpenAI, la empresa creadora del popular ChatGPT, y de la que Microsoft es propietaria del 49% de su capital, además de ser su principal proveedor de infraestructura. En las siguientes horas se sucederían el despido y posterior readmisión de su CEO, Sam Altman, el plante de 750 empleados y una remodelación intensa de la misma junta directiva que perpetró el golpe de estado.
Empero, no hacía falta ser un visionario para saber que la relación entre dos entes de este nivel, con el auge exponencial que está viviendo OpenAI en el último año, no es sencilla de dirimir en el presente, no digamos en el futuro. Pese a ello, Satya Nadella -figura clave en solucionar el entuerto posterior a nuestro encuentro- se muestra enérgicamente decidido a mantener su alianza con esta firma... y no descarta una posible adquisición futura.
Empieza jugando con la memoria y el largo historial de acuerdos de la casa: "Suelo preguntarme sobre qué pasaría con esta clase de alianzas si algo sale mal. Ponernos de pie en tal caso sería bastante fácil. Pero no tendríamos el mismo potencial de crecimiento. Pensemos en la asociación entre Intel y Microsoft, no puedo imaginarme cómo seríamos sin esa alianza definitoria con ellos. O recuerdo cuando Bill [Gates] se reunió con Hasso [Plattner, fundador de SAP] para construir juntos una base de datos rival de Oracle. Y construimos SQL Server".
"Mientras ganemos ambos, el largo plazo es estable. Tanto Intel como SAP son socios masivos nuestros. Gran parte de la industria está centrada en la suma cero, en quién se va a aprovechar de quién. Pero nosotros no nos asociamos para joderlos, sino que concebimos estas alianzas como un arte que nos ayudará a aumentar el valor de la empresa", añade Nadella.
"Nosotros no nos aliamos con alguien para joderlo, sino como un arte para aumentar el valor de la empresa"
Le pedimos concreción sobre el caso de OpenAI, y Satya Nadella responde, entra al ruedo sin dudarlo un segundo: "Ellos no podrían haber construido sus modelos sin nuestros sistemas. Nosotros estamos construyendo sobre su tecnología y ellos lo hacen sobre nuestra infraestructura. Hay mucha codependencia".
D+I - EL ESPAÑOL le pregunta abiertamente si está valorando una posible adquisición del 100% de OpenAI. Nadella deja abierta la puerta a esa posibilidad: "Nosotros invertimos mucho orgánicamente en innovación, nos asociamos con terceros y hacemos fusiones y adquisiciones según sea necesario. Hemos hecho las tres cosas en el pasado. Para mí, todo se trata de empoderar a las personas del planeta, de la comunidad. Nos mantendremos enfocados en eso, cueste lo que cueste".
En su autobiografía, Hit Refresh, Satya Nadella reconoce que pidió a un empleado que buscara "los pétalos de rosa en un campo de excrementos", como metáfora de la excelencia. El que suscribe estas líneas no podía obviar asociar esta cita con el discurso del capo de Microsoft respecto a esta particular entente, que el ejecutivo sigue a la perfección: "Nosotros hicimos una inversión ingente en supercomputadores sin los cuales OpenAI no nos habría elegido. No es que cayera en nuestro regazo, sino que lo hizo porque querían crear un modelo ambicioso. Ese fue el verdadero pétalo de rosa [risas], la supercomputadora de IA que hizo que ellos se asociaran con nosotros".
El CEO de Microsoft tampoco elude los rumores acerca de si estamos más cerca o no de una inteligencia artificial general (AGI) o una superinteligencia artificial (ASI) que supere las capacidades humanas. Rumores que, algunos medios, posteriormente han vinculado a un supuesto 'proyecto Q' de OpenAI que habría desencadenado toda la telenovela.
"En este momento estoy más centrado en si podemos usar la inteligencia artificial para impulsar el crecimiento económico, más que en especular con las AGI o ASI. En cualquier caso, nosotros seguiremos haciendo nuestro trabajo de ingeniería y participando en todos los foros para asegurarnos de que los beneficios de esta tecnología, en el presente y los que vengan en el futuro, se extiendan a todos y los riesgos se mitiguen. Debemos seguir trabajando duro, en lugar de echarnos las manos a la cabeza sobre un futuro lejano o ignorar los peligros de la tecnología que ya está presente", explica.
La promesa de la inteligencia artificial
Aficionado a la poesía, Satya Nadella es también el presidente de un club de lectura con empleados de la compañía. Entre tanto, tiene tiempo para dirigir la compañía, incluso revisar líneas de código de sus trabajadores e, incluso, para reflexionar largo y tendido sobre la oportunidad, la promesa de la inteligencia artificial que él abraza con ahínco.
"Este momento me recuerda a lo que nos pasó a muchos de nosotros cuando nos encontramos por primera vez con un ordenador. Si lo pensamos, antes de los PC, no había correos electrónicos, procesadores de texto ni hojas de cálculo. Es difícil de imaginar ahora, pero era un mundo en el que la gente era capaz de hacer la contabilidad de una multinacional como Microsoft por medio de faxes y libros en papel", introduce. "Nos llevó un par de clases de Excel pero comenzamos a usar la tecnología y estas herramientas cambiaron nuestras habilidades, los flujos de trabajo y el talento de las empresas. Con la IA sucederá lo mismo: los copilotos se volverán omnipresentes, los usaremos a diario y debemos ser conscientes de lo que son capaces y de sus limitaciones".
Explica Nadella que la inteligencia artificial solo tiene sentido al alinearse con necesidades y casos de uso específicos. Puede parecer algo de sentido común, pero en un sector como el tecnológico -tan dado a elevar tendencias como el metaverso o el mundo crypto sin ninguna utilidad en mente- resulta verdaderamente refrescante.
"La IA es un medio, no un fin. El fin es, en última instancia, empoderar a las personas y organizaciones de todo el planeta. Yo me pregunto a menudo si una determinada tecnología se traducirá en un amplio crecimiento económico en el mundo, si va a mejorar la sanidad, la educación, la eficiencia del sector público, el rendimiento de las pymes en España... Y éste es el caso. Porque celebrar la tecnología por la tecnología sólo nos permite llegar hasta cierto punto", detalla a D+I - EL ESPAÑOL.
Asegura el directivo que otro síntoma del potencial de la inteligencia artificial es el ritmo de adopción que está teniendo: "La difusión es muy, muy alta. Nunca había visto algo así, ni siquiera en los quince años que estuve en el negocio de la nube. Estamos viendo casos de uso realmente buenos y sólidos en todas las partes del mundo, de manera simultánea. Es increíble".
Para afrontar esta revolución, la propia Microsoft está llevando a cabo una reinvención de sí misma. De ser una compañía enfocada en productos, en los años 90, a una de servicios en la década de 2010, a una verdadera compañía de plataforma en la que la inteligencia artificial está presente en todos y cada uno de sus poros.
"Ya no hablo de una sola cosa, sino de una pila completa, de ese enfoque de plataforma real. El cambio de paradigma de la IA va a afectarlo todo, desde las fuentes de energía que usamos hasta el diseño de nuestros centros de datos, partiendo del silicio, el uso de los datos, nuestras herramientas, su entrega desde la nube y hasta la capa de aplicaciones", reconoce Nadella. "Queremos mantener las cosas simples, pero también fundamentalmente diferentes".
Regular la inteligencia artificial
El avance de la inteligencia artificial, especialmente en el último curso, ha despertado un sinfín de temores a posibles riesgos que trae aparejada esta tecnología: desde la amplificación de sesgos discriminatorios a la toma de decisiones automatizada en base a criterios no demasiados transparentes o el fin último de la privacidad. No es un debate nuevo, se lleva debatiendo sobre el tema desde hace al menos un lustro y, en ese tiempo, se ha ido llegando a consensos básicos sobre cómo mitigar esos efectos indeseados, bien por vía de la autorregulación o por la imposición de normas como la futura AI Act europea.
En ese sentido, Microsoft lanzó hace ya cuatro años su propio código de conducta en lo que respecta a la IA, con seis principios básicos (responsabilidad, inclusión, confiabilidad, equidad, transparencia y privacidad-seguridad) que debían cumplir todas sus soluciones. Ahora, con un primer paso hacia una conversación global sobre el tema (con la Declaración de Bletchley recién firmada), se hace imperativo conocer cuál es la perspectiva de Satya Nadella al respecto.
"Antes de lanzar un nuevo modelo de IA, habrá una gobernanza en torno a él"
"El consenso que parece estar surgiendo es acerca de una regulación basada en el riesgo, de arriba hacia abajo, desde el nivel de la aplicación, y de abajo hacia arriba, con algunos controles y equilibrios en lo que llamaré modelos de frontera que son incluso voluntarios, por así decirlo", introduce el directivo. "La buena noticia es que, en lugar de proponer todo tipo de nuevas regulaciones, podemos someter a la IA a las mismas regulaciones que existen para cada sector específico, como la sanidad o la educación. Porque, al fin y al cabo, las sociedades han llegado a esas regulaciones como una decisión social, por lo que también se podría aplicar ese nivel de riesgo a la inteligencia artificial".
Pero esa visión pragmática resulta, en parte reduccionista. Y Satya Nadella es consciente de ello, por lo que inmediatamente continúa con su explicación: "Luego nos podemos plantear si, como sociedad o como país, podríamos llegar a perder el control de esta tecnología, como algunos aluden que ocurrió con las redes sociales. Ahí nos encontramos con las dos caras de la moneda, los problemas del mundo real y los daños del mundo real, como las interferencias electorales o los sesgos. Y es donde estamos trabajando en formas de identificar y luchar contra los elementos que puedan contribuir a ese daño".
"Y luego está el riesgo existencial en caso de perder completamente el control. En este tema, tal vez incluso haya cooperación internacional. Estados Unidos va a crear un instituto de seguridad, al igual que el Reino Unido o la UE. Hay muchos organismos de la sociedad civil que harán un equipo rojo para probar estos modelos. Antes de lanzar un nuevo modelo de frontera, habrá una gobernanza en torno a él, no solo por parte de las empresas, sino de la sociedad en general", asegura el máximo ejecutivo de Microsoft.
Uno de esos riesgos inmediatos que todos contemplamos son los potenciales usos de la inteligencia artificial en las interferencias electorales, diseminando de manera más fácil y convincente contenidos falsos a través de las redes sociales. Satya Nadella es consciente de esta preocupación que, con los comicios estadounidenses a la vuelta de la esquina, le toca de lleno.
"Creo que es uno de los daños que la IA puede causar en el mundo real. Es por ello que hace unas semanas lanzamos varias iniciativas para aseguramos de que haya elecciones justas y de que las democracias estén protegidas de la interferencia electoral", responde. "Haremos nuestro arduo trabajo para asegurarnos de que los partidos políticos tengan acceso a la tecnología. Incluso tenemos un programa de identificación de contenido, para que todos los partidos políticos se suscriban y nos aseguremos de que se pueda verificar la veracidad del contenido que se está generando".
No reinventar la rueda
Con todo el vendaval que se ha levantado al paso de la inteligencia artificial, no son pocas las empresas, sino incluso países, que se han lanzado a construir desde cero sus grandes modelos de lenguaje (LLM) para competir con la tecnología de OpenAI y el popular ChatGPT. Una competición que Satya Nadella no comprende de partida y, sorprendentemente, tira de referencia académica española para justificar su argumentario.
"Es genial que todos los países piensen en su seguridad nacional, pero también deberían pensar en su interés económico"
"Siempre cito a Diego Comín, un profesor español de economía en la Universidad de Dartmouth, que hizo el mejor estudio longitudinal de lo que sucedió durante la Revolución Industrial en las economías europeas. La conclusión fundamental a la que llega es que, para que los países salgan adelante cuando cambie el paradigma, es necesario que la nueva información [la tecnología de vanguardia] llegue rápidamente a su país. En otras palabras, no te quedes atascado reinventando la rueda. Y luego usa esa tecnología intensamente para crear un nuevo valor agregado en la parte superior", alude el directivo, antes de advertir lo que sigue:
"Mi consejo político, para que no tengamos una repetición de la revolución industrial, que se extendió inicialmente a pocos países, es que cada país aproveche sus ventajas competitivas, que las hay en España, en esta nueva etapa. Si, en cambio, se empieza de cero, se corre el riesgo de quedarse atrás de forma masiva".
En algunos casos, estas iniciativas responden a intereses nacionales o de autonomía estratégica. Sin embargo, Nadella concluye que esta visión es muy limitada: "Es genial que todos los países piensen en su seguridad nacional, pero también deberían pensar en su interés económico. Esto definitivamente va a ser clave".
Desarrollar la IA... de forma sostenible
El desarrollo de la inteligencia artificial no sólo ha generado dudas sobre sus riesgos e impactos sociales, asimismo en la vertiente medioambiental. En ese sentido, Satya Nadella se muestra confiado con que su aproximación a la sostenibilidad permitirá evitar cualquier consecuencia indeseada en estos términos.
"Estamos bien encaminados para asegurarnos de que todas nuestras necesidades de energía para nuestros centros de datos sean satisfechas por fuentes renovables. Somos, si no el mayor, uno de los mayores compradores de energía renovable en todo el mundo. Y eso significa que incluso estamos estimulando las fuentes de todo el suministro en esto", responde el máximo ejecutivo de Microsoft.
Pero no se queda ahí la cuestión: Nadella está convencido de que las leyes de escala y los avances en digitalización pueden ser un contribuyente neto de sostenibilidad. "En cierto sentido, las mejoras en la capacidad de cómputo por cada unidad de energía son lo mejor que tenemos a nuestro favor como raza humana", llega a decir Nadella. "Para el mismo consumo de energía, hemos aumentado la producción ocho veces en los últimos años. Si tan sólo eso sucediera con cualquier otra materia prima en nuestra vida, entonces estaríamos en un lugar diferente".