Diagnóstico precoz, tratamiento y seguimiento del paciente. El sector sanitario hace tiempo que dedica gran parte de sus recursos y energías no solo a buscar la cura a las enfermedades que padecemos, también a su pronóstico temprano. Incluso antes de que se manifiesten los primeros síntomas.
Intervenir una vez conocidos los posibles riesgos podría evitar, en el mejor de los casos, que se desarrolle la enfermedad, y, en otros, reducir su gravedad. Lo que además de favorecer el bienestar del paciente, también repercutirá en la salud pública: personas más sanas equivale a un menor uso de los servicios asistenciales, mejorando su eficacia y reduciendo el gasto.
Esa detección precoz debería ser individual y sistemática, y basarse en consideraciones científicas y objetivas. Algo que ya se está consiguiendo de la mano de tecnologías y disciplinas como el big data o la inteligencia artificial, con autoría española y con cifras nada despreciables.
En 2021, el mercado de tecnología sanitaria en nuestro país registró una facturación de 9.500 millones de euros, lo que supone un aumento del 7,5% respecto a 2020. Unos datos que recoge la ’Memoria Anual de Sostenibilidad 2021’, publicada por la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin) el pasado mes de junio.
Asimismo, el número de empleos directos generados por este sector ascendió a 29.000, con un crecimiento del 2,5% con respecto al periodo anterior.
IA para prevenir infartos
Entre las iniciativas que han arrancado en los últimos años en este sector figura Idoven. Esta startup nació en 2018 para facilitar el acceso a los electrocardiogramas mediante pruebas en remoto para identificar arritmias y anomalías cardíacas. El paciente puede solicitar un estudio desde casa y su plataforma de inteligencia artificial analiza los latidos para convertirlos en información médica. El software de la compañía identifica ya 86 alteraciones eléctricas del corazón, que representan el 90% de los problemas cardíacos más frecuentes.
En este proyecto se fijó hace más de dos años el ex futbolista Iker Casillas. Aquejado de problemas del corazón, decidió invertir en ella dos millones de euros junto a Wayra, la plataforma de innovación abierta de Telefónica. Una operación que se vio reforzada este verano con una nueva ronda de 18,5 millones de euros.
Ahora, también le ha echado el ojo la multinacional farmacéutica británica AstraZeneca. Su subsidiaria en nuestro país acaba de anunciar que esta empresa española ha sido la elegida para poner en marcha “un proyecto pionero en España y en Europa”, afirma Manuel Marina, CEO y uno de los cofundadores de Idoven, en conversación con D+I.
“Nos hemos unido para diagnosticar a tiempo y prevenir las insuficiencias cardíacas, una afección que es la primera causa de hospitalización en España en los mayores de 65 años y que afecta al 30% de la población mundial”, concreta. “Nuestro propósito es ayudar, tanto a los médicos de cabecera como a los especialistas en este campo, a identificar a aquellas personas en riesgo antes de que la enfermedad avance e ingresen descompensados en el hospital”.
Para ello, la plataforma de Idoven analizará los electrocardiogramas de los pacientes para detectar posibles síntomas. “El electrocardiograma es la placa complementaria más usada en las asistencias sanitarias, se hace cuando se va a practicar cualquier intervención, incluso en una cirugía de rodilla”, explica Marina, que es médico cardiólogo. “Esta información nos ayudará a pronosticar a pacientes que no saben que están enfermos”.
Una vez diagnosticados, se podrá proceder a su seguimiento. Y aquí entra de nuevo la tecnología, esta vez en forma de smartwatch, concretamente un Fitbit de Google. “Gracias a él, los pacientes pueden hacerse un electrocardiograma a diario. El dispositivo se conecta a nuestra plataforma, envía la información y es posible hacer un triaje”, asegura el CEO de Idoven.
“Nuestro propósito es ayudar a los médicos de cabecera y especialistas a identificar a aquellas personas en riesgo de sufrir una insufciencia cardiaca antes de que la enfermedad avance"
Con el sistema que se usa actualmente, son los pacientes los que se encargan de recopilar información que ayude a los médicos a estimar cuál es su estado: si se cansan mucho al caminar o retienen líquidos. “Pero son unos criterios subjetivos, nuestro sistema es completamente estándar. Medimos unas variables lógicas y fisiológicas que se relacionan con esa descompensación”, defiende Marina.
La plataforma se integrará en los hospitales y centros sanitarios con los que ya trabaja AstraZeneca, “que son prácticamente todos los de nuestro territorio”, apunta el directivo. Una integración que esperan esté finalizada a finales de este año y que complementará los actuales sistemas que ya emplean los médicos para la revisión de las historias clínicas de sus pacientes.
Biopsias virtuales
Si en Idoven trabajan por el diagnóstico temprano de insuficiencias cardíacas, en Quibim ya vienen empleando desde 2015 la inteligencia artificial para “analizar imágenes médicas y transformarlas en predicciones”, explica Ángel Alberich-Bayarri, CEO y cofundador de la firma, durante una videollamada con D+I.
Una idea a la que este ingeniero biomédico venía dándole vueltas desde que acabó su tesis, tres años antes, y que puso en marcha junto a Luis Marti-Bonmati, doctor en esta misma disciplina. Su objetivo era desarrollar una herramienta que realizara una interpretación objetiva de las imágenes, “algo que el ojo humano es incapaz de hacer”, afirma Alberich-Bayarri.
“El empleo de algoritmos evita los sesgos cognitivos y, además, siempre va a interpretar las imágenes de la misma manera”, explica. “Nos gusta decir que hacemos una especie de biopsia virtual”.
El proyecto, que incubaron en Lanzadera, la aceleradora de Juan Roig, desarrolló una plataforma que podía aplicarse a diferentes patologías, como enfermedades neurodegenerativas o cáncer, y para la que no tardaron en conseguir certificación en Europa. Lo difícil era obtener la de la FDA, la agencia de Estados Unidos que se encarga de regular, entre otros, el empleo de medicamentos y aparatos médicos.
“Optamos por enfocarnos en el cáncer de próstata y desarrollar un software para identificar el órgano y sus lesiones. Con esta resonancia magnética es posible realizar un cribado y hacer diagnósticos tempranos”. Consiguieron el certificado y algo más: que la industria farmacéutica se fijara en Quibim.
Ahora, además de diseñar herramientas médicas, también colaboran en el desarrollo de medicamentos y en la identificación de pacientes que puedan beneficiarse de ellos. “Somos capaces de ayudar a los profesionales a entender si un paciente va a ser candidato o tratarse con un determinado fármaco, o si no le va a beneficiar e incluso va a tener efectos adversos”, concreta Alberich-Bayarri.
“El empleo de algoritmos evita los sesgos cognitivos y permite interpretar las imágenes siempre de la misma manera. Nos gusta decir que hacemos una biopsia virtual”.
Investigaciones a las que contribuyen gracias a esa recopilación de datos médicos con la que empezaron a diseñar sus “biopsias virtuales”. “La diferencia es que cuando trabajamos con fármacos o en investigación analizamos muchos datos de muchos pacientes; mientras que cuando desarrollamos un producto, se trata de un test diagnóstico basado en imagen”.
Este último “es como un análisis de sangre. Tienes una prueba que se hace paciente a paciente, genera un informe de resultados y el clínico puede tomar una decisión”, aclara.
A día de hoy, en Quibim trabajan con de 10 millones de imágenes que gestionan en la nube de Azure, de Microsoft. Entre sus objetivos está crear el mayor banco de bioimágenes del mundo y diseñar gemelos digitales que ayuden a los diagnósticos precoces. Unos campos en los que confían ser relevantes porque “uno de los problemas que hay con la imagen médica es que no existen bases de datos bien etiquetadas y estructuradas”.
Para ello, además de su oficina en Valencia, cuentan con otras en Barcelona, Madrid, Cambridge y Nueva York, y una plantilla de 70 personas que aspiran a ampliar a 100 antes de que acabe el año. El directivo adelanta a este medio que para 2023 esperan cerrar una nueva ronda de inversión que les permita continuar su expansión en Estados Unidos. Desde que iniciaron su andadura en 2015, han captado 20 millones, de los que el 60% han dedicado a I+D.
Órganos impresos en 3D
Junto a la detección temprana, la investigación de fármacos y los tratamientos personalizados, la tecnología sanitaria también trabaja en el desarrollo de herramientas que mejoren los resultados en el que caso de que haya que realizar una intervención al paciente.
En este terreno, el uso de imágenes tridimensionales y de cirugía robótica ya lleva tiempo incorporada a los quirófanos. La primera versión del sistema quirúrgico robotizado Da Vinci se desarrolló en 1999 (ya van por la sexta). Hasta el momento de su aplicación, las técnicas utilizadas eran la cirugía abierta, la laparoscopia tradicional o la laparoscopia teleasistida.
Planificar ese tipo de intervenciones es crucial, independientemente de la técnica que emplee el cirujano. Y de nuevo la personalización es la palabra clave y para la que ya se están empleando bioimpresión 3D. Gracias a ella “tenemos en la mano una réplica exacta del órgano del paciente y podemos planificar cómo llevar a cabo la cirugía desde el principio hasta el final, reducir los tiempos quirúrgicos, optimizar el resultado y disminuir el riesgo de complicaciones”, explica Miguel Ángel Arrabal a D+I.
Este cirujano, especialista en urología, intervino hace unas semanas a una paciente empleando esta técnica en el Hospital Universitario Clínico San Cecilio, de Granada. Se trataba de un caso de gran complejidad en el que necesitaban localizar con la máxima precisión los tumores que estaban muy en contacto con uno de los riñones. “El resultado fue excelente, la paciente mantiene su riñón derecho funcionando, ha evitado la diálisis y puede realizar una vida normal”, confirma.
"Gracias a la bioimpresión en 3D tenemos en la mano una réplica exacta del órgano del paciente y podemos planificar cómo llevar a cabo la cirugía reduciendo los tiempos y los riesgos".
Es la primera operación de estas características –en la que se imprimen diferentes tejidos blandos vasculares y renales– que se ha llevado a cabo en este centro hospitalario. La artífice de estas bio impresiones en 3D es la española Serveo, donde desarrollaron la tecnología Xper3D “para dar servicios tanto a infraestructuras industriales como sanitarias”, explica a este medio el gestor de la compañía, Samuel César Silvester.
“Con este tipo de impresión, podemos crear elementos a medida muy complejos de cada uno de los pacientes”. ¿Cuál es el proceso? “Empezamos analizando qué necesidad tienen los clínicos, ya tejido blando, óseo, etc. Y partimos de una imagen médica (DICOM), generada por la maquinaria de alta tecnología del hospital”, describe.
[El gran reto de la bioimpresión es conseguir crear órganos de reemplazo para trasplantes]
“Con la supervisión del sanitario, pasamos a la segmentación. Consiste en aislar de la imagen médica los elementos involucrados en la muestra necesaria. Esto genera un modelo digital en 3D, que podemos mostrar en diferentes visores y con el que clínico puede tomar decisiones avanzadas. Tras finalizar con la segmentación, se determina la necesidad de impresión del modelo y, finalmente, se envía al sanitario para su certificación final. ”, detalla Silvester.
Los beneficios del uso de esta técnica en una cirugía han quedado demostradas: “para los profesionales son la planificación y acortar el tiempo quirúrgico; y para los pacientes, se traduce en una disminución de posibles complicaciones, así como del tiempo de estancia tanto en UCI, para los pacientes graves, como en hospitalización convencional tras la cirugía”, asegura José Luis Martín Rodríguez, jefe del Servicio de Radiodiagnóstico del hospital.
Quien, para concluir, no descarta un futuro en el que “se podrá realizar bioimpresión de tejidos que puedan implantarse para tratar algunas patologías”.