En la era de la tecnología y la digitalización, la utilización de robots autónomos aplicados a la industria continúa siendo un hándicap que, sin lugar a dudas, dará lugar en los próximos años a un mercado -aún en desarrollo- con un enorme potencial en áreas como la seguridad o las tareas de mantenimiento.
El profundo proceso de cambio que está por escribirse incluirá en el guion el relato de una startup con sede en Barcelona que está abanderando esta revolución tecnológica a escala mundial.
El objetivo es que, no en mucho tiempo, este tipo de máquinas se encarguen de forma autónoma de inspeccionar industrias, sobre todo químicas y aquellas que entrañan serios riesgos para las personas, a través de labores repetitivas en las que no sea necesaria la supervisión constante de un humano.
[El cerebro robótico 'made in Spain' cuatro veces más potente que el piloto automático de Tesla]
La compañía con un prometedor futuro se llama Keybotic y uno percibe desde el primer momento en que conversa con una de sus fundadoras, Irene Gómez, que está ante uno de los proyectos que mejor ilustra el talento que atesora nuestro país.
Aunque con formación académica en Economía y Derecho, a Irene siempre le sedujo el mundo de la tecnología. "Me situé en un principio en la parte del business, porque me apasionan las empresas; de hecho, vengo del mundo del software, gestionaba la parte de ventas de una empresa americana partner de Oracle", relata a D+I.
Para entender cómo se gestó Keybotic hay que remontarse a la época en que Irene y su socio Hilario Tomé cursaban sus estudios universitarios. "El grupo de amigos de la asociación de robótica eran mis amigos", afirma la fundadora de Keybotic mientras se dibuja una sonrisa tímida en su rostro.
"Hice Economía y Derecho, pero en mi grupo de amigos todos son ingenieros y hay una parte de la tecnología que siempre me atrajo muchísimo", reitera.
[El robot autónomo que revolucionará el campo: cuida huertos y viñedos aunque le falten piezas]
La atracción por la robótica y la tecnología existía, pero Keybotic no sería el proyecto que es en la actualidad si por el camino de Irene no se hubiera cruzado Hilario Tomé -una eminencia en robots humanoides- y el prestigioso concurso estadounidense DARPA Robotic Challenge, que organiza la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de Estados Unidos.
Fue ahí, en 2018, cuando Irene e Hilario trataron de dar respuesta a uno de los grandes desafíos de la robótica y, aún sin saberlo, comenzaron a construir Keybotic. "¿Por qué la robótica no está en la industria? Nos preguntábamos una y otra vez. Y siempre nos decían lo mismo: porque los robots son teleoperados".
Justo cuando ambos socios trataban de dar una solución a esta eterna pregunta, el destino les puso ante sí el concurso del DARPA, que se ajustaba a la perfección a la propuesta disruptora que ya estaban perfilando ambos emprendedores.
El reto era mayúsculo, a la altura del reto que asumían Irene e Hilario. Y es que el DARPA no es un concurso de robótica más; es junto al NASA Robotics Challenge, la competición de robótica de mayor proyección mundial.
Keybotic puede presumir de que miembros de su equipo han salido victoriosos en ambos concursos, lo que sitúa a esta empresa española en la primera casilla de salida de la democratización de la robótica aplicada a la industria.
"Sin el DARPA nunca hubiera existido Keybotic", reconoce la fundadora. Finalmente, la startup vio la luz en 2020 con una inversión inicial de un millón de euros, aportado por sus cofundadores e inversores privados.
Keyper inspecciona sin interacción humana en entornos peligrosos y muy complejos con escaleras, grava, desniveles y tuberías
Pero ¿cuál es su propuesta disruptora? Keybotic ha puesto su perro-robot Keyper al servicio de la industria mundial para hacer más accesible la robótica autónoma. Con un modelo de negocio Robot as a Service, la startup apuesta por el alquiler de los robots como alternativa a la adquisición de las maquinas, caracterizados por su elevado coste en el mercado.
La empresa ha creado este robot autónomo con el objetivo de producir en serie con un software desarrollado específicamente para ser aplicado en sectores industriales.
Mediados de 2023, primeros perro-robots
Keyper inspecciona sin ninguna interacción humana, de forma totalmente autónoma, realizando rondas de seguridad y mantenimiento en entornos peligrosos y muy complejos con escaleras, grava, desniveles y tuberías. Asimismo, es capaz de detectar fugas de gases y vapores, así como zonas calientes, además de leer contadores y otros instrumentos.
En el caso de detectar una incidencia, Keyper envía una alerta en tiempo real. Además, ofrece imágenes para tener control en todo momento de las instalaciones industriales y tiene la capacidad de coordinarse con otros perro-robots Keyper para realizar las tareas de manera más eficiente
Está previsto que para mediados de 2023 comiencen a operar los primeros perros-robots autónomos de la compañía en empresas como Carburos Metálicos o BASF.
"Está muy bien esos robots que vemos que se mueven como las personas, que son divertidos, incluso bonitos, pero los robots tienen que ser útiles, y para ello no pueden ser teleoperados, tienen que ser autónomos", explica la fundadora.
El perro-robot lleva dos anclajes donde podemos instalar sensores, cámaras térmicas, análisis de imágenes con IA... es una plataforma por explorar
"El robot tiene que ser; primero, click to start; le das a un botón y tiene que empezar a funcionar, y dos; hay que darle servicio al cliente. Por eso nosotros alquilamos el robot, es un Robot as a Service, le damos la aplicación final para que el técnico de mantenimiento, si sabe utilizar Instagram, sabe utilizar nuestro robot".
El potencial de aplicación de estos perro-robots es muy elevado y dependerá de las necesidades de cada cliente. "El perro lleva arriba dos anclajes donde podemos ponerle sensores, cámaras térmicas, zooms, podemos analizar con inteligencia artificial imágenes... El robot es una plataforma por explorar todavía".
Aplicaciones más allá de la industria química
De esta forma, la tecnología de Keybotic permitirá reducir riesgos en labores de emergencia ante derrumbes, incendios, fugas de gases, no sólo en el ámbito de la industria química, sino también en la minería y las actuaciones de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad.
¿Por qué seguir mandando a personas a inspeccionar zonas con posibles fugas de gas u otros riesgos en industrias o edificios derruidos si un robot autónomo puede adaptarse al terreno, tomar sus propias decisiones y facilitar a las personas la realización de estas tareas?
Es la pregunta que deja en el aire la impulsora de Keybotic y que, ahora sí, comienza a tener las respuestas que ella y su socio comenzaron a formularse allá por 2018.