Dos días, una eternidad en la escala temporal que rige las redes sociales. Eso es lo que ha aguantado como tendencia en Twitter un vídeo de Boston Dynamics en el que se muestra el particular baile de varios robots de la casa al ritmo de la canción 'Do you love me?'.
Para la mayoría de la audiencia, este viral de nuevo cuño no fue más que una curiosidad. La anécdota del uso más estrafalario de la tecnología más puntera. Para otros, muy dominantes en Twitter, era una publicación interesada para mostrar la "cara amable" de unas máquinas que nos quitarán el empleo y a las que hemos de temer. Puro neoludismo conspiranoico, frente a la casual diversión de los anteriores.
Aunque lo cierto es que, si alguien quisiera, hay más que rascar a partir de este sencillo y adictivo vídeo de casi tres minutos de duración. Y no, no me refiero a la extraordinaria coordinación y la cuidada coreografía que es imposible de replicar por un servidor ni en sus mejores sueños.
Empecemos por lo obvio: los robots. En el vídeo se ve a diferentes modelos de estas máquinas: Atlas (los dos humanoides del comienzo), Spot (el perro) y Handle (el bípedo especializado en labores logísticas). Múltiples variantes de una misma tecnología que busca orientarse a diferentes necesidades de mercado, pero de los que solo uno -Spot- está a la venta. Los otros dos, Atlas y Handle, siguen siendo puros prototipos al servicio de la inspiración colectiva y el márketing.
De hecho, ese es un aspecto muy reseñable a tener en cuenta en la trayectoria de Boston Dynamics. Con una tecnología en robótica claramente puntera, muy avanzada respecto al resto de la industria en un aspecto clave como es el equilibrio, conocemos más de sus avances por los vídeos virales y las estrategias de comunicación que por los casos de uso o implementaciones reales. Hemos visto a Spot bailando, a Atlas haciendo 'parkour'... De todo, pero poco negocio contante y sonante.
Al respecto, cabe mencionar que Boston Dynamics se fundó en 1992 y, desde entonces, nunca ha sido una empresa rentable. Hasta el punto de que su actual CEO, Robert Playter, admitía este otoño que por primera vez quería "desarrollar el músculo comercial, aprender a vender un producto, fabricarlo, respaldarlo y, en última instancia, obtener beneficios". Sabemos que los plazos de madurez de una empresa con un componente innovador tan alto son más largos de lo habitual, pero 28 años quizás sea un periodo demasiado exagerado incluso bajo ese condicionante.
Síntoma de esa descompensación entre la vertiente empresarial y la innovadora, ejes que siempre deben estar compensados, es la enorme rotación de dueños al frente de la enseña. Y ninguno de ellos parece haberle conseguido sacar el máximo partido a una tecnología tan prometedora como esta: ni Google en primer término, ni Softbank después. Ahora, en manos de Hyundai, veremos si esta pujante firma de ingeniería consigue consolidarse también como una empresa seria por derecho propio.