Hay tres formas de ocultar una información pública: negación, opacidad y exceso. Una, sencillamente descarta su existencia, y punto; otra ofrece indicios, lo cual satisface a los partidarios, sin que llegue a mostrarse toda la realidad; y en el tercer caso la información se expone enteramente, pero escondida en una cantidad tan abrumadora de datos que encontrarla es como hallar una aguja en un pajar. Estas tres estrategias son hoy más vívidas que nunca, debido a la hiperconectividad de nuestras sociedades, y la insistencia de los responsables públicos en ellas mina peligrosamente uno de los pilares fundamentales de la era digital: la confianza.
Acaban de conocerse los resultados del experimento Concise, financiado con fondos Horizonte 2020. Su finalidad es conocer las fuentes de conocimiento de los ciudadanos en el ámbito científico. Hay dos cuadros muy significativos en plena crisis del coronavirus. El primero indica que, en materia de salud, en España el 52% de los encuestados se nutre habitualmente de información del Gobierno, el 48% también de organizaciones internacionales y el 35% de ONG. En la parte baja se sitúan Comisión Europea (19%), líderes de opinión (23%) y empresas (12%).
El siguiente cuadro refleja lo que responden a la pregunta de quién creen que proporciona información "extremadamente creíble" y ahí los porcentajes varían: el Gobierno baja al 30%, las organizaciones internacionales al 36%, las ONG al 14%, la Comisión Europea curiosamente sube al 25%, los líderes de opinión bajan al 11% y ¡nadie (¿0%?) cree del todo a las empresas en España!
El comisario de Interior de la Comisión Europea, el francés Thierry Breton, ha despachado en su blog oficial el convincente post Europa: el fin de la ‘ingenuidad’ (Naïvety). En él afirma que, ante las acciones unilaterales de potencias como China y Estados Unidos, "la era de una Europa conciliadora o ingenua que se basa únicamente en la virtud de su poder blando ha quedado atrás. Ahora estamos viendo el amanecer de una Europa decidida a defender sus intereses estratégicos". Ya era hora. Pero leamos.
Habla Breton de "establecer el marco legal para un único espacio europeo de datos" frente a la voracidad de la constelación GAFA, y de una estrategia de ciberseguridad compartida que alcance a las redes 5G. Y menciona también el imperativo de "proteger nuestras democracias contra la amenaza de la desinformación". Ahí es donde Concise pone de manifiesto que el valiente napoleón digital anda todavía desnudo.
Hagan las tareas, dirigentes políticos: para recuperar su vigor en la era digital, Europa necesita unos Gobiernos, una Comisión y unas empresas transparentes (¡menudo sainete el Radar Covid! ¡vaya planes de prestidigitador ha presentado el Ejecutivo de Sánchez en los congresos de Ametic y DigitalES!) y que generen confianza.
Eugenio Mallol es director de INNOVADORES