Cada vez producimos más basura: en España se generan unos 25 millones de toneladas de residuos urbanos al año. Aproximadamente un 40% de estos restos (los que se depositan en los contenedores de reciclaje) son recuperables. Pero el otro 60% restante no es tan fácil de separar y acaba en vertederos. Para evitar queesto ocurra se intenta buscar una mejor forma de gestionarlos: es lo que se conoce como ‘valorización de residuos’.
Es la base de la economía circular que promueve la producción de bienes y servicios de manera sostenible, reduciendo el consumo, el tiempo, las fuentes de energía y los desperdicios. El residuo se convierte así en recurso iniciando de nuevo el ciclo.
Con este objetivo surge el proyecto europeo DAFIA que persigue “obtener nuevos recursos respetuosos con el medioambiente y la salud de las personas a partir de residuos marinos y urbanos”. Un proyecto coordinado por AIMPLAS, el Instituto Tecnológico del Plástico, con el que conseguir “valorizar residuos sólidos urbanos y desechos de la industria pesquera para obtener nuevos productos y aditivos de elevado valor añadido”.
A partir de los restos de la basura que se genera en los hogares y de los subproductos provenientes de la industria pesquera, los 15 socios que conforman el proyecto DAFIA han conseguido producir retardantes de llama, envases barrera sostenibles y recubrimientos comestibles que alargan la vida de los alimentos.
Como explican desde AIMPLAS, a partir de los residuos “han extraído y formulado aditivos ignifugantes a escala de planta piloto que pueden ser empleados en el sector de la automoción para dotar de resistencia al fuego a las poliamidas con componentes alternativos a los halogenados cuyo uso está restringido por ser considerados peligrosos para la salud de las personas”. Doble beneficio: más saludable y más sostenible.
De los residuos de la industria pesquera también se han podido obtener materiales con propiedades barrera al oxígeno para proteger los alimentos. “Se trata de una formulación basada en gelatina que puede incorporarse al film del envase alimentario o envolver al propio alimento en forma de recubrimientos comestibles que permiten alargar su vida útil”.
Los restos del pescado se reincorporan así a la cadena productiva para envasar alimentos. “En este caso sería un ejemplo perfecto de circularidad ya que se evita la generación de residuos aprovechándolos como nuevos recursos” señalan en un comunicado desde AIMPLAS.
Con los residuos de los hogares, “gracias innovadores procesos de fermentación se ha logrado extraer de sus azúcares (fuente de carbono) building blocks a partir de los que se pueden sintetizar bio polímeros como las poliamidas bio”. Materiales que pueden emplearse en el sector de automoción. Nada se pierde, todo se transforma.
En este proyecto, financiado por el programa de investigación e innovación de la Unión Europea Horizonte 2020, participan el Politecnico di Torino, Sintef Ocean, Sintef Materials & Chemistry, Danmarks Tekniske Universitet, Ircelyon, Nutrimar, Inovação i Recerca Industrial i Sostenible, Biotrend - Inovacao e Engenharia em Biotecnologia, Daren Laboratories & Scientific Consultants, Mine Plastik, Bio Base Europe Pilot Plant, Biopolis, Arkema Ircelyon y The National Non- Food Crops Centre.