—Entonces, ¿se puede hablar de Reconquista?
—Pues sí, no, depende...
Así de lacónico responde David Porrinas, doctor en Historia Medieval por la Universidad de Extremadura. La pregunta es pertinente hacérsela al autor del exitoso El Cid. Historia y mito de un señor de la guerra (Desperta Ferro, 2019) porque acaba de coordinar un volumen colectivo en la misma editorial en el que señeros medievalistas españoles discuten y se pronuncian sobre la necesaria utilidad del término y el concepto o la necesidad de erradicarlo del vocabulario de los propios académicos y de la sociedad. No espere el lector encontrar unas conclusiones nítidas. La principal es que no hay acuerdo... ni tampoco se prevé en un futuro inmediato.
El título del ensayo, ¡Reconquista! ¿Reconquista? Reconquista, ya aventura el punto de partida, tres corrientes de opinión diferentes: una que sostiene su pertinencia para explicar la expansión de los reinos cristianos de la Península Ibérica entre los siglos VIII y XV, la que defiende que no resulta útil ni operativa como categoría historiográfica y una vía intermedia, equilibrada, que acepta su uso, pero con matices y acotaciones, siendo consciente de los problemas y manipulaciones implícitos en la historia del término.
"Este libro sale precisamente a la luz porque no hay quorum, pero es muy importante para entender que esto no es blanco o negro, sino que hay una gama de grises que parece que todavía no se percibe en condiciones", explica Porrinas a este periódico. El resultado del proyecto es un libro para instruir con argumentos enfrentados a todo aquel que se quiera meter en el farragoso debate en torno a la Reconquista. Un andamiaje de razonamientos e hipótesis para tratar de enterrar las trincheras, para escapar del maniqueísmo.
Porrinas, que ha estudiado la noción de reconquista en la vida del Cid, el señor de la guerra de carne y hueso, pero no en el conjunto de la Edad Media hispana, reconoce que los ocho estudios que integran el volumen le han generado todavía más dudas y rehúye un posicionamiento fijo, agarrarse a una verdad absoluta en un debate ideológico con cinco décadas de recorrido. "Este proceso me ha permitido reafirmarme en la naturaleza de la historia como una disciplina en construcción, que necesita de continua revisión", valora.
Las divergencias entre los dos extremos vienen principalmente por dos interrogantes enconados: dónde situar el origen de España —"si no hay España no hay Reconquista", subraya Porrinas— y si existió una verdadera continuidad entre el reino visigodo de Toledo y los mircorreinos cristianos que emergieron en el norte peninsular tras la invasión islámica.
Polarización social
La virtud de este estudio consiste en descubrir que no se trata tan solo de un duelo, un lance, entre juicios antagónicos. Son muy interesantes los capítulos de Carlos de Ayala, donde traza la secuencia cronológica del surgimiento y consolidación de esa noción ideológica de Reconquista, que tendría su origen en la corte asturiana de finales del siglo IX y principios del X; y de Martín Ríos Saloma, que firma un revelador análisis de la génesis y la trayectoria del concepto historiográfico, utilizado por primera vez en el siglo XVII. Aunque una de las grandes novedades la ofrece Javier Albarrán, que demuestra que los musulmanes fueron plenamente conscientes del ideal de reconquista cristiano y que de algún modo lo asumieron como propio, adaptaron y propagaron.
Porrinas explica que el argumento más sólido de los proReconquista, representados por Armando Besga Marroquín, es la utilidad del término en todo el mundo para situar el momento histórico. En el otro lado de la balanza, la premisa más poderosa de los antiReconquista, encabezados por Ana Isabel Carrasco Manchado y Alejandro García Sanjuán, sería el reduccionismo que conlleva el término, que acota la Edad Media española a una simple guerra de cristianos contra musulmanes, y la contaminación provocada por el franquismo, que se apropió de esta idea como uno de los pilares propagandísticos para legitimar el golpe de Estado de 1936 y su régimen dictatorial.
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"A partir de ahí la Reconquista queda muy asociado a una determinada ideología nacionalcatólica, fascista, totalitarista; y de esa contaminación, de ese abuso, no se ha conseguido limpiar nunca", asegura el historiador, que confirma que la idea de Reconquista como origen de España es uno de los grandes mitos del nacionalismo español: "Me cuesta mucho trabajo creer que una guerra intermitente imprima el carácter una nación. Me parece reduccionista y olvida la huella de la presencia islámica durante ocho siglos en buena parte del territorio de lo que hoy es España", explica. "Esa visión de que España se forjó luchando contra los musulmanes deja de lado una variedad de matices y todas las complejidades que tiene ese periodo tan confuso, en el que hubo luchas entre los propios reinos cristianos y alianzas con los musulmanes".
Si García Sanjuán analiza los usos políticos que se le han dado al concepto de Reconquista, desde el reinado de Isabel II hasta la apropiación más reciente de Vox —su líder, Santiago Abascal, celebró un mitin electoral en Covadonga—, Francisco J. Moreno Martín expone los usos y abusos del concepto en distintas manifestaciones de la cultural popular. Todo ello ha provocado que el debate sobre la pertinencia del término se haya trasladado también a una polarizada sociedad.
"Mientras la sociedad siga dividida, mientras no aprenda a mirar a la historia sin las lentes de la política, este debate puede durar toda la vida", lamenta Porrinas. La discusión sobre Reconquista sí o Reconquista no esconde una parábola sobre la relación de los españoles con su historia: "La polarización derecha-izquierda es un mal endémico en España, tendemos siempre a mirar los fenómenos con un solo ojo, con el que nos interesa, sin intentar mirar con los dos y con la mayor ecuanimidad posible".
Una postura equilibrada
Los que no encajen en las posturas más categóricas seguramente estén bastante de acuerdo con las reflexiones finales de Francisco García Fitz quien, recordando la necesidad de advertir sobre las "connotaciones nacionalistas de la palabra", defiende que el concepto "sigue siendo operativo porque con un único término se hace referencia, sin necesidad de mayores desarrollos, a un proceso histórico sustancial en la Edad Media peninsular, como fue la expansión militar a costa del islam occidental, proceso que estuvo revestido e impulsado por una ideología militante basada en los principios de guerra santa y de guerra justa, y que además tuvo una incidencia decisiva en la conformación de unas sociedades de frontera".