"Estoy muy cansado, pero es imposible descansar. Aprovechamos la noche para excavar la trinchera. A pesar de nuestra buena voluntad no conseguimos pasar de los 70 centímetros. Los fascistas no deben sentirse muy seguros: de sus líneas salen cada poco ráfagas de ametralladora", relató en sus memorias el voluntario italiano Giovanni Pesce, partisano comunista que luchó en la batalla de Guadalajara y en la Segunda Guerras Mundial. Durante la Guerra Civil española formó parte de la XII Brigada Internacional que combatió a favor de la Segunda República en las calles de Madrid, los barrizales alcarreños y en las ardientes orillas del río Ebro.
Fue organizada a toda prisa en los cuarteles de Albacete en el triste otoño de 1936 y quedó dividida en tres batallones según su nacionalidad. Bajo el nombre de batallón Thälmann se agruparon los comunistas alemanes y austriacos; en el André Marty los voluntarios francófonos y por último, en el Garibaldi, los italianos. Estos últimos tomaron el nombre en referencia al revolucionario Giuseppe Garibaldi, personaje principal en las guerras de unificación italiana en el siglo XIX.
Hoy, Pablo Iglesias, exvicepresidente segundo del Gobierno de España y fundador de Podemos, les dedica unas carrilleras en la carta de su nueva taberna, Garibaldi, que abrirá sus puertas en el madrileño barrio de Lavapiés. Las referencias a la XII Brigada no terminan ahí. Una estrella de tres puntas, símbolo de las Brigadas Internacionales forma la última "a" del nombre del militar y revolucionario italiano.
De Madrid a Guadalajara
En noviembre de 1936, las brigadas XI y XII se desplegaron de forma urgente en un asfixiante Madrid republicano bajo asedio. Al poco de aterrizar en la ciudad sitiada, su primera misión fue la de atacar las posiciones del ejército sublevado en el Cerro de los Ángeles, atalaya al sureste de Madrid que amenazó parte de la carretera de Valencia, último nudo umbilical de la capital.
A pesar de las esperanzas puestos en ellos y la presencia en sus filas de veteranos de la Primera Guerra Mundial, "su ataque degeneró en caos debido, en parte, a problemas lingüísticos y de comunicaciones, pero sobre todo a que los brigadistas no eran mucho mejores que los milicianos cuando se trataba de lanzar un ataque", relata el historiador británico Antony Beevor en su clásico ensayo La Guerra Civil española (Crítica).
El 29 de noviembre, 3.000 legionarios y regulares apoyados por tanques y aviones de factura alemana se lanzaron sobre Pozuelo en un intento por controlar la carretera de A Coruña y los pueblos cercanos. Pocas horas después, decenas de tanques de origen soviético escoltados por las Brigadas Internacionales les hicieron retroceder. Hasta enero de 1937 se sucedieron los asaltos entre la niebla que costaron la escalofriante cifra de 15.000 muertos entre los dos bandos. Al batallón Thälmann le dieron órdenes de no retirarse de sus posiciones en Las Rozas, cuando consiguieron estabilizar el frente sólo quedaban en pie 35 voluntarios germánicos.
Sin ningún tipo de descanso combatieron en la batalla de Jarama. En marzo fueron desplegados en Guadalajara donde desempeñaron un importante papel en la derrota del bando franquista. Allí, el contingente de tropas italianas enviados por Mussolini, el CTV, intentó embolsar Madrid a pesar del mal tiempo. Entre la nieve y el barro, el 10 de marzo una patrulla italiana se cruzó con otra del batallón Garibaldi. Ambas fuerzas se saludaron en la distancia y creyeron estar ante aliados.
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Pocas horas después se dieron cuenta del error y las ametralladoras crepitaron en todo el frente y se despedazaron entre sí en una guerra civil dentro de otra en torno al Palacio de Ibarra. "De vez en cuando la voz de los megáfonos invita a los fascistas a desertar, a pasarse a las filas garibaldinas: 'Soldados italianos: No disparéis contra vuestros hermanos; pedid volver a vuestras casas; pasaos a nuestras filas, seréis acogidos como hermanos'", recordó en sus memorias el brigadista Giovanni Pesce. Desmoralizados, muchos desertaron a la brigada XII.
Otros guiños históricos
Aquella unidad de voluntarios siguió combatiendo en Brunete y Cataluña hasta que sus integrantes fueron repatriados en plena batalla del Ebro en el asfixiante verano de 1938. La carta de la taberna de Pablo Iglesias no se centra exclusivamente en la Brigada Garibaldi y también menciona a varios personajes de la Guerra Civil en su sección de cócteles.
Pasionaria Puerto de Valencia se refiere a Dolores Ibárruri. Diputada en las Cortes republicanas por el Partico Comunista se hizo célebre por sus electrizantes discursos. Al final de la guerra se exilió en la URSS donde permaneció hasta la muerte de Franco.
Durruti Dry Martini homenajea a Buenaventura Durruti, una de las figuras claves del anarquismo español y uno de los principales líderes de la CNT. Falleció en extrañas circunstancias el 20 de noviembre de 1936 al poco de llegar con una columna de refuerzo desde Barcelona.