En los umbrosos bosques de la frontera del Rin, miles de legionarios romanos perdieron la vida en encarnizados combates contra feroces tribus germanas. En ocasiones se aventuraron un poco más al norte. En el siglo I d.C. crearon una fortificación sobre la colina de Blöskopf, a orillas del río Lahn, que fue descubierta en 2019. El año pasado, durante las excavaciones en el yacimiento situado en la actual localidad alemana de Bad Ems, los arqueólogos encontraron una serie de 23 afiladas púas de madera colocadas en zanjas en V, convirtiéndose así en la primera evidencia arqueológica de pila fossata.
Hasta hoy solo se conocían ejemplos en las fuentes escritas. Una de las más célebres se encuentra en la Guerra de las Galias. Durante su campaña en las tierras de la actual Francia, y en concreto durante el asedio de Alesia, el futuro dictador Julio César "levantó un baluarte y un muro de doce pies de altura; a esto añadió un parapeto y las almenas, con grandes estacas cortadas como cuernos de ciervo para impedir que el enemigo escalara, y rodeó toda la obra con torreones", según detalló en tercera persona el mismo general.
Tras un largo periodo de estudio, los conservadores de la Universidad Goethe de Fráncfort del Meno han desvelado por primera vez estas afiladas púas. "Estos hallazgos arqueológicos están excepcionalmente bien conservados debido a la gran humedad del suelo y al escaso oxígeno que había al estar cubiertas por densas capas de sedimentos. En mis 35 años de actividad profesional nunca me había topado con capas de sedimentos tan firmemente adheridas", explico Markus Wittköpper, experto en conservación del Centro Leibniz de Arqueología (LEIZA) en un comunicado conjunto de su institución y la Dirección General del Patrimonio Cultural Renania-Palatinado (GDKE).
El castellum donde aparecieron era uno de los más pequeños (ocupa menos de una hectárea) de los que formaba parte el complejo defensivo ordenado en tiempos del emperador Claudio. El pretor Quinto Curcio Rufo tenía la misión de buscar y excavar unas minas de plata cercanas que en realidad tenían muy poco metal. A pesar de ello, el pretor fue recompensado con un triunfo por su tarea. En momentos en los que la frontera estaba tranquila, los legionarios de estas lejanas fortificaciones de Germania Superior eran los responsables de buscar las escasas vetas, según cuenta el historiador romano Tácito.
Ante el trabajo demoledor, los cansados soldados mandaron una serie de quejas al emperador, afirmando de forma irónica que era más fácil que a estos generales se les concediera el triunfo por adelantado antes que tenerlos excavando zanjas, túneles y canales buscando una plata que no merecía la pena.
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El mayor de aquellos desafortunados campamentos enfocados a la minería de una plata que apenas merecía el esfuerzo ocupaba una superficie de 8 hectáreas y estaba fortificado también con pilla fossata y una poderosa muralla de tierra y adobe donde se resguardaban cerca de 3.000 cansados legionarios.