Cuando los miembros de Oxford Archaeology comenzaron a excavar en 2010 en Berryfields, a las afueras de Aleysbury, capital de Buckinghamshire, no podían imaginar lo que se podían encontrar. Al pie de una calzada romana encontraron un pozo que fue usado para producir cerveza pero que en algún momento del siglo III d.C., cuando Roma aún gobernaba las Islas británicas, los viajeros y los lugareños comenzaron a utilizar como lugar donde arrojar monedas y toda clase de ofrendas.
Los antiguos britanos romanos fueron tirando objetos votivos en busca de la fortuna, al igual que en la actualidad se depositan monedas en las fuentes. Estas ofrendas se fueron acumulando con la suerte de que el pozo quedó anegado y pudo sobrevivir mucha materia orgánica, de difícil conservación en los contextos arqueológicos de las Islas británicas. Entre estas ofrendas se encontraron cuatro huevos de gallina.
A pesar del cuidado que pusieron los investigadores, tres de ellos estallaron dejando tras de sí el fétido aroma del azufre de hace más de 1.700 años. Solo uno quedó intacto y pudo salvarse. Las dudas surgieron en torno a su conservación hasta que el año pasado, Dana Goodburn-Brown, conservadora arqueológica y científica de materiales, sugirió escanearlo para ayudar a decidir cuál es la mejor manera de preservarlo. Después de realizar una microtomografía computarizada descubrieron que aún conservaba la yema, la clara y una burbuja de aire.
Escáner y estudio
Edward Biddulph, director de proyectos de Oxford Archaeology, supervisó la excavación en su momento y afirmó que se cree que es el único huevo intacto de ese período en Reino Unido. "A menudo encontramos trozos de cáscara, pero no huevos intactos", explicó.
El "huevo de Aylesbury" se encontró junto a una cesta tejida, vasijas de cerámica, zapatos de cuero y huesos de animales. En época romana, los huevos tuvieron muchos significados simbólicos relacionados con la fertilidad y el renacer y con los dioses Mitra y Mercurio. En la antigua Britania se han encontrado muchos restos de cáscaras de huevo en viejas tumbas. Por lo tanto, se cree que esta canasta fue colocada en el pozo como una ofrenda funeraria.
Que aún conserve en su interior restos de líquido es algo que asombra a los expertos. "Podríamos haber esperado que se hubiera filtrado a lo largo de los siglos, pero todavía está ahí. Es absolutamente increíble. Puede que sea el huevo más antiguo de su tipo en el mundo", apuntó Biddulph, que además añadió que el cesto pudo haber contenido pan.
Este increíble hallazgo ha sido llevado al Museo de Historia Natural de Londres después de su escaneo. El director de Oxford Archaeology afirmó que fue un poco desalentador portar el valioso y frágil huevo en el metro, "aunque tampoco es que lo llevase en el bolsillo", matizó. Allí consultó a Douglas Russell, responsable principal de la colección de huevos y nidos de aves del museo, sobre cómo conservarlo y poder extraer el contenido sin romperlo. Una de las técnicas barajadas consiste en practicar un pequeño agujero para conocer más detalles sobre el ave que lo puso.
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"Este es el huevo de ave preservado involuntariamente más antiguo que he visto", detalló Russel a la CNN. "Nadie ha visto algo así antes, por lo que cada etapa de la investigación está creando nuevos momentos de increíble potencial (...). Es muy emocionante", concluyó.
Dana Goodburn-Brown, quien tuvo la idea de escanearlo, afirmó que el huevo "es uno de los hallazgos arqueológicos más interesantes y desafiantes de investigar y conservar. Ser el conservador e investigador temporal de este huevo romano es sin duda uno de los aspectos más destacados de mis 40 años de carrera".