Un grupo de campesinos chinos de la región de Xian, provincia de Shanxii, encontraron las primeras cabezas de los guerreros de terracota en 1974 mientras excavaban para crear un pozo de agua. En su lugar habían encontrado la última morada del poderoso y legendario Qin Shi Huang, el primer emperador de China.
La inmensa necrópolis cuenta con una serie de pozos dónde cerca de 7.000 guerreros aguardan acompañados de carros y unidades de caballería, protegiendo la tumba de su poderoso señor y de otras 400 personas. Según las fuentes escritas, el emperador dedicó 38 años a la construcción de su mausoleo. Nacido en el invierno del año 259 a.C., el soberano se lanzó a la conquista de los reinos vecinos hasta posicionarse como emperador. Amenazado por los nómadas de la actual Mongolia, movilizó una gran cantidad de recursos para crear la que se convertiría en la Gran Muralla.
Perdido en la memoria y el tiempo, el mausoleo de aquel emperador que buscaba la inmortalidad aún no se ha excavado en su totalidad. En las últimas excavaciones realizadas en el conocido como Pozo 1, los investigadores han descubierto un carro de madera perfectamente conservado que permite conocer con mayor profundidad las prácticas funerarias de la alta jerarquía de la dinastía Qin (221-206 a.C.).
El vehículo, que mide 7,2 metros, se ha encontrado junto con una capota que, cuando se enterró hace más de 2.000 años, aún conservaba el color. Jiang Wenxiao, jefe de la excavación arqueológica, explicó al diario Global Times que esta carroza se enmarcaría en un contexto fúnebre y que tuvo que ser empleada para el transporte de ataúdes lo que, explicó, sería una "tradición funeraria muy rara" teniendo en cuenta otros carros hallados.
Junto al carro y en el mismo contexto, los investigadores han podido documentar un riquísimo ajuar compuesto por aperos ecuestres y numerosos materiales de cerámica, bronce, plata, jade y oro. A la luz de estos descubrimientos, resulta claro que los saqueadores de tumbas respetaron los recientes hallazgos que han aparecido intactos, entre ellos los herrajes de bronce que comunican las diferentes partes del carro de madera.
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"Para poder detectar los restos de un carruaje de cuatro ruedas se requieren conocimientos arqueológicos y un plan de excavación minucioso. Esto también puede haber sido una exigencia excesiva para los ladrones de tumbas", señaló al citado medio Lu Zhaojun, otro arqueólogo que ha participado en los trabajos de excavación.
La búsqueda del Pozo 1 arrancó en 2013 y desde entonces, junto a estos últimos hallazgos, se han desvelado hasta 200 nuevos guerreros de terracota y 16 caballos del mismo material acompañados de toda una serie de armas y escudos.
Investigaciones posteriores permitieron averiguar que los brazos de estos guerreros se fabricaron de manera independiente y que se unieron a los cuerpos principales mediante finos hilos de arcilla.