El sitio se descubrió por accidente en la década de 1930 durante las obras para la construcción de una carretera en la localidad sueca de Halmstad. Sin embargo, no ha sido hasta el pasado diciembre que los arqueólogos perturbaron el descanso eterno de un otrora poderoso personaje. Estaban excavando los restos de un monasterio franciscano situado cerca de la costa occidental, mirando a la vecina Dinamarca.
De entre las 49 tumbas que se localizaron, una de ellas cautivó la atención de los investigadores, que acudieron a estudiar el yacimiento. Datada en el siglo XVI, en ella yacía un hombre de cerca de 1,9 metros de altura, una estatura capaz de llamar la atención en nuestros días pero que en su momento, cuando la media rondaba 1,65 metros en Suecia, sería capaz de intimidar por sí sola.
Para rematar el hallazgo, junto al cuerpo se localizó una espada proporcional a la estatura de su dueño. Con 1,3 metros de envergadura, el arma de hierro estaba rematada por una serie de modificaciones de otro metal con el que formaron una serie de cruces. La identidad de este hombre sigue en el anonimato y está a la espera de un análisis de ADN. Por el momento, la cronología corresponde con la Unión de Kalmar, un poderoso reino báltico que aglutinó en un solo monarca las coronas de Noruega, Suecia y Dinamarca a finales de la Edad Media, cuando los vikingos no eran más que un vago recuerdo.
Control del Báltico
Este reino nacido en el 1397 quiso contrarrestar la influencia de la Liga Hanseática, formada por una serie de ciudades y grandes comerciantes del norte de Alemania que dominaron las rutas comerciales entre el Báltico y el mar del Norte. Según Harald Gustafsson, historiador de la Universidad sueca de Lund que no ha participado en las recientes excavaciones, esta Unión de Kalmar solo era una alianza nominal bajo la autoridad del mismo monarca y que estos estados continuaron conservando sus propias leyes e instituciones.
La Unión no gozó de mucha estabilidad ya que estaba divida en numerosas facciones. Uno de los episodios más truculentos fue "el baño de sangre de Estocolmo", sucedido en el año 1520 cuando por orden del rey Cristián II se ejecutó a casi cien miembros de la nobleza y clero que se habían amotinado. "Después no hubo demasiados simpatizantes por esta Unión en la actual Suecia", explicó Gustafsson al portal LiveScience.
Volviendo a la necrópolis, esta se situó en el interior de la iglesia de un monasterio franciscano activo entre 1494 y 1531, año en el que fue destruido en los disturbios que siguieron a la Reforma protestante en Suecia.
La espada, el único ajuar funerario que ha sido localizado, se partió a consecuencia de las obras de 1930. Según Johan Klange, responsable de la excavación y arqueólogo del Halland Cultural Environment, el arma se forjó siguiendo un estilo tardomedieval y podía ser empuñada por una o ambas manos.
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Más dudas surgen en torno a su propietario, el misterioso personaje de 1,9 metros de altura. Su identidad sigue perdida en la historia y aún continúan las investigaciones. "Nuestra hipótesis es que formaba parte de la alta nobleza de la Unión de Kalmar y que podría haber poseído propiedades tanto en Suecia como en Dinamarca", confesó Klange.
Junto a él aparecieron las tumbas de un hombre y una mujer que podría estar emparentadas con el noble, motivo por el cual sus restos óseos serán sometidos a un análisis de ADN para determinar si estuvieron relacionados con este poderoso personaje de la Unión de Kalmar, estado que terminó desapareciendo en el año 1523.