El año nuevo sorprendió a Japón con un violento terremoto de 7,6 grados que afecto gravemente a la prefectura de Ishikawa, situada en el centro de la isla de Honshu. Por el momento el número de fallecidos se desconoce, los refugiados se cuentan por decenas de miles y varias localidades presentan daños graves. En la Hispania romana, en algún momento del siglo III d.C., la tierra tembló en la provincia bética marcando el declive del rico municipio flavio de Munigua.

Durante siglos, los lugareños del actual municipio sevillano de Villanueva del Río y Minas conocían sus escombros. Una suerte de cantera improvisada en la que destacaban en lo alto los ciclópeos sillares del "castillo de Mulva". En el siglo XVIII las ruinas llamaron la atención de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras y redactaron un informe sobre el lugar concluyendo que ese supuesto castillo levantado sobre el cerro era un santuario. Poco más se supo de la ciudad romana de Mulva-Munigua hasta que en 1957 comenzó su excavación. 

El informe de los ilustrados sevillanos tenía razón. Emplazada sobre una serie de terrazas construidas por la mano del hombre, vigilando gran parte del valle del Guadalquivir, se levantaba un inmenso santuario dedicado a Hércules y a la diosa Fortuna construido en el siglo II d.C., el momento de máximo esplendor de la urbe. Bajo el anfiteatro natural sobre el que se levanta se encuentra el resto de edificios de la pequeña pero rica ciudad.

Aediculo de Mercurio Junta de Andalucía

Terremoto y declive

Su nombre lo conocemos gracias a una placa de bronce, una tessera de hospitalidad que debió situarse en el Foro. En ella, un cuestor llamado Sexto Curvio Silvino, enlaza la localidad con el emperador Augusto de manera simbólica. En este momento, sobre el siglo I, la ciudad turdetana cambió por completo.

De este primer asentamiento poblado por iberos dedicados a la minería desde el siglo IV a.C. no quedó nada más allá de una serie de restos bajo el santuario a Fortuna. Esta deidad, a pesar del culto profesado, esquivó la mirada a sus habitantes cuando Munigua se estremeció de forma violenta. En el momento en el que la ciudad comenzó a ser estudiada en 1957 por el Instituto Germánico Alemán, estos apuntaron que muchos de sus edificios se degradaron y abandonaron en el siglo III d.C. coincidiendo con un seísmo local y una crisis monetaria y política que sacudió a todo el Imperio romano.

Muro oeste del santuario Wikimedia Commons

El Instituto Geológico Minero de España encontró una serie de pruebas en el yacimiento que permiten vincular el terremoto a este periodo de declive. Estas serían toda una suerte de "muros basculados y colapsados, caídas orientadas de pilares y columnas, desplazamientos, rotaciones de bloques y fracturas penetrativas". Sin embargo, es en las siete viviendas excavadas donde se encuentran "un mayor número de evidencias del terremoto de finales del siglo III". El estar construida sobre terrazas tampoco ayudó a sus habitantes, uno de los cuales se encontró en 1984. Su esqueleto quedó aplastado por un muro que colapsó durante el temblor.

Una vez ocurrido este desastre natural comenzó a perder población e importancia. Con la ciudad desecha, otra deidad a la que rendían culto en el templo del Foro, Dis Pater relacionado con el inframundo el subsuelo y la minería, también desvío la mirada. En el siglo IV llegó el mazazo definitivo: las minas de bronce y hierro sobre las que giró su economía y prosperidad se agotaron. Sólo un puñado de personas siguió viviendo en aquella localidad fantasma al menos hasta el siglo XII, cuando el Imperio romano y el reino visigodo de Toledo sólo existían en lejanas crónicas. 

Riqueza

En sus tiempos de esplendor, en el siglo I de nuestra era, las minas hicieron inmensamente ricos a sus escasos habitantes que serían en su mayoría miembros de una élite local plenamente romanizada. Con una población estimada de 150 habitantes, esta reducida demografía contrasta con la majestuosidad de sus edificios públicos que se encuentran diseminados sin seguir el típico trazado ortogonal de los romanos. 

En el y su basílica, el corazón político de Munigua, se exhibía otro bronce en el que se atestigua que sus habitantes se encontraban amparados bajo el derecho latino una vez que el emperador Vespasiano les hubiera promocionado al rango de municipio. Poco después comienza su monumentalización. 

Cabeza encontrada en las termas Wikimedia Commons

"El mejor testimonio de la monumentalización de los centros urbanos ligada a la municipalización y a la extensión del culto imperial lo constituye el caso de Munigua, donde se aprecia para estas fechas la transformación de un santuario indígena a deidades desconocidas", apunta José Hinojo de la Rosa, cronista local de Villanueva del Río en las Actas de la I Jornada de Historia sobre la provincia de Sevilla.

Dejando a un lado a las deidades, también se construyó un gran complejo termal que fue remodelado varias veces a lo largo de sus tres siglos de historia. En una de las piscinas correspondientes a su frygidarium se encontró la cabeza decapitada de una estatua femenina de identidad discutida y debatida.

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"En un primer momento se creyó representativa de la provincia Hispana, aunque posteriormente al restaurar el muro de contención del Foro, debajo de éste apareció fortuitamente el cuerpo desnudo de una 'Venus', que encajó perfectamente con la cabeza, desechándose la primera hipótesis", explica el cronista.

Junto a la ciudad de los vivos, que espera un nuevo estudio aéreo realizado con drones y radares LiDAR aprobado el pasado diciembre por la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico de Sevilla, se ubica la ciudad de los muertos.

En esta necrópolis rodea Munigua desde el este y el sur y en ella se han documentado hasta 170 tumbas de diferente riqueza. En un mausoleo del siglo II d.C. se encontraron dos esqueletos enterrados en sarcófagos mientras que otros tres difuntos fueron cremados. En algún momento entre los siglos IV y V sus lujosos ajuares fueron saqueados en un momento en el que la maleza comenzaba a devorar las ruinas de Munigua.