¿Qué futuro les espera a los más de 200 afganos evacuados por el Gobierno de España que han solicitado asilo político en nuestro país? Desde luego uno mejor que el que les aguarda en Afganistán ahora que el país ha caído en manos de los talibanes, aunque tampoco sea muy esperanzador.
"Aquí no hay trabajo", advierten a sus compatriotas quienes llevan años viviendo en el país y componen la Asociación de Afganos en España. Pone voz a la advertencia Subot Kohi, periodista afgano que reside en Nuevo Baztán (Madrid), a escasos 20 kilómetros de la base militar de Torrejón de Ardoz, epicentro del operativo de retirada y evacuación de colaboradores que ha terminado este viernes con 2.206 personas salvadas.
"España es muy buen país y la gente es muy amable, pero económicamente el Gobierno de España no tiene potencial para ayudar a los refugiados", admite el director de la asociación, que propone Alemania o Canadá como destinos más amables para sus compatriotas: "Allí tienen ayudas económicas".
Pese a ello, claro, pide a nuestro Gobierno y al resto de aliados que estuvieron presentes durante más de veinte años en terreno afgano -Estados Unidos, Italia o Francia- que se esmeren en repatriar a todos los "intelectuales, periodistas, ingenieros, médicos o enfermeros" perseguidos por los talibanes. Y que, una vez puestos a salvo, ellos decidan en qué país quieren rehacer su vida.
"Quiero pedir a los países que pueden ayudar a quienes se merecen salir del país", solicita Kohi, que culpa de su situación de vulnerabilidad a "la política de Estados Unidos": "Ha decidido muy rápidamente salir del país. Tanta prisa es mala, la gente no sabe qué hacer".
Unas prisas que, denuncia, han provocado que los países involucrados en la labor humanitaria evacúen a gente "que no lo merece". Es decir, "gente normal" o "que no está en peligro": "Han entrado en aviones sin control, por la fuerza. Es posible que algunos sean talibanes".
El testimonio de Kohi
La propia vida de Subot Kohi es todo un testimonio de lo difícil que están las cosas para los afganos que prueban suerte en nuestro país, que sufre una de las tasas de paro más altas de la Unión Europea (la más alta en menores de 25 años).
El exdiputado del Parlamento afgano por la circunscripción de su tierra natal (a tan solo 50 kilómetros de Kabul), periodista de oficio, hubo de escapar de su país ante el temor de que algo pudiera pasarle a su mujer o a su hijo. Y recaló aquí en 2017, justo después de que un ataque terrorista acabara con la vida de catorce colegas.
Desde entonces ha debido reciclarse como jefe de obras, y ha construido un chalet en el Corredor del Henares madrileño (lo más cercano a un páramo de Asia Central que ha encontrado) que habita momentáneamente. Es el favor que le ha hecho el dueño, que así evita "que entren okupas" hasta que entre a vivir en septiembre.
Kohi, sin embargo, lo ha tuneado con una jaima en la terraza y dos banderas de Afganistán en la entrada. Así mitiga la melancolía que aún siente por su país, pero que no le impide reconocer la libertad que vive en España, donde puede admitir públicamente que es ateo y donde se sabe "querido" por sus vecinos.
Tampoco se olvida de sus compatriotas que permanecen "escondidos" de los terroristas islámicos. En especial, de quienes él llama "intelectuales".
"Los intelectuales están contra los talibanes, ellos los saben y los buscan", reza Kohi, que por eso se refugia a 6.000 kilómetros de su tierra natal, a la que ya ha asumido que no volverá: "El futuro de Afganistán es muy oscuro, así que a mi edad no creo que vuelva, aunque me gustaría: es mi país. Estoy muy triste".
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