La liberal Antonella Marty: "Milei es un maleducado que no entiende lo que es ser presidente"
"Milei es un adolescente que gobierna buscando la aprobación ajena" / "Lo que hizo en España fue una desubicación total. Y con fondos del Estado" / "El problema actual no es el comunismo, es el nacionalismo y el populismo".
5 junio, 2024 02:56En un tiempo en el que dirigentes políticos vacían de sentido la duda y los cambios de opinión, aún existen personas que realmente atraviesan procesos de evolución -incluso de maduración- intelectual.
Antonella Marty (Rosario, Santa Fe, 1992) parece haberse caído de un caballo, como San Pablo. O quizá la hicieron caer. En su caso, no iba camino de Damasco, sino de un liberalismo conservador dogmático. A los promotores de esta doctrina política, normalmente encapsulados en "fundaciones o think tanks" (laboratorios de ideas), Marty les atribuye una ceguera que ella misma padeció. Esa ceguera la advierte también en los movimientos populistas y nacionalistas actuales. Es la ceguera que provoca la "falta de empatía".
Esta célebre politóloga y física argentina ha publicado algún libro que hoy no escribiría. Y ha escrito otros que ahora, en sus reflexiones, tratan de reordenar su mundo. Es el caso de su último ensayo, titulado Ideologías: las ideas políticas que mueven el mundo (Deusto, 2024).
Hace poco, conceptos como la justicia social o la redistribución de la riqueza por parte del Estado, se le antojaban injustos, casi inservibles. Hoy sabe que existen realidades complejas, puntos de partida insalvables, y que la meritocracia sin servicios públicos no siempre garantiza la igualdad de oportunidades.
Sin ir más lejos, el actual presidente de la República de Argentina, su tierra natal, representa gran parte de aquello que quiere combatir.
Defensora del liberalismo, doctrina que sitúa al margen del eje izquierda-derecha, ve en Javier Milei y en los intelectuales que lo apoyan "una tergiversación de lo que se entiende por liberal", porque "se convierten en líderes iliberales o populistas que unen la religión al poder".
Al norteamericano Donald Trump o al líder de Vox, Santiago Abascal, los identifica también como claros ejemplos de ello.
Para hablar de estas y otras cosas a su paso por Madrid, recibe a EL ESPAÑOL en el Palacete de Eduardo Adchoch, sede de la Fundación Rafael del Pino. Allí tendría lugar, en pocas horas, la presentación del libro.
El populismo, un tema clave que trata en su libro, ha contagiado a los partidos tradicionales. Aquí, por ejemplo, hay un debate sobre quién abrió el conflicto entre Milei y Sánchez. De hecho, ellos lo utilizan porque les favorece electoralmente. ¿Cómo salir de esa dinámica?
Muchos partidos tradicionales se contagian del populismo porque se ven opacados por estos outsiders que aparecen y les hacen tambalear el tablero político, quitándoles relevancia. El otro día, escuché también a Isabel Díaz Ayuso hablando del peronismo, cuando realmente no tiene ni idea de cómo funciona.
De hecho, yo he sido muy crítica con el peronismo, pero hoy hay peronistas que hablan del Estado de derecho en Argentina por lo que está pasando con Milei. Están hablando de división de poderes en un momento en que Milei está pidiendo poderes extraordinarios. Él vive en una pelea permanente con todos, incluidos los periodistas. Y se enoja si le preguntan algo que no le gusta, responde mal. Lo que le pasa a Milei es que es un maleducado que no entiende lo que significa ser presidente.
Lo que hizo en España fue una desubicación total, porque lo hizo además con fondos del Estado, casi medio millón de dólares. ¿Por qué lo tiene que financiar la gente? Sólo llegó a un país, insultó a un presidente, y ni siquiera se reunió con figuras oficiales. Genera una pelea para ver quién es el peor, el más malo, el que más machito se hace.
Usted insiste en que el liberalismo se aleja del eje izquierda-derecha. Pero en su libro se propone reordenar las distintas ideologías que existen. ¿Sigue pensando que debemos alejarnos de ese eje clásico, o reconoce que es un modelo vigente y necesario?
Yo creo que el liberalismo siempre ha estado al margen de ese eje, sólo que hoy hay una malinterpretación o tergiversación de lo que se entiende por ser liberal. Parte de las estrategias de algunos políticos e intelectuales populistas que hablan en nombre del liberalismo, cuando, en realidad, el liberalismo es antagónico. De hecho surge enfrentándose al conservadurismo, no al socialismo o al comunismo, como hoy se lo plantea.
Dicho esto: ¿el liberalismo es una palabra insalvable? Puede ser. Puede que no valga la pena seguir insistiendo en recuperarla. Creo que, con mi libro El manual liberal traté de reinventarla, dando voz a distintas personalidades liberales. Muchos de ellos hoy se fueron con Milei, o con este giro del populismo de derechas.
Creo que hoy hay un liberalismo vacío de libertad, así que ahora no sé si seguir defendiendo esa palabra. Sí un concepto real de libertad, que se abrace también a la empatía, a las luchas sociales e individuales, como el feminismo o los derechos LGTBI. A eso no se le pueden poner etiquetas ideológicas, porque tienen que ver con individuos de una sociedad preocupados por esa deriva conservadora en Europa o en España, en Estados Unidos o países de Latinoamérica.
Sin embargo, aunque defiende todas estas causas sociales, también ha defendido que el Estado tenga un papel menor en esto, que la sociedad es suficientemente madura para organizarse de manera colectiva. ¿Hasta qué punto cree que el Estado debe estar presente?
Ahí yo tengo mis dudas. Sí creo que hay un rol importante del Estado en estas cuestiones, porque es el mecanismo a través del cual los políticos establecen o llevan a la acción las ideas que, al final, o padecemos o disfrutamos todos.
El rol de la educación, por ejemplo. Soy una fiel creyente en la educación sexual integral. La combaten en Argentina Milei, y aquí Abascal. Hablar de los derechos de los niños, cuestionar el acoso escolar, la violencia en el hogar, o en todo sentido. Muchos de estos liberales, te dicen: ahí el Estado no se debe meter.
Claro, les importan los chicos antes de nacer, porque ponen el aborto como una cuestión decisiva, pero una vez que nacen, les dejan de preocupar. Pasan a ser propiedad de los padres y no individuos que tienen el derecho a la libre personalidad.
En el libro también planteo cuestiones como la religión. Hago mucho énfasis, porque sé que la religión asociada al Estado ha causado estragos, y los causa todavía. No hago estas reflexiones desde el liberalismo, sino de la libertad y la empatía. Algo muy difícil en un entorno en el que los políticos se afanan en demostrar quién es más malo, quién es el que más ataca o más fantasmas crea. El que ofende más. Amparan el derecho a ofender, que en mi opinión, dentro de la libertad de expresión no tiene lugar.
Si te fijas, esos mismos que se creen con derecho a decir cualquier cosa, cuando los cancelas y los llamas racistas o populistas, se enojan y dicen que eres un peligro contra la libertad de expresión.
Califica a Milei como un líder sin empatía, ajeno al liberalismo que usted defiende. ¿Cuáles son sus referentes?
En mi opinión, el liberalismo está tomado por el conservadurismo. Y eso incluye a fundaciones, intelectuales, académicos, facciones como el Opus Dei. Muchos de ellos abrazados a discursos como el de Jordan Peterson, que te dicen cómo tienes que vivir tu vida y que si no vives como en los años cincuenta, estás desperdiciándola.
La gente consume mucho, lamentablemente, ese discurso, porque es una contrarrespuesta a todos los movimientos del siglo pasado, de los años sesenta o setenta: de liberación sexual, de feminismo, contra el racismo... Todo lo que hoy llaman woke. Todo lo que yo defiendo. Para mí, no hay nada mejor que estar despierto. Al final, va de eso.
Algo que le cuestionan mucho a lo woke es, precisamente, marcar esas injusticias del pasado. ¡¿Qué hay más sano que eso?! Cómo no vamos a tener una memoria, una mentalidad siempre abierta y despierta, porque todo puede volver a ocurrir.
En España hay un debate muy potente respecto a la memoria histórica. La postura clásica del liberalismo conservador, que representa José María Aznar, es que en esos asuntos no debe entrar el Parlamento. Que es cosa de historiadores.
Incluso personas del Partido Popular lo defienden. Para mí, respondiendo a tu pregunta anterior, un autor referente, y quien mejor lo explica, es José Benegas. Él escribió un libro sobre Milei. Un personaje que es como se muestra: un adolescente que gobierna buscando aprobación permanente de otras personas.
Son políticos que se muestran como machos alfa, que dicen combatir todo lo que representa al marxismo cultural. La socialdemocracia de el siglo XX no representa más que avances en términos de libertades y de derechos sociales, que tiene poco que ver además con el marxismo. Y si tuviesen que ver, bienvenido sea. No importa quien libere los campos de concentración, lo que importa es que se liberen.
A la socialdemocracia hay que evaluarla, no desde la postura del socialismo, sino de la democracia. Los grandes aportes que tiene en términos democráticos, tienen componentes del liberalismo. Gloria Álvarez también es una autora que explica muy bien estos temas. Pero se está produciendo en el liberalismo una división muy fuerte en la que nosotros somos parias. El liberalismo ha expulsado a todo liberal, valga la redundancia.
En la última entrevista que concedió a este diario, mencionó la calidad institucional como un factor clave de las democracias occidentales. La promesa de acabar con ese deterioro ha llevado a Milei a la presidencia en Argentina. No parece que sea positivo. ¿Es un circulo vicioso?
Yo al gobierno de Milei no lo califico como liberal, más bien todo lo contrario. Es un populismo de derechas conservador. Ni siquiera bajó impuestos, sólo los subió. Lo demás, como la reducción de ministerios, es pura propaganda. Sólo los renombró como secretarías, haciendo inexistente la reducción del gasto público.
Tiene a cuarenta peronistas en su propio gobierno, siendo además totalmente incoherente. Él tiene la necesidad, por traumas de su infancia, de su aprobación, tanto por líderes místicos religiosos como por otros colegas, como Santiago Abascal. También con Trump, que lo tiene fascinado.
Uno de los grandes peligros hoy no es el comunismo, sino el nacionalismo y el modus operandi del populismo. El populista te divide a la sociedad y te dice que estamos en peligro. Es una obsesión con la pureza, y con que hay que defender a la sociedad de algo.
Hay una reflexión que escribió Álvaro Vargas Llosa en el prólogo de su libro 'La dictadura intelectual populista'...
Ese libro a mí no me gusta. Es un libro totalmente opuesto a muchas de las cosas que hoy presento.
¿Por qué ha venido motivado su cambio de opinión al respecto de tantas cosas?
Mira, esto que te voy a contar es algo súper personal, y lo puedes incluir, porque no tengo ningún problema. Lo que a mí me pasó tiene que ver con lo que se conoce como el movimiento liberal que parte de fundaciones, de think tanks académicos... para mí es una especie de secta. De culto. Donde el que piensa distinto es hereje. Es expulsado, es loco, como le dicen a Gloria Álvarez. Es exagerado, como le dicen a José Benegas, o a mí.
Cuántas veces me han dicho "de esto no deberías hablar". Ahí te das cuenta de que hay un intento de control. El control es el mecanismo por el que te tienen ahí. Milei es un producto liberal influido por el Opus Dei, por el conservadurismo, respaldado también por muchas organizaciones religiosas o donantes republicanos que están a favor de la supremacía blanca, de Trump.
Desde muy pequeña entré en esto a partir de ese entorno en Argentina. Hay fundaciones que tienen un papel importante y que no han caído en eso. Una de ellas es el Instituto Político Para la Libertad de Perú. O la Fundación Nauma. Pero cuando uno entra en ese círculo, de un grupo reducido de amigos hombres, blancos, mayores, que repiten un mismo mensaje que se quedó en la Guerra Fría, y que tienen que crear permanentes fantasmas, como el comunismo, la batalla cultural...
Una expresión, la de la batalla cultural, que usted rechaza.
A mí no me gusta, pero en algún momento la usaba, porque es como un chip. Milei hace eso, repite lo mismo veinte veces. Cuando te das la oportunidad de tener pensamiento crítico, terminas saliendo del culto. Y cuando te das cuenta de que estabas en un culto, dices: 'guau, cómo te atrapa'. No te das cuenta de que estás ahí dentro hasta que sales.
Te hacen creer que eres libre, y te dan el título como de que das la batalla por la libertad. Para ellos todo es una épica, la de la batalla cultural. La critico porque creo que es la cruzada moral de los Abascal, los Milei contra el aborto, el feminismo o los derechos LGTBI.
Volviendo a la cuestión anterior: Vargas Llosa escribió en aquel prólogo que los países que han obtenido resultados aplicando buenas ideas y valores pueden evitar la llamada "tentación totalitaria". Sin embargo, puede pasar que esas ideas no se transmitan a generaciones posteriores. En España se denosta ahora al régimen constitucional del 78. Ocurre también en otros países europeos. ¿Se puede recuperar esa tradición de valores?
Va a ser un trabajo grande, porque siempre que en la Historia se trató de volver a esas sociedades cerradas, se intentó deshumanizar al que se resiste a ese retorno. El conservadurismo del que hablamos pretende volver a una etapa en la que esa institucionalidad, basada en valores, no existía. Va a ser muy complicado hacerle frente ahora, cuando hasta la democracia es atacada y puesta en cuestión.
Todo cambia con el tiempo, los conceptos, las ideas, yo misma. Cuando nos quedamos en esa visión cerrada, es peligroso, porque tendemos a imponer un pensamiento único.