La histórica foto de Pedro Sánchez reunido con EH Bildu en el Congreso de los Diputados sigue abriendo heridas dentro del socialismo vasco. Los sustantivos que vuelan en las conversaciones telefónicas y las redes sociales no bajan de "tristeza" o "indignación", dos de los más repetidos, ni atemperan el relato oficial emitido desde Ferraz, una especie de normalización institucional de la izquierda abertzale. En parte como recompensa por la pasada legislatura, en parte como pago por la que está por venir.
A esa normalización en forma de fotografía la llaman ya "la foto del viernes 13", la guinda evolutiva de una coalición electoral que todavía se resiste a condenar el terrorismo de ETA, pero que ha moderado su discurso para abarcar a un electorado más allá del movimiento abertzale. El equilibrio es precario y le funcionó para superar al PNV en las últimas elecciones generales, pero no deja de levantar ampollas entre el socialismo con el que precisamente anhela aliarse.
"No han dado luz a los casos de asesinatos sin resolver, ni han votado la moción contra el ataque a la tumba de Buesa", se suelta Maite Pagaza, eurodiputada de Ciudadanos Europeos y hermana de Joseba Pagazaurtundúa, socialista asesinado por ETA en 2003. Y sobre Sánchez no se corta: "Sigue enalteciendo a asesinos como héroes, convirtiéndose cada día más en un líder populista. Está intoxicando la democracia junto a los peores".
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A la susodicha foto no le hacen ningún favor las decenas de víctimas socialistas que campan en el historial de la banda terrorista, disuelta en 2018 pero todavía con predicamento en algunos sectores de Bildu, principalmente en Sortu. Juntarlos con el secretario general del PSOE y presidente del Gobierno era una frontera que muchos veían todavía demasiado lejana.
La cuestión de fondo es que toda aquella lista de asesinados fueron aplaudidos por publicaciones como Egin, Punto y Hora de Euskal Herria o Gara. Y todas estas publicaciones tuvieron como editora, fundadora y/o directora a la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua, que es quien precisamente se fotografió junto a Sánchez este viernes. Los símbolos es lo que tienen.
"La mujer de la foto celebraba los asesinatos de compañeros del primero [Santos Cerdán] y del segundo [Pedro Sánchez] por la izquierda", clama Rubén Múgica, hijo del socialista Fernando Múgica, asesinado por ETA en 1996. La foto, a ojos de asociaciones como Covite, representarán para la historia "la trampa de la normalización".
En palabras de Maite Araluce, presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), la foto viene a escenificar "al Estado de derecho arrodillado ante ETA". "Es la foto de la infamia, la consumación de la traición de este presidente, no sólo a las víctimas del terrorismo, sino a todos los españoles", se revuelve.
"Es muy triste. Sánchez nunca ha querido reunirse con al AVT, pero con tal de seguir en el poder está regalando a Bildu la foto que no quiso hacerse en 2019. Se está reuniendo con el partido del brazo institucional de ETA, que sigue sin condenar el terrorismo y que ha llevado a más de 40 terroristas en sus listas. Todo esto le debería de haber marcado mucho antes. Le debería marcar para siempre", añade Araluce.
Otros, como Daniel Portero, hijo del fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía asesinado por ETA el 9 de octubre de 2000, y presidente de la asociación de víctima Dignidad y Justicia, asienten preocupados pero suspiran ante la supuesta verdadera identidad de Sánchez.
"Se ha quitado la careta. Con lo de hoy demuestra claramente que su socio prioritario es Bildu. Es el único grupo que le ha dado su apoyo incondicional. Ni siquiera Sumar ha prometido los votos de la investidura", sentencia. Lo único que han pedido, quizás, era salir en la foto de una ves por todas.