Alberto Núñez Feijóo estuvo dudando sobre el lugar en el que quería empezar la carrera hacia las generales del 23-J. Hasta que se enteró de que Mariano Rajoy, en la campaña de 2011, eligió la localidad catalana de Castelldefels. Y "sacó mayoría absoluta", ha apostillado un aspirante que se aferra a cada talismán que encuentra por el camino para lograr una victoria que le libre de Vox.
Siguiendo la estela de su antecesor, el líder popular ha hecho lo propio en la tarde de este jueves. Porque él anhela derrotar a Pedro Sánchez en los mismos términos que su antecesor con Rubalcaba: sobrepasando el umbral de los 175 escaños en el Congreso de los Diputados. Un escenario que se aventura prácticamente imposible en base a lo que dicen los sondeos.
Pero, por delante queda una campaña electoral que comenzará esta madrugada. Tras la pegada de carteles, la política española vivirá su particular chupinazo. Y para cuando se destapen las urnas, Feijóo ya pide concentrar el voto en su partido y que así se pueda conformar un gobierno sin "intermediarios". La única forma, a su juicio, de "poner fin al sanchismo".
Una vez más, el presidente del Partido Popular se ha centrado en la idea-fuerza de derogar los cinco años de Gobierno socialista, cuatro de ellos en coalición con Podemos. "Una mezcla de mentiras, maldades y manipulación", ha repetido parafraseando al presidente del Gobierno en su visita a El Hormiguero.
Con el reloj empezando a descontar las horas que faltan para las elecciones, Feijóo ha celebrado que "la mejor noticia es que quedan dos semanas para dejar atrás la división, las chapuzas y la utilización de las instituciones". Tres características de un Ejecutivo, ha añadido, "con tantas partes como socios lo componen, que intenta dividir a la sociedad entre buenos y malos, falsos progres y fachas; que señala a todo el que discrepa".
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Acto seguido, el líder de la oposición ha repasado algunos de los capítulos más polémicos de la legislatura, como la ley del sí es sí o las cesiones al independentismo, para vaticinar, finalmente, que la nación española dirá a Sánchez el próximo 23-J: "Gracias por los servicios prestados, se acabó".
A futuro, ha abogado por "dejar atrás la utilización de las instituciones del Estado, esas que tienen que ser independientes, que establecen el equilibrio y protegen de gobiernos que abusan sus poderes". Y, reiterando aquel título que popularizó María Jiménez, Feijóo ha proseguido: "Se acabó cambiar el Código Penal para favorecer a los socios del Gobierno. Se acabó usar los medios del Estado para hacer campaña".
"Se acabó"
"Se acabaron las mentiras demoscópicas, se acabó el CIS de Tezanos y la utilización de la demoscopia falsa para desinformar a los españoles. Se acabó cambiar los indultos por presupuestos, ninguna de las decisiones de cambiar la democracia por los intereses del Gobierno se pueden volver a reeditar".
En cuanto a sus planes para España, Feijóo ha expresado que quiere "unir a los que creen que un Gobierno tiene que estar formado por gestores capacitados y no por ministros y ministras que no tuvieron ningún trabajo anteriormente". "Quiero un gobierno en solitario, porque lo mejor que puede hacer un gobierno es estar rodeado de los votos que salen limpiamente de las urnas", ha recalcado.
Una vez más, y en una referencia velada a la hipótesis de introducir a Santiago Abascal dentro de su gabinete, el gallego ha apelado a los votantes de PSOE y Vox para que su gobierno no tenga "intermediarios". En su opinión, es "un planteamiento en el que se reconocen una amplísima mayoría de votantes".
"Cada vez que haya que decidir temas importantes el PSOE puede contar con el PP. Los que votaron a Vox necesitan tener un gobierno sólido y que su papeleta se convierta en una papeleta que no se pierda. Los que votaron a otro partido tienen que saber que la única papeleta que garantiza el fin del sanchismo es la del PP; vamos a por ello", ha agregado.
Para tratar de amarrar a los electores de centroizquierda, Feijóo ha trazado un paralelismo entre el presente y el pasado, recordando aquella victoria del PSOE en 1982. Según ha señalado: "Es el momento del cambio que España necesita, como sucedió en 1982 con Felipe González, millones de personas votaron el cambio porque era el voto del optimismo, de la modernización del país, de que España funcionase".