Pedro Sánchez. durante un discurso en la reunión de la Internacional Socialista, en Madrid.

Pedro Sánchez. durante un discurso en la reunión de la Internacional Socialista, en Madrid.

Política GOBIERNO

Moncloa cree haber frenado la sangría de votos con mensajes radicales y desgastando a Feijóo

Los estudios internos daban en junio al PSOE una fidelidad del 50% del votante, y ahora sube al 60%. También registran erosión en el líder del PP.

5 febrero, 2023 02:45

Detrás de los chascarrillos, las descalificaciones personales y la dura crítica política, el discurso inicial de Pedro Sánchez el pasado martes en el Senado incluía una especie de programa electoral para las autonómicas, municipales y generales.

“Una España en la que los servicios públicos protejan, con unos servicios públicos que funcionen. (…) Una España en la que el futuro profesional de un joven no dependa de la cuenta corriente de sus padres. Una España en la que las mayores fortunas y las grandes empresas pagan lo que les corresponde.(…) Es hora, en definitiva, señorías, de afrontar las muchas injusticias que tiene el sistema, de conseguir un reparto más equitativo de las cargas y también de los beneficios”.

Fue una declaración de intenciones con notable acento de izquierdas, con defensa de lo público y dura crítica a los beneficios empresariales.

[Sánchez denuncia "un plan oculto" para "debilitar lo público" y achaca los bajos salarios a las empresas]

También debe verse como una explicación de la estrategia de la Moncloa en los meses pasados y de la futura hasta el final de la legislatura, según fuentes de su entorno.

Es la culminación de un proceso de refuerzo de los mensajes dirigidos hacia sus bases electorales para evitar la sangría de votos detectada por los estudios electorales de Moncloa.

Fue una nueva puesta en escena de la estrategia encaminada a erosionar como sea a Alberto Núñez Feijóo, para diluir su imagen de buen gestor y político serio. Es decir, para acabar con lo que el equipo de Feijóo presentaba como la mayor fortaleza del líder del PP.

El punto de inflexión llegó el día 19 de junio de 2022 cuando se abrieron las urnas de Andalucía y se constató un desastre electoral que nadie en el Gobierno ni el PSOE esperaban antes de esa noche.

El desastre era tal que los estudios demoscópicos del PSOE en esa misma semana indicaban que sólo un 50% de sus votantes de noviembre de 2019 estaban decididos a repetir su apoyo a Sánchez. Además, Feijóo mantenía entonces la ola favorable por el impulso de su llegada a la presidencia del PP.

Los llamados estudios cualitativos de Moncloa indicaban que el jefe de la oposición mantenía una notable imagen de buen gestor y seriedad, tras cuatro mayorías absolutas en Galicia.

Esas luces de alarma se concretaron, de un lado, en un plan urgente para frenar la hemorragia de votantes perdidos. Y, por otro, erosionar la imagen del líder del PP.

La manera de hacerlo era, en primer lugar y de forma urgente, reforzar un mensaje coherente con la posición de los votantes tradicionales que se perdían, es decir, los que tienen una posición más ideológica y de izquierdas.

Por eso, el presidente del Gobierno pasó de celebrar grandes actos con los más importantes empresarios de España como hizo en el inicio de la legislatura, a formular críticas públicas a los responsables de las grandes compañías, con denuncia de sus grandes beneficios, y un mensaje basado en la pugna "entre ricos y pobres".

Se decía que “Sánchez se podemiza” y, en realidad, lo que hacía era lanzar mensajes continuados a sus electores tradicionales, aquellos a los que teóricamente es más fácil movilizar. Aunque fuera a riesgo de dejar libre el flanco del centro para que el PP se lleve todos los votos que deja Ciudadanos.

El ejemplo más claro de las medidas anunciadas entonces fueron los nuevos impuestos para las compañías energéticas y de combustible, y para los bancos. Remaba a favor porque los beneficios de esas compañías contrastaban con las subidas de precios de energía o de las hipotecas.

En paralelo, Sánchez puso en marcha al partido y al Gobierno para lanzar desde todos los frentes y en todos los foros críticas o ataques al líder del PP con el objetivo de minar su imagen. 

En septiembre, Feijóo facilitó involuntariamente esa estrategia cuando propuso que Sánchez compareciera en el Senado para confrontar con él. Le brindó la plataforma perfecta para llevar a cabo su estrategia, en el foro en el que desarrollar el detallado seguimiento a toda la trayectoria pública de Feijóo.

Réplicas preparadas

Desde entonces, en todos los enfrentamientos en la Cámara Alta, el presidente del Gobierno ha respondido con extrema dureza a Feijóo. Las réplicas, minuciosamente preparadas antes de los debates por su equipo de Moncloa, responden a un intenso análisis de toda la gestión de su oponente en la Xunta de Galicia y de sus propuestas o declaraciones.

“¿Es insolvencia o mala fe?”, se preguntaba reiterada y retóricamente Sánchez en el primer cara a cara en el Senado en referencia a su oponente. Y todos los portavoces socialistas secundaron esa consigna.

El PP considera que esa estrategia de Moncloa ya es insostenible y que por repetición empieza a ser ya inficaz para Sánchez. Más aún después de decisiones como la reforma de la malversación y la sedición y, especialmemte, por la pésima gestión de la "ley del sólo sí es si". Los populares explican que esto último se apreció en el debate del martes, porque Sánchez dio muestras de debilidad con argumentos como el de la gestión de la Xunta o el chascarrillo sobre la vuelta de Rodrigo Rato, Eduardo Zaplana y Jaume Matas, retirados hace casi 20 años.

Otro de los frentes de ese desgaste era el de la imagen de negociador que Feijóo quiso cultivar desde el principio con ofertas de pactos a Sánchez. En Moncloa creen que la negativa reiterada del PP a renovar el Consejo General del Poder Judicial ha arruinado la estrategia del equipo de Feijóo y dan por ganado ese relato.

Se trataba de revertir dos curvas: la de la pérdida de votos del PSOE y la de la imagen de Feijóo.

Ahora, los datos de Moncloa muestran que la fidelidad de voto del PSOE está ya en el 60%, es decir, ha conseguido recuperar un número notable de electores. Se ha taponado en gran medida la fuga de votos, según explican, pero aún están en esa fase de la estrategia. Cuando acabe, pasarán a la siguiente: intentar captar nuevos votantes o votantes limítrofes con otras opciones.

Sus esperanzas para las generales se basan, además, en el hecho de que ninguna de las encuestas publicadas, ni siquiera las más adversas, bajan al PSOE del 26% de los votos.

Los datos de fuga de votos que maneja Moncloa coinciden con los del PP. Los populares disponen de estudios que hablan de una enorme inestabilidad del voto del PSOE y con hasta un 11% de anteriores votantes socialistas dispuestos a apoyar a Feijóo.

[El 'salto' de Feijóo: sus encuestas le dan un 11% de votos del PSOE, el 15% de Vox y el 29% de Cs]

Según ese estudio, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, el PSOE sólo tiene una fidelidad de voto del 61%, es decir, el mismo dato que maneja Moncloa. La fidelidad de los votantes del PP es del 78%; el 80% los de Vox; el 62% los de Unidas Podemos, por sólo el 26% los de Ciudadanos.

Con esos datos, la estrategia del PP es un espejo de la de Moncloa: buscar a los votantes del PSOE que dicen no estar seguros de seguir votando a Pedro Sánchez.

Respeto a la imagen de Feijóo, los estudios del PSOE les llevan a darse por satisfechos porque muestran una caída en picado de su valoración. Esa caída tiene reflejo claro en los sondeos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS): en abril la nota de Feijóo era de 5,20 y la de este mes de enero es de 4,38.

La siguiente fase, según fuentes socialistas, se iniciará cuando suba aún más la fidelidad de voto del PSOE y sea posible expandirse hacia el centro, para pugnar con el PP por los votantes limítrofes entre ambos partidos.