La líder de Más Madrid, Mónica García, se ha unido a esa moda que llevan ahora los políticos de publicar sus memorias sin culminar —o siquiera empezar— su cursus honorum. La "médica y madre" ha publicado Política sin anestesia (Plaza & Janés Editores, 2022), un libro en el que relata en primera persona su (no) transición del quirófano a la Asamblea de Vallecas.
Lo hace, y así lo confiesa ya en la contraportada, con la intención de "ajustar cuentas" y de denunciar "la banalización de la política o la degradación del debate en una realidad que algunos tratan de convertir en un lugar individualista y competitivo". Ambas consignas pueden —y deben— entenderse como un dardo a una diana en la que uno de los blancos es el que fuera su partido, Unidas Podemos.
Y es que, tal y como en su día hizo Íñigo Errejón, la líder de la oposición madrileña carga con dureza contra la formación morada, en la que militó entre 2015 y 2019... Y de la que se separó en un "divorcio doloroso" que relata con precisión médica.
A Unidas Podemos le llevaron los sentimientos, pues si algo destaca de sí misma en esta especie de autobiografía es su carácter "pasional". "Miles de personas nos vimos atraídas por un proyecto rompedor, que en mi caso me sedujo con la frase 'Somos gente corriente que venimos a hacer cosas extraordinarias'". Pero el desamor llegó a los cuatro años.
"Además de esas cosas extraordinarias, estaban las cosas ordinarias de la vieja política que afloraron demasiado rápido para lo jóvenes que éramos". ¿Qué cosas? Así lo desmenuza la líder de Más Madrid: "Se convirtió en un proyecto autorreferencial, exclusivo y excluyente. El partido pasó a ser lo primero, por encima de la gente".
"Con esto no quiero restar importancia a los innumerables ataques externos por parte de los poderes fácticos y las derechas, que a quien más miedo le tienen es a la gente corriente que hace cosas extraordinarias", abunda García, que zanja: "Sin embargo, eso nunca justificó la debacle interna ni el auge de la cultura insalubre que culminó con la centrifugación de talento".
El libro, cosas del destino o de las editoriales, se ha publicado en mitad de la crisis que sacude a Podemos a nivel nacional: cayendo en picado en las encuestas, desintegrándose a nivel regional, y con su supuesta lideresa, Yolanda Díaz, que ya reniega de la marca mientras se acerca a Mónica García e Íñigo Errejón.
La campaña del 4M
Probablemente, en sus 260 páginas, lo más interesante para los cafeteros de la política anide en su último capítulo, titulado Todo lo que quisiste saber de una campaña electoral, pero nunca te atreviste a preguntar. Y es que sí, se refiere a los días previos a las elecciones autonómicas del 4 de mayo de 2021.
García recuerda con nitidez la convocatoria de elecciones por parte de Isabel Díaz Ayuso. Ella hubo de ir como candidata por Más Madrid. "Nunca había querido estar ahí, pero ahí estaba. Asumirlo me costó un par de lexatines y varias carreras de desahogo por el parque del Retiro, pero enseguida nos pusimos manos a la obra".
Lo que terminó de descolocarla fue la presentación del entonces vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, como candidato de Unidas Podemos.
—¡Que se presenta Pablo Iglesias! ¡Que se presenta Pablo Iglesias!
—Venga ya. ¿En serio?
La dirigente de Más Madrid recuerda cómo, con taquicardia, pero sin temblor en la voz, grabó un vídeo para rechazar la oferta de Iglesias para concurrir juntos a las urnas. Una decisión en la que insiste tanto en el libro como en su día a día en la política regional: "Cada uno corriendo por su calle sin mirar a los lados hasta llegar a la meta".
Durante el mes que duró la campaña, y así lo relata, reservó todas las tardes dos o tres horas para estar con sus "cachorros", en referencia a sus tres hijos. Con ellos tiene algunas de las conversaciones [hay varias] más divertidas del libro.
—Mamá, ¿el PSOE es bueno?
—No es malo, ¿por?
—Porque me han dado caramelos y me los he comido.
De aquel famoso debate televisivo que enfrentó a los seis candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid destaca que, sin quererlo, coincidió en indumentaria con Ayuso. "¡Oh no! Lucíamos la misma chaqueta. Intenté hacer una broma al respecto, pero no fui correspondida. En mi equipo fantaseamos con que ambas nos metíamos en el camerino y salíamos con otra chaqueta pero también del mismo color". No pasó.
Lo que pasó fue que llamó "presidenta nini" a la candidata popular porque no gestionó, en su opinión, "ni salud ni economía". Pero ella dice no recordar "casi nada" de aquel careo. Una "laguna amnésica" de la que rescata que Rocío Monasterio es "muy mala gente" por mencionar en su discurso a los menores extranjeros no acompañados (menas). "Me arrepiento de no haber contestado con más dureza", admite.
Finalmente, los madrileños acudieron a las urnas y dieron una victoria incontestable a Isabel Díaz Ayuso. La dirigente de Más Madrid recuerda de aquella velada su histórico sorpasso al PSOE, que la convirtió desde entonces en líder de la oposición. O como dice su hija, en la "casi presidenta".
Del taxista a Margarita
En estas páginas también anidan todas las obsesiones personales y políticas (aunque ella, siguiendo el adagio marxista, considera que "lo personal es político") de la dirigente madrileña: desde el tiempo propio como "pilar básico de la democracia", su denuncia de la "privatización" de la sanidad o la maternidad como "sujeto político".
Pero también regala muchas anécdotas personales —huelga decir que ninguna de ellas puede acreditarse— entre las cuales destaca la conversación que mantuvo con un taxista cuando se dirigía a la Asamblea de Madrid. El conductor, de nombre anónimo, le dejó una reflexión por tan sólo 7,50 euros: "No merece la pena [la política]. Es usted médica, una profesión valorada y útil. Además, la van a hacer picadillo".
Esta sentencia, que en su momento no pudo refutar, fue la que le empujó a escribir el libro. Y es que ella considera que ambas son artes que si se subliman, pueden ser una y la misma. Acaso porque, decía Platón, donde quiera que se ama el arte de la medicina, se ama también a la humanidad. Pero por no ponernos tan elevados, Mónica García resume que ambas remiten a la idea "de ser útil y poder ayudar".
Leídas las 260 páginas, puede concluirse que Mónica García es una mujer apegada a lo cotidiano, a lo mundano. Sin un sentido trascendente de la vida —aspira a morirse en el sofá, como le sucedió a su madre—. Aunque sí hace falta un poco de fe para creerse el episodio que relata como colofón al relato. Antecedentes: 5 de mayo de 2021, el día después de las elecciones generales. En un bar de la plaza de la Meseta.
"Una mujer se empezó a encontrar mal. Justo al llegar nosotros, perdió el conocimiento. Allí estábamos Arturo, enfermero y vocal vecino de Más Madrid de Usera y yo, que la atendimos hasta que recobró la consciencia casi enseguida. Todavía tumbada en el suelo, mientras esperábamos a la ambulancia, le hicimos las preguntas de rigor para ver si estaba orientada en las tres esferas de persona, lugar y tiempo".
—¿Sabe cómo se llama?
—Me llamo Margarita.
—¿Sabe dónde está?
-Aquí, donde vivo, en Usera.
—¿Sabe qué día es hoy?
—Hoy es cinco de mayo. Lo sé porque ayer te voté.