La tarde del lunes Isabel Díaz Ayuso despejó su agenda política y se recluyó en su domicilio. Sola. Necesitaba concentrarse. Cogió un bolígrafo, un papel en blanco y se puso a escribir el que, según afirman desde su entorno, "fue el discurso más difícil de su vida". Espiró al terminar de redactarlo, y lo compartió con tan sólo dos personas: José Luis Carreras, su jefe de gabinete, y Miguel Ángel Rodríguez, su asesor. Visto bueno.
El martes se plantó en el Hotel Eurostars Tower de Madrid con paso firme, decidido. Entró en el edificio flanqueada por Alfonso Serrano, su portavoz en la Asamblea de Madrid, resguardando bajo su brazo izquierdo una carpeta azul con el logo del Partido Popular. Dentro, los folios a los que aún nadie, más allá de su entorno más cercano, ha tenido acceso.
Era una incógnita, por tanto, lo que la presidenta madrileña iba a espetar aquel día, por la mañana, ante las 400 personas que componen la Junta Directiva Nacional del Partido Popular. ¿Iba a optar por un tono conciliador? ¿Por uno revanchista? ¿Miraría hacia delante enterrando el hacha de guerra? ¿Cobraría deudas pendientes?
No hubo que esperar mucho para responder a estas preguntas: Díaz Ayuso fue la primera en intervenir. En resumen, porque ya está contado, diremos que fue dura, y que reprochó a Pablo Casado que "ojalá hubiera investigado con tanto detalle a Pedro Sánchez y a otros gobiernos de la izquierda" como lo hizo con ella por los 55.000 euros que se embolsó su hermano a través de un contrato para conseguir mascarillas.
Su entorno se encarga de filtrar el contenido íntegro tan pronto como ella finaliza su discurso. "Se hizo un silencio incómodo", confiesa uno de los presentes, que resume la escena como "un momento desagradable que tenía que haberse producido en privado".
Aun así hubo quien la jaleó, "aunque fueron muy pocos", no como a Cayetana Álvarez de Toledo, a la que "aplaudieron tres" -según dirigentes del partido- cuando acusó a la anterior cúpula del Partido Popular de "desorientación ideológica": "No hemos ahormado un proyecto político capaz de movilizar un apoyo suficiente de españoles, frente al peor Gobierno desde 1978". Una compañera suya en el Hemiciclo resalta que el suyo fue un discurso "que no fue a degüello", sino acaso "un alegato ideológico".
Quien sí recibió una sonora ovación fue Pablo Casado, aunque muchos de quienes batían sus palmas habían renegado de él horas antes. Los presentes también destacan que el presidente del PP de Extremadura, José Antonio Monago, fue uno de los más aplaudidos... Y eso que para cuando intervino el ambiente ya se había enrarecido.
Los 'ayusers'
Ni siquiera los suyos, los ayusers, sus diputados en la Asamblea de Madrid, refrendan a la presidenta en esto. "Teníamos que haber enterrado a Pablo [Casado] con honores", considera uno de sus escuderos. "Lo de Rita [Barberá] fue excesivo", añade este parlamentario madrileño en referencia a la comparación que Ayuso hizo de sí misma con la ex alcaldesa de Valencia, fallecida hace cinco años.
"¿Cuántas Ritas [Barberá] tiene que aguantar este partido?", se preguntó, retóricamente y ante todos los militantes y cargos del Partido Popular. "En ese momento se puso al 80% del partido en contra", admite otro diputado de la Asamblea de Vallecas.
Y es que no hay que olvidar que Rita Barberá fue expulsada del partido en 2015, cuando fue imputada por un caso que finalmente fue archivado. Murió un año después, pero su muerte civil llegó cuando fue defenestrada por la formación que ella misma había ayudado a fundar junto a quien acabó dándole la espalda: Mariano Rajoy.
Una parlamentaria afín a la dirigente madrileña que ocupa escaño en el Congreso de los Diputados dice entender "el dolor que ella tiene", pero considera que "no era el momento: sobre todo después del discurso tan emotivo de Pablo".
Hasta un exministro popular, que se posicionó del lado de Puerta del Sol en la guerra con Génova, admite a este periódico que "se pasó de frenada". De acuerdo con el contenido pero no con el continente, con el fondo pero no con las formas, esta misma fuente sostiene que "por eso su discurso fue menos aplaudido de lo que podría haber sido".
Expulsar a los "autores"
Hubo otro punto de la alocución de Isabel Díaz Ayuso sobre el que merece la pena volver. La presidenta madrileña denunció públicamente el supuesto espionaje ordenado por Génova en torno a los negocios de su hermano. Dijo, concretamente, que constituyen "hechos gravísimos que, para volver a ganarnos la confianza de la opinión pública, habrá que investigar y expulsar a sus autores". ¿Quiénes son estos?
Todo hace indicar a que apuntaba a Pablo Casado y Teodoro García Egea, pues Ángel Carromero ya había dimitido entonces de todo cargo orgánico, y José Luis Martínez-Almeida ha estado en constante interlocución con ella en todo momento: Ayuso se cree sus explicaciones y el alcalde "no se dio por aludido" con sus palabras.
Desde Puerta del Sol defienden que "ella tiene la valentía suficiente para, si hubiera querido, haber dado nombres", así que insisten en que ella solo señala a "quienes han acusado y extendido rumores sin pruebas".
Pero según esta misma definición parece claro que hacía referencia al expresidente popular y a su secretario general. Así lo entiende un parlamentario cercano a la presidenta, que no tiene "ninguna duda" de que se refería a Teodoro García Egea y Pablo Casado: "Entre otros".
Entre esos "otros" está también ese "alcalde" al que la presidenta madrileña señaló como origen de la filtración. Según ha podido saber EL ESPAÑOL, este es un regidor "mediático" de Ávila, del Partido Popular, amigo de Pablo Casado y, a su vez, de Daniel Alcázar, presidente de Priviet Sportive, que es la empresa a la que facturó el hermano de la presidenta madrileña, Tomás Díaz Ayuso. Los propios populares apuntan a Juan Díaz Alonso, regidor de Higuera de las Dueñas.
Feijóo
Otro de los protagonistas de la jornada fue Alberto Núñez Feijóo. El eterno sucesor, que en 2018 se bajó -para sorpresa de muchos- de la carrera para relevar a Mariano Rajoy en la presidencia, dio finalmente el paso. Esta vez sí encontró la aclamación que buscó hace cuatro años. Hasta Isabel Díaz Ayuso lo respaldó: "Creo en ti, Alberto".
La cosa está en que, tal y como señala un diputado autonómico, a Feijóo le quedan "a lo sumo cinco años" en primera línea política. Eso siempre y cuando un hipotético batacazo en las elecciones de 2023 no adelante su retirada. "Entonces el relevo estará entre Juanma [Moreno] e Isabel [Díaz Ayuso]". Previsiblemente, que nunca se sabe.
Por eso señalaba antes una de las fuentes de este artículo que la presidenta de la Comunidad de Madrid se puso al 80% del PP en contra: "El futuro líder lo decidirán los compromisarios... ¡Y anda que no ha ganado papeletas Juanma Moreno frente a ella!".
Una diputada del Congreso considera que eso son cábalas y que "nadie sabe lo que puede pasar entonces", incluso no descarta que José Luis Martínez-Almeida, que ha atravesado en los últimos meses un bache político, "se recupere para entonces".
Por lo pronto, el congreso extraordinario que el Partido Popular celebra el próximo 2-3 de abril en Sevilla pondrá fin a una de las etapas más convulsas de la formación de centro-derecha. Esta abrirá una nueva etapa en la que Isabel Díaz Ayuso "tendrá que remar", dicen, "para volver a ganarse al aparato". Tiene tiempo.
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