El 2020 de febrero de 2022 los ayusers fueron fecundos y aumentaron mucho, y se multiplicaron, y llegaron a ser poderosos en gran manera, y Génova 13 se llenó de ellos.
Como si de un milagro se tratara, los partidarios de Isabel Díaz Ayuso vinieron el jueves por decenas y volvieron tres días después convertidos en miles para rodear la sede nacional del Partido Popular, apoyar a su musa en puridad, y pedir la dimisión de Pablo Casado y su "esbirro" Teodoro García Egea.
Pero esta vez sin mariachis ni ramos fúnebres. No. Este domingo la cosa se ha puesto seria y la calle ha pedido que rueden cabezas -políticamente hablando, claro- por la mala gestión que, a su juicio, ha hecho la dirección nacional al espiar a la presidenta madrileña por supuestas adjudicaciones irregulares a su hermano.
El efecto Ayuso ha desbordado hasta a los agentes de la Policía Nacional, que se han visto "sobrepasados", mas no tanto como Pablo Iglesias el pasado 4 de mayo . No esperaban una movilización de más de 3.000 personas, así que han tenido que cortar la calle y blindar la entrada a la sede con cinco furgones, que no sería la primera vez que alguien intenta colarse por las bravas.
Tiene guasa que una manifa en la que la consigna es "comunismo o libertad" haya cogido cierto tufillo a turba bolivariana, salvando las distancias, que aquí no hay violencia física, pero sí contundencia verbal contra García Egea y, sobre todo, contra Casado: "Casado, comadreja, Sánchez te maneja"; "Casado, no insistas, no somos socialistas"; "Casado, malaje, escucha este mensaje"; y un largo etcétera.
La mayoría de estas consignas, entre el ingenio y el insulto, nacen de un hombre y su megáfono, que ha sido el animador oficioso durante toda la jornada. Un servidor no ha podido llegar hasta él -el tumulto lo impedía- pero tampoco hubiera conseguido su nombre: no ha despegado el altavoz de su boca en una hora.
Como él, otros tres o cuatro estratégicamente repartidos por la avenida, lo que ha alimentado los rumores de que había entre los presentes infiltrados de Vox buscando implosionar al partido. Aunque de eso, como ha zanjado Inma, "ya se encargan desde Génova".
También ha habido elucubraciones que señalan al PSOE. Y Carlos, septuagenario, las resume en que "los datos de una empresa sólo se pueden sacar a través de Hacienda" y que "Moncloa les ha metido un gol" al filtrar documentos al PP que han derivado en esta guerra fraticida: "Personas tan fácilmente engañables no pueden seguir dentro".
Es cierto que ser redactor de EL ESPAÑOL no está bien visto en estos lares -un señor grita algo acerca de "las obsesiones de pedrito" cuando saco de mi bolsillo el micrófono con el león-, pero los manifestantes no son CDR o podemitas (aquí no hay adoquines ni piedras), y la mayoría responde amablemente a las preguntas del medio, por mucho que haya quien nos espete que "luego diréis que somos cinco o seis".
¿Un dinosaurio?
He visto cosas que vosotros no creeríais, que diría el replicante de Blade Runner, pero entre ellas destaca un militante pepero venido desde Cuenca, Cristóbal Campillo, que me dice que "Ayuso es el verdadero PP" y que a Casado, como a Valle Inclán, quizá le haya fallado la época... "¡Y el partido!" (Campillo cree que estaría mejor en el PSOE).
También los hay de todas las edades. De hecho, un grupillo de marujas masculla al lado del reportero que "nos tenemos que quitar estos dos muertos de encima; son un lastre". Y todos sabemos a quiénes se refieren a estas alturas de la película.
Se ha colado en la juerga, lo juro, hasta un dinosaurio, que no ha querido perderse lo que considera "la extinción del Partido Popular". Hay quien se malicia que dentro del traje estaba Esperanza Aguirre...
Para que la fiesta fuera completa nos ha faltado una guapa periodista que la retransmitiera, pero ahí estaba Nuna, ejerciendo de "reportera tuitera y dicharachera", que me dice que "había más gente de la esperada" y que "todo el mundo coincidía en que a Casado y Egea no les queda otra que dimitir". Doy fe.
Mientras intento escapar de la calle Génova, en medio del alboroto, me para Guillermo, que ríe "por no llorar" ante lo vivido: "Podrían haberse cargado a estos paquetes con guante blanco y no así...".
Finalmente llego al metro Alonso Martínez y un niño, asustado, llora en voz alta sin encontrar consuelo. "Ese debe ser Casado", celebra en voz alta un señor. Qué país...