Cuando Óscar Puente propuso la abstención de su partido [el PSOE] para facilitar el gobierno del Partido Popular y dejar a Vox fuera del Ejecutivo de Castilla y León, no sólo Pedro Sánchez se vio obligado a mover ficha. También lo han hecho, de manera soterrada, importantes cuadros territoriales en todo el país, entre ellos algunos barones. Piden a Moncloa una "oferta sincera", que se traduzca en una reunión Sánchez-Casado para explorar los grandes acuerdos que anulen a los "extremos".
El matiz de "sinceridad" referido a la supuesta mano tendida de Sánchez es importante. Los distintos cargos socialistas consultados por EL ESPAÑOL reconocen que la propuesta del presidente a Pablo Casado está milimetradamente orquestada para obtener un "no" por respuesta.
"Además, el PP no gobierna con Vox en Murcia, Andalucía ni Madrid, como parece inferirse de la oferta que les hacemos. Dependen de ellos en votaciones puntuales. Pero sería como admitir que nosotros gobernamos con Bildu. Por otro lado, eso de 'para siempre', en política, no funciona. Queremos una negociación seria", arguyen estas fuentes.
El mensaje de Óscar Puente ha recorrido a gran velocidad las sucursales socialistas en distintas Comunidades autónomas y ha encontrado gruesos apoyos en cuadros municipales, provinciales y autonómicos. Conciben que la aritmética arrojada por las urnas en Castilla y León ofrece a PP y PSOE la posibilidad de, por fin, "alejar al país del extremismo". Dicho de manera práctica: "Es momento de situar la gobernabilidad lejos de Podemos y Vox".
Estos dirigentes del PSOE inciden en que su abstención en Castilla y León podría ser el principio de un plan a medio-largo plazo que también beneficiaría a Ferraz: "¡Nosotros también empezaríamos a librarnos de los extremos! El soberanismo, por mucho que diga Rufián, no es izquierda".
Por primera vez esta legislatura, esta estrategia que parece tener como telón de fondo la gran coalición ya explorada por otros países europeos no sale de boca de los exdirigentes del PSOE en la órbita de Felipe González o Alfonso Guerra, sino de mandatarios en activo.
No obstante, han empezado a comunicarse entre ellos de manera muy cuidadosa, ya que, al carecer de representación en la dirección nacional, están sujetos a la disciplina de Ferraz. Su condición de concejales y diputados autonómicos les coloca en manos del partido cada vez que hay que elaborar las listas electorales.
"Nos devorarán"
Analizada la realidad incluso desde un punto de vista meramente táctico, estos cuadros reiteran que es "mal negocio" anclar el proyecto del PSOE en Podemos y los nacionalistas: "En Moncloa creen que la fuerza de Vox movilizará a la izquierda. ¿Y si no ocurre? Además, si ocurriera, ¿adónde iría el país? Los extremos nos acabarán devorando".
A punto estuvo de sucederle al PSOE con Podemos en la época del famoso 'sorpasso'; una situación ahora más cerca de ocurrir a la derecha del centro, entre PP y Vox: "La escalada de tensión terminará mal para el país y para nuestro partido".
Los valedores de esa reunión Sánchez-Casado que traiga "grandes acuerdos" en el bipartidismo refieren los fondos europeos como gran oportunidad, además del ya mencionado clima de Castilla y León.
"La Agenda 2030 resulta bastante transversal. El modelo productivo, la igualdad social y económica, el riesgo que corre el planeta... Son algunos puntos en los que sería muy fácil alcanzar el consenso", apuntan las fuentes consultadas.
Óscar Puente, alcalde de Valladolid y peso pesado en el PSOE de Castilla y León, tardó muy poco en lanzar el globo sonda. Lo vio claro. Voló, como acostumbra, sin paracaídas. Es decir: solo. Sin haber pedido 'permiso' a la dirección nacional de su partido.
Acto seguido, Sánchez hizo su oferta a Casado. Esa oferta –a ojos de Puente y también de quienes alientan los grandes acuerdos– imposible de cumplir. El propio Puente, según explican en su entorno a EL ESPAÑOL, arriesgó porque cree que ha llegado el momento de "poner pie en pared".
Pese a que esta corriente también encuentra su eco en el Partido Popular, de momento no parece que vaya a hacerlo en el presidente Sánchez. Tampoco en Casado. Este miércoles, en el Congreso, se arrojaron los calificativos que acostumbran y no hubo visos de acuerdo.
Sánchez acusó a Casado de coquetear con la "extrema derecha" y Casado acusó a Sánchez de sus "pactos con Bildu". Precisamente, todo lo que estos cuadros medios socialistas quieren evitar con un gran acuerdo que comience en Castilla y León.
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