Quedaban apenas 24 horas para que los grupos llegaran a acuerdos ante la votación de los dictámenes de las cuatro mesas que compusieron los trabajos de la Comisión de Reconstrucción del Congreso. Era la tarde noche del miércoles 1 de julio y empresarios, políticos y personalidades de la cultura se reunían en Madrid para la primera representación en el Teatro Real tras el fin del confinamiento provocado por el coronavirus. Un representante del Gobierno y otro del PP se saludaron con cariño y, por supuesto, salió el tema: "No te preocupes, mañana hay acuerdo".
Pero no lo hubo. ¿Qué pasó? Las bambalinas del Real se quedaron con el eco de esa conversación, pero las de la política guardan el secreto de quién fue el que rompió la sintonía entre los populares y el Ejecutivo. En todo caso, según fuentes conocedoras de la negociación, ésta se retomará la semana que viene. Cualquier llamada se ha suspendido hasta que pasen las elecciones gallegas y vascas del domingo 12-J.
Entonces "volverán los contactos", explica una fuente del PP, "y hay grandes opciones de llegar a un acuerdo" en los dictámenes sobre Sanidad y Unión Europea. De hecho, según ha sabido este periódico, ambos pactos van prácticamente de la mano y si uno se cierra, no habrá problemas con el otro.
Hasta el mismo día 2 de julio por la mañana, Mario Garcés, portavoz adjunto de los populares en el Congreso, seguía trabajando por el pacto, atento a los avances de Ana Pastor en su mesa, según pudo comprobar EL ESPAÑOL.
Dos mesas sin opciones
Eso sí, en la mesa económica no ha habido avances ni se esperan. "No hay ninguna opción en los dictámenes económico y social", apuntan las fuentes consultadas, que señalan como causante del desencuentro a la cerrazón de los grupos del Gobierno.
Según explica uno de los negociadores, "del PP se aceptaron apenas tres o cuatro enmiendas de las más de 200 que presentaron" en el documento económico. Y que el causante de que esa negociación se rompiera prácticamente desde el inicio fue uno solo: el empeño de PSOE y Unidas Podemos por cuadrar un dictamen más cercano a su programa de Gobierno que a la "unidad y colaboración" a la que apela en alto el presidente, Pedro Sánchez.
Y eso que en la noche del 24 de junio, cuando los grupos registraron sus borradores de conclusiones, parecía que había opciones de consenso total. El documento conjunto de PSOE y Unidas Podemos renunciaba a cualquier mención a la derogación de la reforma laboral del PP, los socialistas obligaron a los morados a renunciar a su "impuesto a los ricos" y las demás subidas fiscales fueron diluidas en generalidades.
"Era un guiño, sin duda", explica a este periódico un portavoz de Unidas Podemos, "un esfuerzo por nuestra parte para demostrar nuestro deseo de acuerdo, aunque no confiábamos mucho en el primer partido de la oposición". Las fuentes populares aclaraban aquella noche que la fiabilidad de Sánchez e Iglesias era "poca o ninguna". Es más, cuando unos y otros se levantaron de la mesa desde ambos lados había todo menos sorpresa.
Lo mismo ocurrió en el dictamen de políticas sociales: PSOE y Unidas Podemos "se cerraron en banda contra la educación concertada". El texto que se votó y salió aprobado, con el voto negativo del PP, reservó las ayudas económicas para la reonstrucción en este campo sólo a los colegios e institutos públicos. Según estas fuentes del PP, ni socialistas ni morados se bajaron de "una posición puramente ideológica y, sobre todo, injusta".
Casi hecho
Sin embargo, los dictámenes sanitario y de la mesa sobre las políticas ante la Unión Europea estuvieron casi firmados hasta que, de repente, el consenso saltó por los aires. Y de ahí que el Gobierno celebrara en la noche anterior, entre los acordes de La Traviata de Verdi y en los pasillos del Teatro Real, dos pactos que consideraban beneficiosos para la nueva etapa que abre España.
Después de decenas de miles de muertos, tras acumular cientos de miles de parados y con cifras de caída del PIB nunca vistas -la Comisión Europea acaba de vaticinar un desplome del 10,9% para 2020 en nuestro país-, los negociadores del Gobierno se las prometían muy felices. Sin embargo, al día siguiente se cayeron los dos acuerdos, pero el PP decidió abstenerse, insistiendo en que no querría "renunciar a algunas" de las reivindicaciones principales por un pacto precipitado.
Ahora, un integrante popular de la negociación ya ha confirmado a EL ESPAÑOL que los contactos se retomarán después del 12-J. Quedarán entonces apenas nueve días para cerrar los compromisos. Según fuentes parlamentarias, aunque aún no está señalado por la presidenta, Meritxell Batet, el pleno definitivo se celebrará el día 22 de julio.