Alberto Núñez Feijóo (Orense, 1961) patea cada rincón de Galicia como si hubiera alguien que no supiera que se presenta a las elecciones autonómicas el domingo. No hay ni una sola encuesta que le desbanque de la mayoría absoluta, una marca ya casi utópica en unos parlamentos cada vez más fragmentados. Pero un brote de coronavirus en la comarca luguesa de A Mariña le tiene mirando el móvil cada cinco minutos.
Cada voto cuenta en unas elecciones donde "tengo que sacar matrícula de honor" para seguir en el Gobierno. Entre las 70.000 personas confinadas hay 50.000 electores: el 52% votó al Partido Popular en las últimas elecciones.
Para esta campaña, el líder de los presidentes autonómicos del PP ha vestido las farolas de los 313 municipios con carteles que solo exhiben su rostro y su apellido materno: Feijóo. El candidato rehúye las siglas del partido y los eslóganes rimbombantes en una época en la que los ciudadanos "están cansados de siglas, de logotipos, de partidos".
Feijóo sabe que para ganar de calle no solo debe convencer a los simpatizantes del PP, sino ser el elegido por los desencantados con Pedro Sánchez. Él mismo se presenta como "el punto de encuentro de un voto transversal".
Recibe a EL ESPAÑOL zambullido en una atípica campaña electoral que cerrará este viernes con una visita exprés a las siete grandes ciudades gallegas. Antes de esta entrevista, en un paseo por el barrio coruñés de La Pescadería, hay quien le para, quien le choca el codo y quien simplemente le mira de reojo.
La dependienta de una carnicería se le acerca en un paso de cebra y le levanta el pulgar. "Muéveme al barrio", le pide Feijóo, preocupado por una alta abstención por miedo al contagio. "Aquí están ya todos convencidos", se despide ella.
EL ESPAÑOL está publicando informaciones muy comprometedoras para Juan Carlos I, como su solicitud para que le crearan una "estructura" tras la que ocultar 100 millones de dólares donados por el monarca saudí. ¿Cree que la Monarquía puede quedar tocada por estos hechos?
La Monarquía está sometida al Estado de derecho, como todos los ciudadanos, y hay un principio básico que es la presunción de inocencia. Creo que el Rey Juan Carlos trabajó por nuestro país y, si hay alguna cosa que se haya de ventilar, ventílese, pero la presunción de inocencia debe ser un principio básico, afecte a quien afecte.
La figura de Juan Carlos durante la Transición y en los 40 años de democracia merece una presunción de inocencia
El PP se opuso en el Congreso a una Comisión de investigación sobre el comportamiento del Rey Emérito. A la luz de estas revelaciones, ¿la consideraría hoy oportuna?
Le corresponde a los letrados de la Cámara y al ámbito jurisdiccional tomar decisiones sobre hechos cometidos por la Jefatura del Estado. A mí no me corresponde tomar esas decisiones. Pero vuelvo a reiterar que la presunción de inocencia es fundamental en nuestro país.
Hay muchos casos en los que se ha juzgado a gente que posteriormente ha quedado absuelta. La figura del Rey Juan Carlos durante la Transición y en los cuarenta años de democracia merece cuando menos una presunción de inocencia.
Entramos en la recta final de una campaña atípica por el coronavirus, pero todas las encuestas dicen que obtendrá su cuarta mayoría absoluta, igualando el récord de Manuel Fraga. ¿Serán sus últimos cuatro años como presidente de Galicia, o le gustaría optar a una quinta reelección?
Estos serán mis últimos cuatro días como candidato a la Presidencia de la Xunta. Lo que venga después solo le corresponde decidirlo a los gallegos. Yo me estoy examinando ahora, es mi cuarto examen consecutivo. La nota que me piden para intentar gobernar es sacar matrícula, no me vale con sacar un notable ni un sobresaliente.
Lamentablemente, en nuestro país, la ley electoral sigue posibilitando que diez partidos que pierden las elecciones, sumados entre sí, si sacan un diputado más que el que las gana pueda gobernar. Por lo tanto, es un examen muy importante para mí, tanto en mi vida política como en la personal.
En este momento, hablar de cualquier cosa que pase después del 12 de julio sería una frivolidad. Yo quiero ser presidente de Galicia cuatro años más, la experiencia de los años de vacas flacas puede ser útil para Galicia y también quiero ser el representante del Estado en una comunidad autónoma. Al final, el presidente autonómico es una autoridad del Estado. Y en esa combinación me encuentro bien.
Ha hecho un llamamiento al voto. ¿Ha calculado cuánto puede bajar la participación el domingo por miedo al coronavirus y cómo puede afectar al resultado final?
Es, en estos momentos, la gran incógnita. Estamos en medio de una pandemia, la gente va por la calle por mascarilla, hemos reducido unos mítines a los que se accede por invitación, justamente lo contrario de una campaña electoral, en la que quieres que venga todo el mundo. Ahora te preocupa que venga todo el mundo.
Las encuestas dicen que la participación puede caer en torno a dos o tres puntos, hasta el 57% o 58% de voto, cuando estamos en una media del 61%.
No sé qué pasará el domingo, pero todos los colegios están inspeccionados, hay doble circuito de entrada y salida de personas, hay mascarillas, gel hidroalcohólico, pantallas para la gente que trabaja en mesas electorales. También hemos dado prioridad a los mayores, para que vayan a votar sin colas.
Un colegio electoral tiene el mismo riesgo de contagio que una farmacia. Yo solo le pido a los gallegos quince minutos este domingo, porque ese día vamos a decidir el modelo de sociedad que queremos. En estos momentos, Galicia es una sociedad unida, no fragmentada, aquí no hay tensiones políticas. La gente no discute por política con su familia ni en el trabajo. Hemos aparcado las ideologías rupturistas, y yo no veo a Galicia dividida entre diez partidos en el Gobierno. Un multipartito no es una solución en tiempos de tensión económica y social, en una pandemia en la que estamos.
¿Cuánto va a suponer en Galicia económicamente el paso del coronavirus?
Vamos a ver cómo cerramos este año el PIB. Nosotros tenemos una previsión de crecimiento superior al 2% y las previsiones nos dicen que estaremos dos puntos quizá por debajo la media de España. Así que podemos estar en el 8% aproximadamente en el caso de que España esté en el 10%. El diferencial es entre 1,5 y 2 puntos por debajo. Es muchísimo dinero: ocho puntos son tres buenos años de crecimiento económico.
En estas elecciones, tanto en los mítines como en la propaganda electoral, su campaña ha puesto el énfasis en su nombre pero las siglas del PP casi han desaparecido. ¿Resta en Galicia el nombre del partido?
En Galicia no hay nadie que no sepa que soy el presidente del Partido Popular. Si usted pregunta a un gallego quién se presenta por el PP de Galicia, le dice inmediatamente el nombre que aparece en los carteles. Este ha sido un comentario que me precede en los últimos once años, no es ninguna novedad, porque los carteles de las elecciones anteriores son muy similares.
Nuestro objetivo es conseguir una mayoría absoluta. En este momento, la gente está harta de siglas, de logotipos, de partidos, de candidatos. La gente quiere votar a alguien que intente ser un paraguas en el que mucha gente pueda sentirse cómoda. Yo me presento para ser presidente siendo presidente. Por lo tanto, necesito que la gente no me vea solo como el candidato del partido, sino como alguien que es, que ha sido y que quiere seguir siendo presidente. Eso significa que no solamente soy un candidato, sino que soy un presidente que quiere revalidar su candidatura.
Ninguna de las personas que se presenta ha gestionado un solo euro en su vida, y quiero que la gente observe que no solamente soy el candidato de un partido, sino que intento ser un punto de encuentro de un voto transversal porque se me exige un 47%, un 48% del voto. Lo que se me exige no es que me voten solo los simpatizantes de un partido como el nuestro, sino que me vote gente que en otras elecciones ha votado a otros partidos distintos al PP.
Si en Galicia gana el PP, el presidente Casado queda más consolidado: a los presidentes se les mide por las victorias
¿Por qué no ha invitado a Aznar a los mítines y sí a Rajoy?
El presidente Rajoy es militante del PP de Galicia, es un señor que ha hecho la mitad de su carrera política en Galicia. Ha hecho todas las campañas conmigo, por lo tanto, la pregunta sería: ¡Cómo no has invitado a Rajoy! No por qué lo has invitado. Invitar a Rajoy era lo normal.
¿Y a Aznar?
Yo estoy muy orgulloso del legado de Aznar. A mí me enseñó algo fundamental: la gestión en la Administración General del Estado. Probablemente no hubiera sido presidente de Galicia si él no me hubiera dado la presidencia de Insalud y la presidencia de la empresa pública más grande de España, Correos.
Hay un debate en el PP sobre la posición de Ciudadanos, que va en coalición con el PP en el País Vasco mientras apoya a Sánchez en el estado de alarma y en la Comisión de reconstrucción. ¿Qué opinión le merece el cambio de actitud de Cs tras la salida de Albert Rivera y la llegada de Inés Arrimadas?
Comprendo que Cs tiene que hacer un esfuerzo por hacerse notar en el panorama político porque ha habido una bajada imprevisible de cincuenta a diez escaños. Me parece una deriva muy arriesgada porque hoy Cs es un partido imprevisible. Desde el punto de vista del marketing político puede tener interés, pero desde el punto de vista de certezas y confianza, es una decisión muy muy arriesgada. Veremos a ver si da resultados o no.
Yo respeto a esa formación política porque ha venido a aportar, sobre todo en Cataluña. En su momento fue determinante, aunque lamento que en Cataluña no se haya mantenido la bandera de Cs, que es la bandera del constitucionalismo. Estamos observándolos con mucho interés. Veremos qué dicen las urnas.
Un análisis muy repetido es que si usted triunfa el 12-J e Iturgaiz naufraga, Casado quedaría en una situación muy comprometida, al ser la candidatura vasca una apuesta suya. ¿Qué análisis hace usted?
No estoy de acuerdo con ese análisis. No se puede comparar una comunidad autónoma como Galicia, donde el PP ha ganado siempre las elecciones, con otra comunidad donde no las ha ganado nunca. No se puede comparar una región donde el PP es el partido hegemónico con otra donde es un partido en la que le cuesta mucho convencer.
¿Está consolidado Pablo Casado como presidente del PP?
La candidatura de Casado como presidente de partido es una cuestión discutida y cerrada. Él se presentó a un congreso y ganó. Todas las normas indican que el que gana el congreso se convierte en presidente del partido. Por tanto, creo que si en Galicia gana el PP, el presidente Casado queda más consolidado porque ha conseguido que en una comunidad autónoma se pueda derrotar al socialismo y al populismo.
Esta sería nuestra aportación a la política española y no se puede ver como una debilidad del presidente Casado, sino como una fortaleza. A los presidentes se les mide por las victorias, no por las derrotas. Por tanto, perder una mayoría absoluta en Galicia afectaría a todo el partido, por supuesto que a mí al que más, pero también al resto.
¿Qué le parece que el PP no haya apoyado todavía ninguna de las medidas de la reconstrucción que se aprobó en el Congreso la semana pasada?
El 'no es no' de Sánchez en la oposición durante aquellos dos años en los que nos obligó a repetir las elecciones sigue presente en Moncloa. En este caso, incentivado por Podemos. Todas las propuestas del PP están en el Diario de Sesiones y son bastantes razonables.
Ahora bien, el objetivo del Gobierno es pactar con todos menos con el PP. Se puede pactar con Bildu, con ERC, con el PNV... con cualquiera, menos con el Partido Popular. No es una crítica, es una crónica de lo que ha ocurrido. Se puede pactar con todos, incluso cuando se pacta con Bildu ¡la culpa es del PP!
¿Pablo Casado debe al menos sentarse a hablar de los Presupuestos con Pedro Sánchez?
Siempre que le llame, por supuesto. Nosotros hemos acudido a Moncloa siempre que nos ha llamado. Lamentablemente, el jefe de la oposición se enteraba de lo que hablábamos en la conferencia de presidentes por los presidentes autonómicos, porque no se le informaba previamente. Además, se le llamaba 24 horas antes de votar el estado de alarma para que firmara un cheque en blanco porque ni se le informaba ni se le daba con datos, información que tenía el Gobierno, evolución de la pandemia.
Uno de sus objetivos del Gobierno es hacer oposición a la oposición. La pandemia se ha utilizado, entre otras cosas, para intentar que el PP no sea el interlocutor del Gobierno. Sin embargo, la respuesta del PP fue tres síes sin condiciones al estado de alarma y un aviso en la cuarta prórroga.
Todos los presidentes autonómicos del PP hemos ayudado al Gobierno. Pero, ¿qué ocurriría si fuese al contrario, que el PSOE estuviera en la oposición y el PP en el Gobierno? ¿Si estuviéramos tres meses en estado de alarma? ¿Qué ocurriría si el presidente del Gobierno hubiera dado ruedas de prensa los sábados y se reuniera después con los presidentes autonómicos del PSOE para hacerles un resumen ejecutivo con lo que dijo el día anterior?
El antecedente más claro de lo que ocurriría lo tenemos con el ébola: un paciente infectado y un lío que llegó hasta Europa. Lamentablemente ahora no estamos hablando de un infectado, sino de miles y miles de infectados y miles y miles de fallecidos.
Entiendo las dificultades de la gestión de la pandemia, pero el Gobierno tiene que aceptar varias lagunas en su gestión
¿Qué valoración le merece la gestión de Pedro Sánchez? ¿Cree que podrá agotar la legislatura?
Para gestionar una pandemia no hay un manual de instrucciones. Cualquier Gobierno de España lo hubiera tenido muy difícil. El Gobierno central, además, llegó tarde; no activó la alerta epidemiológica a tiempo; cometió errores de libro, como que el ministerio de Sanidad intentara comprar material cuando llevaba veinte años sin comprar material sanitario; improvisó cerrando completamente la economía española un domingo a las once y media de la noche con efectos a las doce de la noche. Es decir, en treinta minutos se sacó un BOE que nadie sabía realmente si podía ir a trabajar o no. Además, todavía hoy no sabemos el número de fallecidos real que hay en nuestro país.
Yo soy absolutamente respetuoso y entiendo las dificultades de la gestión de la pandemia, pero el Gobierno tiene que aceptar estas cuatro lagunas en su gestión.
He escuchado al señor Sánchez decir en estas últimas 48 horas que llegaron tarde, pero que con la información que tenía en aquel momento no podía ser de otra forma. ¡Menos mal que acepta que llegaron tarde! Durante meses dijo que era una crispación del PP. Creo que aceptará que compraron mal, que imposibilitaron que no nos aprovisionáramos porque nos dejaron de vender nuestros proveedores, espero que cumpla con el número de fallecidos por respeto a los que se fueron de forma injusta, a sus familiares que ni siquiera pudieron despedirles y al prestigio de un país que sabe contar sus fallecidos.
Santiago Abascal sacó en campaña a su abuela como ejemplo de 'auténtica' gallega para criticarle a usted. ¿Cómo le sentó ese ataque?
Con deportividad. Yo creo que la abuela de Abascal me votó a mí durante mucho tiempo. Ahora se presenta su nieto y comprendo que la familia es lo primero. (Risas).
Vox tiene difícil obtener representación en Galicia, pero en España sigue siendo un dolor de cabeza para el PP, al competir por el mismo espacio electoral. ¿Cómo cree que debería enfrentarse Casado a ese problema?
En Galicia todas las encuestas dicen que no va a sacar escaño, pero sí un porcentaje de votos que puede impedir la mayoría absoluta del PP. El estropicio en Galicia puede ser doble, porque en algunos sitios los escaños que ha sacado Vox se han puesto a disposición del constitucionalismo. En Galicia, esos miles de votos se pueden quedar sin escaño y, por tanto, puede suponer el 'no' a un Gobierno constitucional y el 'sí' a un Gobierno socialista, populista y nacionalista.
Pido a los votantes de Vox que sean más responsables que sus dirigentes y que no pongan en riesgo la constitucionalidad de Galicia. ¿Qué debemos de hacer? Nosotros somos un partido de cuarenta años. No podemos ponernos nerviosos por lo que ocurra en la historia de España en cuarenta meses. Tenemos que seguir nuestro camino.
Somos un partido autonomista, constitucionalista, que cree en la nación española y que defiende su unidad, que cree en la economía de mercado, que tiene un amplio espectro ideológico desde la derecha hasta el liberalismo. Tenemos que seguir siendo así y convencer a la gente que si no partimos de esta mayoría va a gobernar siempre el socialismo, el populismo y el independentismo.
Solo uniendo el centroderecha podremos gobernar. Si unimos los votos Cs, PP y Vox estas últimas elecciones hubiéramos gobernado, pero así, ¿quién gobierna? La antítesis. Si seguimos por el camino de las reformas del liberalismo del centroderecha y con nuestra propia personalidad, estoy convencido de que los ciudadanos sabrán apreciarlo.
Las encuestas vaticinan un retroceso de Podemos tanto en Galicia como en el País Vasco, sin embargo su influencia en el Gobierno es capital. ¿Considera a Iglesias un peligro para España?
Podemos se merece un gran fracaso electoral porque cuando ha tenido la posibilidad de gobernar en las ciudades lo ha hecho mal. Ahora que está en el Gobierno de España, en Galicia ha pasado a la clandestinidad en sus políticas: cierre de Alcoa, falta de trabajo, incumplimientos, Navantia, fragatas... Nos ha dejado tirado con la central térmica de As Pontes, la mayor central térmica de España y la única que debería seguir funcionando, porque se gastó 200 millones para cumplir con las emisiones. Podemos nos ha dejado tirados. ¡Menos mal que la ministra de Trabajo es gallega! Lo lamento, pero no merece el voto de los gallegos.
El señor Iglesias es un agitador social, inteligente, audaz, que tiene la gobernabilidad de España en su cajón. Y España será lo que decida el señor Iglesias. Y España tendrá elecciones o no si lo decide el señor Iglesias.
La historia es que Podemos ha pasado de las tiendas de campaña del 15M para derrocar al Gobierno socialista a convertirse en el pilar del Gobierno socialista.
Cada vez que se le pregunta repite que su compromiso está única y exclusivamente con Galicia y con los gallegos. Además, es público que rechazó ser ministro con Rajoy y 'número dos' del PP con Casado. ¿Ha cerrado la puerta definitivamente a culminar su carrera política en Madrid?
Lo importante no es solo escuchar a los políticos, sino fijarse en lo que hacen. A veces en política entre lo que se dice y lo que se hace no solo hay diferencias, sino que es lo contrario. Yo he intentado ser coherente y, de momento, he hecho lo que he dicho. Tenía un contrato con los gallegos en el 2016. Me presenté con un eslogan que decía: En Galicia, sí. Quería decir muchas cosas, pero al final fue en Galicia, sí.
¿Madrid no, entonces?
Es compatible, porque yo soy representante del Estado, hago política española. Durante la pandemia he seguido las órdenes del presidente del Gobierno, he defendido las políticas del Gobierno central y sigo diciendo que el Ejecutivo tuvo que gestionar una pandemia, en mi opinión, con lagunas. Algunas graves y otras gravísimas, pero yo comprendo que es muy difícil gestionar cosas nuevas y de ese tamaño.
¿Cuál es mi vocación? Intentar conseguir una cuarta y, después, gobernar Galicia. Ese es mi objetivo político. Tampoco lo veo tan descabellado.
Entonces, ¿dónde se ve cuando deje de ser presidente de la Xunta?
Imagínese que los gallegos me dan un resultado excepcional el domingo, pero no me dan la mayoría absoluta. Qué soberbio sería responder esa pregunta cuando está la primera sin resolver. Si no le importa, después de la mayoría absoluta seguimos hablando.
Desde luego, me veo dando una vuelta por la calle con mi hijo. Le estoy echando mucho de menos y me estoy perdiendo sus primeros años de vida. Algo que, para un padre tardío como yo, es muy importante.