Si se trata de cantidad, ha participado en quinientas campañas electorales. Si se mide la calidad, ha ganado elecciones en México, Guatemala o Haití. En el gremio se le conoce como “creador de presidentes”. Antonio Sola (Barcelona, 1972) vive entre Ecuador y Miami. Hace mucho que no trabaja en España y eso es un valor reseñable a la hora de entrevistarle.
Liberado de servidumbres ideológicas -no intenta seducir para lograr contratos-, reparte cera a izquierdas y derechas. Concibe a Sánchez, Iglesias, Casado, Abascal y Arrimadas como “dinosaurios del pasado” -a pesar de su juventud-. Pronostica la llegada de un nuevo líder que, desde el centro y aupado en una plataforma alejada de lo convencional, arrastrará el voto de liberales y progresistas para formar una mayoría sólida.
¿Cuándo? No lo sabe, pero “ese es el camino”. En busca de tal paladín, ha creado una fundación llamada “Liderar con sentido común”, lo que hoy en día podría interpretarse como una provocación. “Intentamos detectar y entrenar el liderazgo en edades tempranas”, resume.
Con los ganadores de las elecciones recién instalados en el poder, Sola analiza las virtudes y defectos de cada líder. Los conoce bien. Los presidenciables, “animales políticos que combinan virtudes y bajos instintos”, son su materia prima.
¿Quién es Pedro Sánchez?
Encarna una figura que se ha repetido en gran cantidad de procesos. Es un hombre que trata de acceder al poder con el único objetivo de… tener poder. Hace cualquier cosa con tal de mantenerse en Moncloa. Lo vimos en campaña y lo estamos viendo ahora. Sánchez quiere la presidencia a cualquier precio.
¿Y eso limita su crecimiento?
No consiguió aumentar su número de escaños. Así no se puede crecer. Para lograrlo, debería variar su discurso y ensanchar la base en dirección al centro. Si no cambia de rumbo, el Gobierno dinamitará antes de cuatro años y enfrentaremos unas nuevas elecciones.
Está de acuerdo, entonces, con esa “desideologización” de la política que se le atribuye a Sánchez precisamente como peaje para mantener el poder en función de las circunstancias.
Absolutamente. Sánchez vive en una contradicción: trata de renunciar a la ideología para ganar en términos de liderazgo, pero al mismo tiempo pacta con el nacionalismo, que es lo más ideológico que hay en España. ¿Por qué lo hace? Porque es el único camino que le permite mantener el poder. Esa contradicción le castiga, le quita votos. Ya lo está haciendo.
Los candidatos actuales sólo crecen por demérito del adversario, es una especie de transferencia de errores
Pero sigue ganando elecciones.
Cuando Sánchez utiliza ese argumento… Es de una enorme mediocridad. Sólo alcanzará una mayoría estable si corrige el rumbo en dirección al centro. Gana las elecciones, evidentemente, pero por demérito de los demás. Y fíjate hasta dónde llega la mediocridad de la clase política en su conjunto: unos y otros sólo crecen gracias a los errores del adversario. Es una especie de transferencia de errores.
¿Y cuál es su principal virtud?
Tiene ambición. Es un motor interno potente. Pero desde que entró en Moncloa lo veo más viejo. Es un troglodita del siglo pasado. Ha mamado de los políticos tradicionales de su partido. Tiene la suerte de que el resto también pertenece al pasado. Y, gracias al comentado demérito del oponente, logra sobrevivir.
¿Qué le parece el empoderamiento de Iván Redondo? Ustedes pertenecen a la misma órbita. ¿Lo conoce?
Nos hemos saludado un par de veces. También compartimos foro en una cumbre de comunicación política. Fíjate: ayer estuve con José Luis Sanchís, que trabajó mucho, por ejemplo, con Adolfo Suárez. La figura que representa Redondo ha existido siempre, pero ahora, por cómo están concebidos los medios, tiene mucha más visibilidad. No es malo el hecho en sí. Pedro Arriola con el PP y Julio Feo con el PSOE también fueron muy poderosos.
¿Qué consejos le daría a Sánchez si trabajara con él?
No creo que quiera trabajar conmigo. Yo tampoco quiero hacerlo con él. No me gusta. Ha cometido tal magnitud de disparates… Se dedica a ensanchar las grietas en lugar de cerrarlas. Debería trabajar para cicatrizar las heridas de esta España tan rota.
Estéticamente, ¿funciona como candidato?
Es físicamente aparente y se expresa razonablemente bien. Está en la media. Hombre, está claro que no es Kennedy.
En el Congreso siempre lee, jamás improvisa. ¿Influye mucho o poco?
No lo veo demasiado significativo. Aun así ha llegado a presidente. El combate en la Cámara es importante, sería mejor que no leyera, que tuviera más cintura, pero en ese sentido es limitado, no se puede pedir peras al olmo.
Casado vive de los antiguos éxitos del PP, su capacidad de crecimiento es limitada: debe reinventarse
Vamos con Pablo Casado. ¿Ha dado ya con la tecla del liderazgo?
Ganó al establishment de Soraya Sáenz en un proceso interno. Fue una victoria ilusionante para muchos militantes del PP, que hoy se sienten frustrados al ver un Casado que sólo crece gracias a los errores de Sánchez. Su halo aznarista se percibió en campaña. Vive mucho del pasado… Menciona continuamente los éxitos económicos conseguidos en etapas anteriores. Por eso su capacidad de crecimiento es limitada. Debe reinventarse.
A veces vira hacia Aznar, otras hacia Rajoy… De repente se acerca a Vox, luego se aleja…
Claro, por eso perdía votos a izquierda y derecha. Casado debe sentarse, pensar y atreverse a hacer lo que él cree que debe hacer. Sin mirar continuamente a los oponentes. La derecha, aunque también la izquierda, siempre gana por el centro. Siempre. Pero, claro, como la única vía de ensanchamiento de Casado es el error de Sánchez… Vox crece. Casado está confuso. Si no zanja con claridad su posición, seguirá perdiendo caudal.
¿Es un buen candidato?
También forma parte del pasado. Puede palparse esa educación de partido tradicional. Representa a los suyos más que a la gente.
¿Virtudes y defectos?
Aparente, con buena oratoria… Sabe expresar ideas con claridad. El defecto más grande es esa lejanía respecto al metro cuadrado del ciudadano. Forma parte de una discusión y utiliza un lenguaje que no sintoniza con el votante. Por eso, según las encuestas, los políticos son percibidos como uno de los principales problemas.
¿Y si usted trabajara con él?
Le animaría a liderar un proceso de transformación hacia el futuro. Le pediría que contara mucho más con los jóvenes del partido y que se desvinculara de la tradición. Debe prestar más atención a las ideas que a la ideología.
Abascal debería devorar al PP girando hacia el centro. No lo va a hacer porque piensa que perdería su base electoral
Sigamos con Santiago Abascal. En las dos últimas campañas, Vox supo aprovechar la novedad. Convirtieron su mensaje, sobre todo en redes sociales, en una especie de “moda política”.
Vox, al contrario de lo que la gente piensa, no es exitoso por lo ideológico, sino porque representa una esquina donde anida el descontento, que cada vez es mayor. Las socialdemocracias han fracasado por su tibieza en determinados asuntos. Y Vox capitaliza ese cabreo. Por eso, en Andalucía hay socialistas que les han votado.
Entonces, ¿su techo lo marca el enojo?
Eso es. Su techo depende de la ira, que sigue aumentando. Por eso creo que no han alcanzado su límite. No obstante, creo que es un proyecto que caducará en ocho o diez años debido al carácter de sus propuestas, retrógradas en varios casos.
¿Le gusta Abascal como candidato?
Representa muy bien esa derecha que él quiere representar. Aunque esos 52 escaños son, en gran parte, producto de las circunstancias. Los errores de PP y Ciudadanos han caldeado ese enfado que nutre a Vox. Aunque Abascal dice ser nuevo, también ha sido educado por la política tradicional.
El gimnasio, los libros, las redes sociales… Cuida mucho la estética.
No lo veo mal. En este mundo de la imagen, es muy importante cuidar la estética y mostrar una faceta personal. La gente quiere más personas y menos políticos. La gente quiere que le cuenten una historia. Pero, cuidado: el problema llega cuando el líder confunde la imagen con la identidad.
Dele un consejo.
Abascal debería devorar al PP girando hacia el centro. No lo va a hacer porque piensa que, así, perdería su base electoral. Creo que se equivoca.
Iglesias va a extremar su discurso porque necesita diferenciarse de Sánchez para mantener su espacio político
¿Qué me dice de Pablo Iglesias?
Es un gran orador, un gran encantador de serpientes… pero un pésimo candidato. Quiere el poder. Aprendió del fracaso que supuso para él no haber pactado con Sánchez. Tiene un proyecto ideológico de estilo bolivariano.
¿Moderará su discurso ahora que es vicepresidente?
No, todo lo contrario. Lo extremará… Necesita diferenciarse de Sánchez para mantener vivo su espacio político.
Por último, Inés Arrimadas.
El hecho de ser mujer es una ventaja competitiva muy importante en esta España tan masculinizada. Sería bueno que se levantara un partido liderado por una mujer. Si hubiera más mujeres en el gobierno de lo público, el país iría mejor.
Dicho esto, el problema de Inés es que es una Albertita. Creo que sus militantes no quieren eso. Pero ella repite y emula lo que Rivera representaba. Así se acabarán estrellando. Arrimadas debe reinventarse y construir su propio discurso.
¿Qué le parece como candidata?
Como candidata es espectacular, muy aparente, capaz de ganar elecciones en un sitio muy difícil. Puede simbolizar cosas interesantes, tiene mucha facilidad para llegar a la gente y ser escuchada. Pero el problema es la identidad. Creo que es la política con más potencial, pero está dilapidando rápido su capital.