En tiempos de lejanías, Antonio Sola es un tipo capaz de llenar el auditorio con una conferencia sobre "democracia directa" o "participación ciudadana", lo que resulta casi un oxímoron. Se trata de seducir. Facultad imprescindible en su negociado: la confección de campañas políticas.
Ha sido asesor en la sombra de Mariano Rajoy, Felipe Calderón (México), Juan Manuel Santos (Colombia), Otto Pérez Molina (Guatemala) o Michel Martelly (Haití), todos ellos encumbrados hasta el poder en sus respectivos países. De ahí el apodo de "creador de presidentes" que le colocaron. Sola, en un hotel del centro de Madrid a media mañana, lo acepta complacido. Ahora trabaja para convertir a Biram Dah Abeid -candidato a gobernar Mauritania- en una suerte de Nelson Mandela.
Sola es uno de esos hombres a los que la pasión por su trabajo se le escapa en los gestos. Como buen profesor de políticos, a uno le da la sensación de estar de acuerdo con él en casi todo lo que dice, a pesar de que no sea el caso. Con apenas 19 años se estrenó en el departamento de Telegenia del PP. Establecido en Ecuador, concede esta entrevista poco después de haber capitaneado en España la Cumbre Mundial de Comunicación Política. ¿Su materia prima? "Un animal, el humano, sujeto a los bajos instintos. Si no los dominan, acaban devorados por ellos. Les pasa a muchos...".
Suele decir que votamos pendientes de la simulación y no de la realidad. ¿A qué se refiere?
Vivimos una farsa comunicativa. Creemos que la imagen es la realidad, pero no es así. Por eso los corruptos siguen ganando elecciones. El arte de la simulación está funcionando muy bien. Guy Debord, hace sesenta años, ya habló de la “sociedad del espectáculo”. Estamos inmersos en un malentendido show de la política. Las personas somos responsables de lo que nos pasa. Tenemos a los políticos que votamos. No somos capaces de mirar dentro de nosotros mismos para identificar esa farsa, ese simulacro de la política. En cualquier caso, este sistema está a punto de extinguirse.
¿Eso qué significa?
Desde la muerte de Franco… Por cierto, ¿todavía estamos debatiendo su lugar de inhumación? No hemos enterrado la Guerra Civil, eso habla de la mediocridad de nuestros políticos. A lo que iba, desde 1975 ha habido dos eras. De la primera no queda nadie. Suárez y Calvo-Sotelo murieron. González, Aznar, Zapatero y Rajoy ya han desaparecido. La moción de censura, un instrumento absolutamente legal, acabó con la política tradicional. Chao, adiós.
¿Y la “segunda era”?
Pablo Iglesias, Albert Rivera, Pablo Casado, Pedro Sánchez y Santiago Abascal están replicando ese modelo viejo, extinguido. Son los mismos mensajes, las mismas canciones, el mismo estilo. Ruedas de prensa, mítines, ¡todo igual! Pero en una dinámica modernizada, la de las redes sociales. Creen que la nueva onda son Instagram y Facebook, pero eso también está a punto de morir. Están en peligro de extinción. Lo que viene es la democracia digital.
Si no he entendido mal, usted cree que la “era” que acaba de empezar ya se va a extinguir.
Efectivamente. El ciclo ha transcurrido mucho más rápido. Iglesias, Rivera, Sánchez y Casado ya han experimentado el éxito y el fracaso. Su tiempo no va a durar 35 años. Mi cuñado, carpintero metálico, se va a jubilar tras cuatro décadas en la misma empresa. Eso ya no va a volver a ocurrir. Rivera ya parece viejo, Casado lleva toda la vida con Aznar. Se dicen nuevos, pero replican patrones. No son tradicionales, pero sí anfibios: tienen un pie en la tierra y el otro en el agua. Mezclan lo antiguo con las redes, pero eso va a durar muy poco.
¿Qué es la “democracia digital” que usted pronostica?
La tecnología va a imponer un modelo directo de participación. La política será horizontal y popular, muy ciudadana. Eso significará el fin de la intermediación, de los políticos tal y como hoy los entendemos. También supondrá el fin de la monarquía; y lo digo con todo el dolor de mi corazón, porque soy muy felipista.
No le entiendo.
Le pongo un ejemplo. Cuando el presidente del Gobierno vaya a Europa, decidiremos si aprobar los presupuestos mediante una votación inmediata; con una aplicación que registrará nuestra huella digital. Contestaremos a una pregunta establecida por una autoridad electoral. Discutiremos y decidiremos sin intermediación.
¿Cuándo dice que sucederá eso?
De aquí a dos décadas. Me mira como si estuviera loco. Pero fíjese: los actuales políticos discuten en un metalenguaje, emplean un código que no interesa a los ciudadanos. A nadie le importa lo que están diciendo.
Hablemos primero de los políticos tradicionales. Usted asesoró a Rajoy y aprendió en el PP de Aznar. ¿No es necesario el carisma para gobernar?
Aunque algunos nazcan con dotes específicas, los líderes se hacen. No deben tener carisma necesariamente. De hecho, la inmensa mayoría de los que llegan no suele tener grandes facultades de liderazgo. Felipe González fue un caso atípico. Mire Evo Morales, Ortega, Maduro, Macri, Duque, Peña Nieto, Zapatero, Rajoy…. No lo necesitaron. Cuando llega el momento, el votante elige entre lo que hay.
¿Tan grave es la desafección entre el ciudadano y el político actual?
Corrupción, hastía, hartazgo, decepción… Mi madre es ama de casa; mi padre, maestro jubilado. Les preocupa llegar a final de mes, entender su propia felicidad. Acabamos de hacer un gran estudio en España. ¿Sabe cuál es el sentimiento que predomina? ¡La ira! Eso hace crecer a Vox. ¿Eso va a construir la España del futuro?
Esboce virtudes y defectos de Rajoy como candidato.
Es un hombre de Estado y un pésimo candidato. Lo respeto, le tengo mucho cariño. Trabajé con él. Hay pocos hombres de Estado. Como le dijo González a Fraga, da el tipo. Le cabe el Estado en la cabeza, pero no cabe en el Estado. Fue un muy mal candidato que ganó por circunstancias específicas. Perdió el PSOE. Los españoles lo eligieron porque no había nada enfrente. Rajoy no fue lo mejor, era lo que había.
¿Qué me dice de Aznar?
Su principal virtud fue convertirse en lo radicalmente opuesto al González más cansino que tuvimos, el de los últimos tres años: GAL, corrupción… Ganó porque Felipe perdió. Se tuvo que entregar a Pujol, ese que salió corriendo después de haber robado media Cataluña. Siempre triunfa un opositor de carisma distinto al que está en el poder. Luego, Aznar adquirió liderazgo. Se transformó en alguien capaz de acuñar grandes frases televisivas, disparaba titulares. Aprendió a ser presidente y se convirtió en un candidato potente. La segunda vez, ganó él. Algo que nunca hizo Rajoy. Aznar se entregó a los nacionalismos, pero cuando pudo mató a Pujol y los extinguió. Rajoy lo hizo justo al revés. Por eso Aznar es ahora la referencia. No hay nada delante de él. Casado no llena el traje.
Pedro Sánchez ha supuesto la vuelta a un presidente estilizado, joven… ¿Le gusta esa materia prima?
El mismo patrón que Casado y Rivera: tipo flaco, bien cuidado, telegénico, guapo… Pedro es el culto a la imagen, y él ha confundido la imagen con la identidad. Por eso le van a decir basta un año después de haber sido investido.
¿Cómo evalúa sus facultades políticas? Oratoria, discurso, maneras...
Razonables. Ha aprendido. Es peor que Zapatero y muchísimo peor que González. En aquella época, la capacidad técnica y la oratoria eran mucho más importantes. Los mítines y los parlamentos eran lo que contaba. Hoy, sólo lo hace el parlamento, que también está en vías de extinción. La conversación actual tiene que ver con las redes sociales, pero no con poner al perro en las escaleras, sino con algo más profundo: la confección de un relato para la España rota. Ninguno de los líderes está sabiendo hacerlo.
¿Antes había un relato?
Sí. El rey, reinstaurado tras la muerte de Franco, simbolizaba la unidad de los españoles. Ya no está y su hijo no ha contado ninguna historia. Tampoco Sánchez, Rivera, Casado o Iglesias. Nadie nos dice qué somos hoy y qué haremos mañana. Sólo piensan en llegar a Moncloa. Es una desgracia. Todos tienen buenas facultades oratorias. Han aprendido. Eso no es complicado. Lo difícil es ser líder.
¿A qué se refiere exactamente?
Ninguno tiene la expectativa de una mayoría absoluta. Su aspiración es quedarse con un pedazo de la España rota para formar un gobierno. Los discursos son patéticos. Las ideologías han muerto y no se dan cuenta.
Si fuera asesor de Sánchez, ¿le habría aconsejado publicar el libro?
Me parece vergonzoso.
Indica que le ha dado "forma literaria" Irene Lozano.
Con todos los respetos, ¿forma literaria? ¿Qué es eso? Pedro está absolutamente confundido con su vida. Cree que el marketing es lo que hoy prevalece, pero los españoles están hartos de eso. Él prefiere la imagen a la realidad, lo profano a la verdad. En Moncloa auguran que el libro funcionará, pero eso sólo ocurría hace veinte años. Es una comunicación aberrante y casposa. Por cierto, lo que ha hecho Irene es memorable. Tiene todos mis respetos.
En sus conferencias dice que los políticos "no existen en la vida de los españoles".
Hay un desenchufe total entre los españoles y los políticos y Pedro es el principal exponente de eso. Ven el telediario y leen los periódicos porque se sienten obligados a ser partícipes de la materia de discusión de los políticos, pero los políticos sólo están discutiendo entre ellos, no entre los españoles. Lo que nos está pasando es que cada vez hay más desafecto de los ciudadanos. Por eso pedimos otro tipo de liderazgo. En España caminamos hacia un modelo de decepción en donde taxistas de izquierda recalcitrante sostienen que Vox es lo mejor, cuando hace tres años militaban en Comisiones Obreras o UGT.
Virtudes y defectos de Rivera.
Rivera es un cascarón vacío, el producto de imagen más logrado que hemos tenido en España en los últimos quince años. Lo han trabajado muy bien. Albert no logra ser presidente porque está vacío. No lo digo yo, sino los españoles. Ojo, a lo mejor él no es un tipo vacío, pero esa es la imagen que proyecta. Por eso, Albert sólo funciona cuando la discusión sobre Cataluña capitaliza el debate. Ahí le va bien porque una mayoría de españoles quiere a Cataluña dentro de España. Cuando ese no es el tema, desaparece. Por eso sube y baja. Rivera está asociado a un tema, y no al liderazgo.
Defina eso de "producto de imagen".
Es apetecible verlo en el stand. Ronda los quince puntos. Pasas por ahí y dices: "Esa Coca-Cola me la tomaría". Pero si al lado ves una buena Ginebra, dejas la Coca-Cola. Es un tipo que habla bien, que ha hecho una pelea muy valiente en Cataluña… Pero, ¿le da para ser presidente?
¿Usted qué cree?
Albert podría llegar a ser presidente fruto de las circunstancias. No por su victoria, sino por la derrota de los otros. Quizá la historia le haya puesto ahí para participar en esa negociación que pueda llevarle a Moncloa. Tener equipo siempre es importante y, además, rodearse bien es de gente inteligente. Vargas Llosa le puede pegar cosas buenas, claro.
¿Pablo Casado?
Está siguiendo los pasos de Rivera, ese es su principal defecto. Ha creído que el marketing es el camino y ha perdido su identidad. Yendo a la derecha para matar a Vox no va a lograr nada. Aznar consiguió ganar con un viraje al centro. Casado entiende que España se sustenta en las ideologías y es falso. España se sostiene en lo que el argentino Pablo Knopoff llama el metro cuadrado: a los españoles les preocupa su metro cuadrado y ninguno de los políticos se está colando en él. Su principal virtud es haber ganado a Soraya. Por sí solo eso es una gran virtud. Hizo creer a todos los populares que era la renovación, pero era un espejismo. No será presidente de mayoría absoluta, podría ser un presidente de pedazos negociados, entregado o abrazado a otras formaciones.
¿Pablo Iglesias?
No lo conozco personalmente. Sí he tratado a Monedero, con el que me senté hace poco. Es lo más cercano a Podemos que he estado. Es el partido que más lejano me ha quedado siempre. Voy a ser salvaje, pero no me puedo callar. Pablo Iglesias es patético. No es posible defender Venezuela hoy. Es una vergüenza. Es de una mediocridad intelectual aberrante. Pablo lo ha hecho hasta hace muy poco. Juan Carlos también lo hace, yo lo respeto, pero es simplemente aberrante.
¿Lo ve menos vacío que a sus adversarios?
Sí, pero es súper dogmático. Se sacan veinte libros y cincuenta citas en cada entrevista. Son súper ilustrados. Se formaron en la universidad pos grises. Pero hay que tener visión para saber lo que pasa en Venezuela. Puedo discutir su plan para España. Iglesias es más articulado que Casado, Rivera y Abascal. Es culto, lee un montón, trabaja, tiene esa base académica, pero no quiere decir que no sea un salvaje patético.
¿Cómo cree que le ha influido la compra del chalé?
Es el claro ejemplo de la doble moral de la izquierda. Ir en primera clase no es malo. Sería genial que todos pudiéramos hacerlo. No se trata de quitar las bicicletas y ponerles a todos patines, sino de que todos tengamos bicicletas. Lo ideal sería que todos pudiéramos pagarnos un chalé de esas características. Es estúpido pensar que se tengan que quedar en un piso de treinta metros, todos queremos salir de ese piso. Pablo falló en haber vendido una cosa y haber hecho otra. Les encanta viajar en primera, comer pata negra, beber buen champán y tener casa con jardín grande para que jueguen sus perros y sus hijos. Claro, como a todos. Anguita nunca tuvo ese problema, defendió otros valores, nunca se planteó un chalé así, probablemente se lo pudo haber comprado, pero no lo hizo. Era una izquierda distinta.
¿Errejón es mejor candidato que Iglesias?
Como candidato es mucho más inteligente que Pablo. Creo que puede gobernar. Entendió que donde está Pablo hoy apesta. De donde vienen, de los indignados, ya no queda nada. Esa pospolítica que defiende Pablo es maloliente y los españoles le quitarán su voto. Hay gente que votó a Podemos y ahora apoyará a Vox.
Y el último. Santiago Abascal.
Está en el lugar correcto y en el momento adecuado. Otro producto de las circunstancias. Lo felicito, no es fácil hacer lo que está haciendo. Va a tener una gran oportunidad en abril, creo que obtendrá más votos de lo que dicen las encuestas. Tuve la oportunidad de debatir con él en la tele, hace años, en un programa sobre la Unión Europea. Ya decía verdaderas barbaridades, las sigue diciendo hoy. Es un peligro para España. Abascal puede ser factor de gobernabilidad, pero su mensaje nunca le dará para ser presidente.
Hay dos fotografías que condicionarán la campaña electoral. La de Sánchez y Torra en Pedralbes. Y la de Rivera, Casado y Abascal en Colón.
Las dos son un simulacro de la imagen, ninguna es verdad. Farsa comunicativa. Los españoles no están en esas dos fotos. Votan otra cosa distinta. No es la ideología, están fuera, como nunca antes, de eso. Nuestro problema es de convivencia, pero no pasa por la ideología como durante la guerra civil. Los políticos de ahora están en vías de extinción. Es patético ver cómo se arrojan las fotos unos a otros. Esas imágenes no representan ningún símbolo en la España de hoy. Sánchez, Rivera, Casado e Iglesias creen que sí porque sólo hablan entre ellos, mientras los españoles se desenchufan. ¿Cómo se explica si no la caída del bipartidismo y el auge de Vox? La espiral de silencio de los españoles es infinitamente superior a lo que expresan las encuestas.
¿Cómo vaticina la reconstrucción?
La recomposición no va a pasar por las ideologías, sino por ese metro cuadrado del que hablaba. La realidad que viene es una trituradora. Estamos matando al cerdo, que ya está chillando. Mientras los políticos discuten, mi madre está metiendo tocino, carne y sangre en la máquina. Está saliendo un chorizo que no sabemos dónde se va a cortar.