Cuando Adolfo Suárez -hijo- ha llegado al Congreso esta mañana, casi se parte la crisma. La carpa que se habilita cada 6 de diciembre por los fastos de la Constitución tiene algo de arenas movedizas. Las de los tacones se avisaban: "Cuidado que te hundes". Y hundida está la España del desgobierno, que ha encontrado la reencarnación perfecta en el tropezado vástago de quien acuñó la Transición.
Por si esa metáfora no fuera suficiente, cuando Rafael Simancas ha empezado a hablar ante las cámaras en calidad de portavoz socialista... se ha venido abajo una bandera nacional. Él -para que el hilo argumental fuera perfecto- ni se ha dado cuenta. Un bedel ha recogido el mástil y se lo ha llevado antes de que el telediario encontrara a un gerifalte del PSOE con la enseña española a la altura de los tobillos.
A las puertas de palacio, existe un espacio reservado para que los líderes políticos lancen su speech antes de viajar al aperitivo. Ese rectángulo suele convertirse en un despropósito y en el año 41 después de la Constitución no iba a ser menos. Arrimados al micro, unos y otros van lanzando piropos a la Carta Magna. Se lo preparan, lo memorizan, pero aquello termina convirtiéndose en una competición... para ver quién dice más palabras con menos significado.
Juanma Moreno, presidente de Andalucía, ha repetido tantas veces "concordia" que casi convierte lo de 1978 en un concordato. "Hoy es un día importante", han replicado con fruición. Pero ninguno ha sabido concretar demasiado los porqués.
Espinosa de los Monteros y Ortega Smith han arremetido contra el tedio. No porque hayan enarbolado un mensaje, sino porque, cerrando los ojos y escuchándoles con atención, uno puede imaginar la guerra a la vuelta de la esquina. "¡Santiago Abascal está en Barcelona, en el epicentro del golpe de Estado!". Eso lo han dicho venidos arriba, pero Espinosa ha bajado la voz cuando le han preguntado si le gusta la Constitución: "Sí, sí, pero eso no quita para que algunos aspectos...". Se refería, sin verbalizarlo, a uno en concreto: que quieren abolir el Estado de las autonomías. Pero, oye, es "sólo un aspecto" sin importancia... que estructura el proyecto que empezó aquel 6 de diciembre.
Casado, en un arrebato de caridad con los periodistas, ha sido conciso y no se ha explayado demasiado: "Somos el único partido que no quiere reformarla". Adiós, gracias, Pablo. Y menos mal que estaba el otro Pablo. Ése sí tenía algo que contar. Mientras roza la vicepresidencia, su partido se ha convertido en un lodazal. El cerebro jurídico de Podemos -acaba de ser purgado- habla de "sobresueldos, despidos indiscriminados de carácter irregular y falsos escoltas". El aparato responde: "Ese abogado ha sido apartado por un caso de acoso sexual muy grave". Bang. House of Cards ya no vale nada comparado con esto.
Podemos, "el nuevo PP"
Ahora que no está Albert Rivera, se cierne sobre Iglesias la amenaza de convertirse en "el nuevo PP", con su caja B y su canesú. De momento, todo es presunto. Tanto el acoso sexual protagonizado por el abogado como las acusaciones que éste vierte sobre la cúpula.
Y hablando del exlíder de Ciudadanos... En la descarga de flashes que ha recibido a Inés Arrimadas estaba lo más despiadado de la política. No hay profesión más cruel en el adiós. Si uno se hunde en las urnas, al día siguiente nadie se acuerda de él. Díganselo a Íñigo Errejón, cuyo corrillo en palacio era de sólo un periodista.
Una vez dentro, quizá por estar el 25 de diciembre a la vuelta de la esquina, las conversaciones se han convertido en un homenaje a la Navidad. El intercambio de palabras entre Sánchez y Casado ha sido: "¡Feliz día!". Luego, a punto han estado de cruzarse -les separaban un par de metros- pero todo ha quedado en un balón al poste: "¡Uyyyy!".
El baile de máscaras de este año ha sido bastante dogmático. Con roce, con coqueteo, con sonrisas veladas, con bromas díscolas -ahí quedan las risas de Espinosa de los Monteros con Iglesias y Arrimadas-... pero todos han mantenido al salir la misma posición que al entrar.
Aunque no venga a cuento, conste aquí el chaleco estilo Peaky Blinders de Teodoro García Egea, que lo mismo te toca al piano un nocturno de Chopin que te gana un concurso de lanzamiento de huesos de aceituna. No hay que perder de vista, en días como hoy, los colores que uno calza. Villacís iba rojo PSOE ; y Díaz Ayuso, amarillo color lazo.
Entre las once y las tres de este mediodía, el Congreso ha cumplido con lo que ya es una tradición: mucho ruido y pocas nueces de Gobierno. Día de la marmota. A ver si va a tener razón el dirigente del PSOE que define la Constitución como "una anomalía histórica" debido a ese "progreso ininterrumpido" que, desde que llegó la actual generación de políticos, se encuentra en stand by.