La noche del 10-N supuso un nuevo descenso de votos y de escaños para Unidas Podemos. Después de dos convocatorias electorales, la coalición electoral, reducida ya a la formación de Pablo Iglesias más la desdibujada Izquierda Unida y dos marcas regionales -los catalanes de Ada Colau y la marca Galicia en Común- tiene la mitad de votos y de diputados que hace un año. Y sin embargo, tras perder siete asientos en el Congreso, en las salas que ocupaban Iglesias, Irene Montero, Alberto Garzón, la propia alcaldesa de Barcelona y compañía... se respiraba más satisfacción que en la noche del 28-A.
Parece hace mucho tiempo cuando Iglesias y Pedro Sánchez posaban en Moncloa henchidos de autoconfianza tras firmar su acuerdo de Presupuestos. Pero sólo ha pasado un año. Suena a lejanísimo aquel día en que los independentistas catalanes votaron lo mismo que PP y Cs para rechazar las cuentas y ponerle el broche final a la legislatura, pero no han pasado ni nueve meses. Por entonces, ni siquiera estaba Vox en el Congreso. Y Albert Rivera, que aspiraba al sorpasso sobre Casado, hoy ya es historia.
Y son esas dos circunstancias las que, por la vía indirecta, animaban a los dirigentes de Unidas Podemos la noche del 10-N. Ha desaparecido la "tentación" de que el PSOE se fuera con Ciudadanos como en la pasada legislatura -sumaban 180-, tras la debacle naranja.
Además, el PP no puede abrazarse a los socialistas mientras tenga a Vox tan envalentonado y crecido a su derecha, a menos que se cobre carísimo su apoyo. Que ya en la noche electoral Pablo Casado sugiriera que quiere la cabeza de Sánchez se interpreta en Podemos como algo imposible...
La tormenta perfecta
Así que, tras resistir a la tormenta perfecta contra ellos, en la sede de Podemos creen que 35 ahora pueden ser hasta mejor que 42 en abril. Han superado el fracaso de las negociaciones de gobierno cuando Iglesias presumía de que "nunca hemos estado en una posición de mayor poder que ahora"; han navegado sobre un PSOE empeñado en culparlos de la repetición electoral afirmando que "han votado cuatro veces no a un Gobierno de progreso"; y no ha hecho mella la aparición de Más País con el "traidor" Íñigo Errejón tratando de invadir su espacio electoral.
Podemos, siendo realista, aspiraba a un resultado en esta cita con las urnas que oscilaba en una horquilla con el punto medio en los 35 diputados que ha logrado, según las fuentes consultadas. Todo dependía más de ser tercera o cuarta fuerza que del número de sufragios, a causa de los repartos de la Ley d'Hont. Con el mismo apoyo, el resultado final podía subir o bajar en alrededor de cinco escaños. Y en ese sentido, la reunión del Consejo de Coordinación de este lunes ha coincidido con Iglesias en lo "digno" del resultado y lo "acertado" de la estrategia.
Ahora están tanto o más legitimados como fuerza de izquierdas que complemente al PSOE. Y aunque admiten que será más difícil la negociación -ya que el Congreso está atomizado en 16 fuerzas, muchas de ellas muy pequeñas y necesarias para sumar-, constatan menos opciones para Sánchez. O mira a la izquierda o no tiene prácticamente posibilidades de aspirar a la investidura.
Más vale tarde
Cuando Iglesias aupó a Pedro Sánchez a la Moncloa a través de la moción de censura ya se ganó alguna disidencia interna por hacerlo gratis et amore a pesar de que los morados sumaban 69 diputados y los socialistas sólo 15 más. Pero, como en otras ocasiones, pudo más la audacia del líder y su ambición por colocarse la medalla de haber "echado a Rajoy".
La confianza en la "visión" del jefe, unida a que éste creyó sinceramente que el líder socialista habría aprendido del pasado -cuando confesó a Jordi Évole que había sufrido "presiones" de los poderosos, cuando admitió su "error" de haber llamado "populistas" a Podemos...-, justificaron la decisión. "No es lo mejor, pero se empeñan. Pues que gobierne solo el PSOE, que ya nos haremos imprescindibles y rentabilizaremos las medidas sociales que les arranquemos", fue la consigna de Iglesias.
Puede que haya tardado más de lo esperado el momento de rentabilizar. Pero en Podemos están convencidos de que es aquí y ahora.