Bruselas

Carles Puigdemont sigue considerándose a sí mismo como "presidente legítimo" de la Generalitat pese a haber sido destituido por el Gobierno de Mariano Rajoy en aplicación del artículo 155. Con este título se ha presentado en la multitudinaria y caótica rueda de prensa que ha ofrecido en Bruselas, donde se encuentra desde el lunes. Allí ha anunciado que los partidos secesionistas se presentarán a las elecciones autonómicas del 21-D convocadas por Rajoy y que se las plantean como un "plebiscito" sobre la independencia.

"Las elecciones del 21 de diciembre son un desafío al que haremos frente con todas nuestras fuerzas", ha asegurado Puigdemont durante su comparecencia ante la prensa internacional acreditada ante la UE. "Si el Estado español quiere hacer un plebiscito para dar legitimidad al artículo 155 y sus políticas, nosotros le haremos frente y les responderemos a ellos y a toda la comunidad internacional", ha subrayado.

Eso sí, el ex presidente catalán exige garantías a PP, PSOE y Ciudadanos, a los que ha definido como "el bloque del 155", de que respetarán el veredicto de las urnas. "¿Aceptarán un resultado que dé la mayoría a las fuerzas independentistas o no? (..) Nosotros lo haremos, como siempre lo hemos hecho, sea el que sea", sostiene.

Se queda pero no pide asilo

Puigdemont ha asegurado que no tiene intención de pedir asilo político en Bélgica, pero se quedará indefinidamente en Bruselas con los seis consellers que le acompañan. Al menos hasta lograr "garantías jurídicas" de que no irá a la cárcel en España por los delitos que le atribuye la fiscalía tras la proclamación de la República Catalana. "No estoy aquí para pedir asilo político" sino para "actuar con libertad y seguridad", asegura.

Las penas de hasta 30 años de cárcel por persona que pide para él y su Gobierno el fiscal general del Estado, José Manuel Maza, "indican no un deseo de justicia sino venganza". Y por ello reclama que se garantice "a todos nosotros y a mi en particular un proceso justo, independiente, con separación de poderes". "Es imposible que un fallo judicial pueda llevarnos a la cárcel. Para nosotros sería increíble", ha dicho el ex conseller de Interior, Joaquim Forn.

La presencia permanente de una parte del antiguo Gobierno catalán en el "exilio" de Bruselas les dará una plataforma para "expresar al mundo lo que pasa en Cataluña", alega Puigdemont. "A la comunidad internacional y especialmente a Europa, les pido que reaccionen. Permitir que el Gobierno español no dialogue, tolerar la violencia de los grupos de extrema derecha, la imposición militar y nuestra prisión por 30 años sería acabar con la idea de Europa", ha indicado.

La otra parte del destituido Gobierno catalán, liderada por el ex vicepresidente Oriol Junqueras, se queda en Barcelona "llevando a cabo actividad política en tanto que ministros legítimos del Gobierno de Cataluña". "No abandonaremos el Gobierno catalán, continuaremos trabajando pese a las limitaciones de nuestra estrategia de no confrontación", alega Puigdemont.

De hecho, la justificación que ha dado para haberse marchado a Bruselas tras proclamar la República Catalana es la de evitar la violencia. "Este Gobierno podría haber optado por obligar a los funcionarios que son fieles al Gobierno a empezar una disputa por la hegemonía, pero hemos preferido que no haya confrontación, que no haya violencia", ha dicho el ex presidente.

Según ha asegurado, Rajoy tenía previsto lanzar el viernes con el 155 "una ofensiva sin precedentes y muy agresiva contra el pueblo de Cataluña, contra los funcionarios que permanecieran fieles al Gobierno legítimo y contra este Gobierno". El único motivo por el que no lo ha hecho, sostiene Puigdemont, es porque sus partidarios han renunciado a resistir.

Caos y desprecio a la prensa española

La rueda de prensa de Puigdemont ha sido una de las más caóticas y desordenadas que se recuerdan en Bruselas. El equipo del ex presidente había solicitado una sala grande en el Residence Palace, el edificio donde trabaja buena parte de la prensa internacional acreditada ante la UE. El centro está controlado por los servicios del primer ministro belga, Charles Michel, que han denegado a Puigdemont la petición, según la prensa belga. El Gobierno belga no quiere más choques con España.

Finalmente, la comparecencia ha debido trasladarse a una sala mucho más pequeña del Press Club Brussels, una asociación privada de prensa internacional. Una hora y media antes de que llegara Puigdemont, ya no quedaba sitio para los corresponsales, que se agolpaban en los laterales y la parte trasera de la sala. Unos 200 periodistas de todas las nacionalidades han acudido a la convocatoria. El wifi ha caído y tampoco había cobertura para el internet móvil.

Puigdemont ha tenido dificultades para abrirse paso a la entrada y a la salida entre empujones y gritos de la prensa. "¿Es usted un cobarde? ¿Es usted un fugitivo? Le lanzaba el corresponsal del Telegraph a la salida. Sin obtener respuesta. El ex presidente catalán ha hablado en francés, inglés, catalán y castellano. Pero en el turno de preguntas (sólo ha aceptado cinco), sus colaboradores no han dado la palabra a ningún periodista español.

A la entrada del edificio, la policía belga ha tenido que montar un cordón policial por la presencia de dos grupos de manifestantes, partidarios y detractores de Puigdemont. "Viva España y visca Cataluña", le gritaban al ex presidente catalán sus detractores, que llevaban banderas españolas. "President, president", contestaban al otro lado su grupo de apoyo. Puigdemont ha dejado la sede de la rueda de prensa en taxi. El lugar donde se queda en Bruselas todavía se desconoce.

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