El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha entrado en bucle en las entrevistas que ha concedido en las últimas semanas con un repetitivo mensaje plagado de ataques a los medios de comunicación. No ha sido menos este domingo, en la que le ha concedido a Jordi Évole en La Sexta, a falta de un mes escaso para las elecciones generales del 23-J: "Hay poderes económicos que no nos quieren en el poder, que no les gusta lo que hace este Gobierno y que están detrás de las terminales mediáticas".
Durante los 60 minutos de programa, Sánchez ha reiterado en la mayoría de sus respuestas un mismo leitmotiv: no le gusta cómo le han tratado estos años los periódicos, las radios, las televisiones e incluso los programas de entretenimiento. "Han deshumanizado al adversario político. Han cuestionado los resultados electorales cuando no le gustan. Lo que llaman el sanchismo es una burbuja inflada estos años a base de mentiras, manipulaciones y maldad", ha declarado.
Al igual que en la mayor parte de apariciones de estas semanas, el presidente ha lanzado sucesivos ataques teledirigidos hacia diferentes portales y programas. Sin nombrarlos, Sánchez deja perfectamente claro quiénes, a su juicio, han vertido sin cesar "veneno" y mentiras sobre su Ejecutivo. Ha llegado a describir la labor periodística, en muchos casos, como un "factor corrosivo" que inocula en la sociedad el concepto del sanchismo.
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Durante su mandato, Sánchez ha evitado acudir a medios de comunicación que no fuesen cercanos a sus posiciones. Cuando Évole, durante la entrevista, le pregunta que por qué en cinco años no se había sometido a las preguntas de la prensa crítica con su gestión, el líder del PSOE ha señalado que tenía asuntos más urgentes que atender: "No he dejado de trabajar".
"He evaluado mal la fuerza corrosiva de los argumentos propagados en estos medios de comunicación. No he sido capaz de medir cuáles son las consecuencias de esta burbuja de antisanchismo", ha señalado el presidente, quien denuncia también que en el ecosistema mediático español existe "una gran desproporción entre las visiones conservadoras en los debates públicos con respecto a las que se le da a las progresistas".
Por eso, ahora, con el agua de los sondeos al cuello, con todas las encuestas augurando su debacle, ha planificado una tournée reactiva por las grandes cadenas y empresas informativas del país.
"Tengo que estar en todos estos programas para pinchar una burbuja que se ha inflado de mentiras, de manipulaciones y de maldades", ha señalado el presidente.
Las mentiras
Sánchez ha acusado a sus adversarios políticos de utilizar a las víctimas de ETA contra él, definiendo como una "maldad el utilizar la figura de un asesino como Txapote, banalizando con ello y frivolizando con el sufrimiento de las víctimas".
Évole entonces le ha puesto un vídeo en el que el presidente ha podido ver repetidas sus mentiras o cambios de opinión sobre diversos asuntos: las veces que dijo que no pactaría con Bildu, las ocasiones en que aseguró que no habría indultos en el procés...
Sánchez ha intentado entonces defenderse: "Mentir significa decir algo a sabiendas de que no es verdad. Mentir es el 11 de marzo y ETA. Rectificar es otra cosa bien distinta. Para mí los cambios de opinión son por convicción", ha justificado.
Mismo argumento respecto a su relación con los independentistas, eso sí, con un argumento que ya se le había escuchado antes: "Que yo he cambiado mi posición con la política que teníamos que seguir en Cataluña es evidente. Lo he hecho por un fin mayor, que es la convivencia. Cataluña está hoy mejor que en 2017".
"El mayor error"
Sánchez ha señalado después que está "orgulloso" de las políticas de su Gobierno, pero ha señalado la ley del sólo sí es sí y las rebajas de penas a agresores sexuales como la mayor equivocación de su Ejecutivo: "Ese error [de la ley] es el mayor que he cometido en la legislatura".
Eso sí, el presidente asegura que el cese de Irene Montero como ministra de Igualdad nunca estuvo sobre su mesa, que tiene una relación correcta con ella y que el cierre de filas fue responsable. "Pese a las discrepancias que haya podido tener con ella, siempre he antepuesto la estabilidad", asegura.
El presidente alerta de que un posible Gobierno de coalición entre el PP y VOX tratará de revertir todo lo que se ha hecho durante su legislatura: "Van a tratar de derogar la España que hemos construido en estos 5 años. No soy perfecto, no he aspirado a serlo, pero tengo las condiciones y la determinación para sacar adelante una agenda socialdemócrata".
La inmigración
Uno de los puntos de mayor debilidad del Gobierno es cuando se pregunta por la gestión migratoria. El Ejecutivo socialista pasó de recibir al Aquarius con los brazos abiertos a su llegada a la Moncloa a calificar la actuación de Marruecos y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado como correcta en la tragedia de la valla de Melilla, donde han fallecido decenas de personas. "Bien resuelto", ha resumido Sánchez.
Évole le ha puesto sobre la mesa estas contradicciones, y Sánchez se ha limitado a responder que han tenido "una aproximación humanista al fenómeno de la inmigración. Sobre Melilla: "Fue un hecho lamentable y dramático y tenemos que hacer todo lo posible para que no vuelva a ocurrir, pero tenemos que ser conscientes de que las causas de lo que se vivió allí empiezan miles de kilómetros atrás".
Entonces, el entrevistador ha enfatizado en el juego perverso con el que Marruecos amenaza con permitir la llegada masiva de miles de inmigrantes a España. Sánchez, por su parte, niega "la mayor" que su Gobierno sea víctima de "chantaje" de la monarquía vecina.
Además, el presidente evita calificar a la monarquía de Mohamed VI como un régimen absolutista. "No comparto esta caracterización de la monarquía de Marruecos como absolutista. Tenemos una relación estratégica con Marruecos, desde el punto de vista de seguridad, del terrorismo, de la inmigración. La cooperación que tenemos con Marruecos es muy positiva".
La cita entre Sánchez y Évole discurre en Casa Labra, un bar en pleno centro de Madrid conocido, además de por el bacalao y las croquetas, porque fue allí donde un grupo de trabajadores liderado por Pablo Iglesias fundó el PSOE, de forma clandestina, un 2 de mayo de 1879. En un lugar de tan potente simbología, donde comenzó la andadura de su partido, quizás se inicie el final de la suya.