Hayatullan y su familia han recorrido más de 800 kilómetros para llegar a Kabul, con la esperanza de viajar a España y huir del terror impuesto por el régimen talibán. Durante varios años, trabajó en el campamento español de Qala-e-now (en la provincia de Badghis, al noroeste del país), donde era el encargado de la centralita.
Ahora sabe que su vida y la de su familia peligra, como la de todos los afganos que han colaborado con las fuerzas de la coalición internacional que ha combatido durante los últimos 19 años, sin éxito, contra las tropas insurgentes.
A principios de esta semana, el Ministerio de Asuntos Exteriores contactó con él para informarle de que han comenzado los vuelos de evacuación para todo el personal local que ha colaborado con el Gobierno español.
Hayatullan no se lo pensó dos veces e hizo las maletas: tras un largo viaje, ahora se aloja en un hotel de Kabul junto a su esposa y sus cuatro hijos (dos chicos y dos chicas), a la espera de la llamada de Exteriores para tomar un vuelo de evacuación a España.
Muerte en Kabul
"Ojalá esa llamada se produzca mañana, necesitamos la ayuda de España", dice Hayatullan a EL ESPAÑOL, "pero no sé cómo vamos a llegar al aeropuerto. Hay cientos de personas intentando tomar algún avión y los talibanes disparan. Hoy un niño de dos años murió debido al hacinamiento".
En el mismo hotel de Kabul se alojan varios intérpretes que han trabajado para las tropas españolas. Hayatullan reconoce que teme por la vida de su familia y pide al Gobierno español que ponga fin a esta pesadilla: "Necesitamos que nos lleven a España cuanto antes".
Tan sólo en la base militar de Herat, gestionada por las tropas españolas en la misma provincia de Badghis, una de las más pobres del país, trabajaban cerca de 600 afganos, algunos contratados a través de distintas UTE españolas: atendían desde el economato hasta las labores de logística y la cocina.
Otros empleados locales colaboraban allí con la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID). Todos ellos esperan ahora viajar a España con sus familias. Al igual que ha ocurrido en Qala-e-now, los talibanes irrumpieron en Herat hace apenas una semana, en el vertiginoso avance que les ha llevado hasta la capital, Kabul.
Refugiado en Ankara
Ebraim ha trabajado durante más de 10 años como intérprete de las tropas y de la Agregaduría Militar de España en Afganistán. Hace apenas un mes, mientras el país se desmoronaba, tramitó un visado de turista y viajó a Ankara (Turquía) con su mujer y sus tres hijos, de cuatro, ocho y 16 años.
Desde allí sigue con inquietud todo lo que ocurre en Afganistán, donde permanecen sus padres y hermanos. "Esperaba que la situación mejorara", dice a EL ESPAÑOL, "pero ya está todo perdido. Pronto se terminará nuestro visado de turistas, no sé que haremos entonces, pero confiamos en la promesa del Gobierno español de ayudar a los afganos que han trabajado para sus tropas. Esperamos poder viajar a España y pedir el estatus de refugiados".
Pero también le preocupa la suerte de la familia que ha dejado en Afganistán: "Llevo una semana sin dormir", afirma, "mis padres son mayores, tienen más de 70 años. Ayer hablé con mi padre y me contó que los soldados habían ido a buscar a un vecino que trabajaba para el Gobierno. Echaron la puerta abajo, pero no le encontraron porque había abandonado la casa".
"No veo ningún futuro para mi país, la situación es muy grave y triste", dice Ebraim, "tengo casi 40 años y recuerdo la primera vez que gobernaron los talibanes. Ahora intentan ofrecer otra imagen porque buscan el apoyo de otros países. Pero no han cambiado: son radicales religiosos muy violentos que intentan imponer sus ideas. Sólo aceptan a la gente que tiene su misma ideología, pero no a quienes queremos vivir en libertad".
El hospital de Herat
También trabajó para las tropas españolas Safiulla, entre 2012 y octubre de 2015. Primero como intérprete en el hospital de campaña en Herat y luego en tareas de logística para el Ejército del Aire.
En 2015, cuando comenzó el repliegue de la coalición internacional, siguió el consejo de abandonar el país. Desde entonces reside en Alemania junto a su mujer y sus dos hijos. Pero ha dejado en Herat al resto de su familia: sus padres, de 60 y 58 años, sus hermanas y sobrinos.
"Pido a España que les ayude", afirma, "porque hemos sabido que los soldados talibanes van casa por casa buscando a las familias de los afganos que han trabajado para las tropas extranjeras. Sé que su vida corre peligro, los talibanes han matado ya a mucha gente".
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